Recién llegado a California, una de mis mayores ilusiones era ser parte de una pandilla de motorizados. Tenía mi motocicleta Harley Davidson 1200 costomisada o sea decorada y arreglada a mi propio gusto, un día el contable de otro departamento, viéndome de pies a cabeza, me preguntó a que pandilla pertenecía, le dije que era un solitario, él me invitó para que conociera a los famosos Nacidos Para Joder. Procuré hacerme el duro y no demostrar mucho interés o importancia a su invitación, aunque por dentro de mí, estaba que saltaba de felicidad, y a manera de juego me decía a mí mismo, que yo era capaz de dar el culo por pertenecer a esa pandilla. Sin pensar realmente, que eso podía hacerse realidad.
Relato
Darío o el Cojo, como me dijo que le llamaban en la pandilla, me citó, en un viejo bar de la carretera que conduce a las Vegas. Supuestamente debía llegar a las 2 de la tarde me presenté casi a las 4, el Cojo me presentó a gran parte del grupo, con los que rápidamente congenie, me sentía como en mi casa. Si me di cuenta de que en el grupo tan solo había una par de chicas, o mejor dicho mujeres de unos treinta y tantos que se confundían entre el resto de los tipos por vestir de manera casi similar. Bebimos gran cantidad de cerveza, un par de ellos pelearon con un pobre viejo, que atendía la gasolinera hasta dejarlo bastante golpeado, es que el viejo no quería surtirles de gasolina si no le pagaban por adelantado, y los chicos se ofendieron, después de llenar los tanques de gasolina, le tiraron el dinero en la cara.
En fin me sentía a millón, desde ese día comencé a reunirme de manera regular con el grupo. Hasta que Moco uno de los líderes del grupo me invitó a presenciar, el último pasó de una iniciación, a la que asistí encantado. Pensando qué se trataría de algún tipo de pelea con cadenas, o demostración de las habilidades para manejar la motocicleta, pero no fue así, ya eso había sucedido. El lugar de reunión era en el granero de una vieja granja abandonada, apenas llegamos dejamos las motocicletas afuera y entramos al lugar. Ya dentro algunos estaban bebiendo cerveza, otros fumando grandes tabacos de marihuana, y en el centro se encontraba colgando del techo, unas cadenas a las cuales se encontraba unidas varias piezas de cuero a manera de hamaca.
Al principio ni idea tenía de lo que era eso, o para que podía servir, hasta que un fornido miembro del grupo, se quitó casi toda su ropa, quedándose con un suspensorio y una sucia camiseta puesta. Su cuerpo estaba bastante tatuado, con figuras infernales, aparte de la pequeña chiva en su rostro, su cabeza estaba completamente rapada. Yo me quedé en un rincón tomando una cerveza, mientras que varios miembros del grupo al igual que el rapado, se quitaron gran parte de su ropa, quedando todos con sus vergas al aire. Al tipo le dicen el Sucio, y a una señal de otro de los del grupo el Sucio se recostó sobre las piezas de cuero quedando suspendido en el aire como a unos cuatro pies de altura, sus piernas bien separadas y por el otro lado su cabeza colgando.
Al ver que uno de los miembros del grupo se dirigió con su erecta verga a las nalgas del Sucio, me quedé en shock, no lo podía creer, que le fueran a dar por el culo al Sucio y menos frete a todos nosotros, asombrado vi como en un acto que me pareció de salvajismo, le han enterrado esa gruesa verga por el culo al Sucio, y este en lugar de expresar dolor o vergüenza o quien sabe que, se puso a gritarle con gruesa voz, al que se lo estaba clavando, que le diera más duro. Mientras que el otro le daba más y más duro al Sucio por el culo, un tercer miembro del grupo colocó su verga frente a la colgante cabeza del Sucio, quien sin miramiento alguno, se dedicó a mamarla como un loco desenfrenado.
Por un momento me quedé viendo esa escena, aunque con unas fuertes ganas de marcharme, cuando otro de los del grupo se a arrodillado frente a uno de sus compañeros, y agarrando la verga del que estaba de pie, se dedicó a mamarla introduciéndola casi por completo dentro de su propia boca. En mi cabeza no cabía eso, que los tipos más duros y salvajes que yo creía conocer, disfrutaran que les dieran por el culo y de que los pusieran a mamar, sus propios compañeros. Pero no fue uno solo, poco a poco se fueron integrando otros a la orgía, las mujeres para mi sorpresa se encontraban entendiéndose entre ellas, sin que ningún hombre las tocase o por lo menos las mirase.
Salvo un par de miembros más de la pandilla y yo nos quedamos, semi ocultos tras unas pacas de heno. Como no dándole importancia a lo que ocurría a nuestro alrededor, tomando cerveza y hablando sobre motocicletas. Mientras que la orgía continuaba a pocos pasos nuestros, los gritos y claras expresiones de placer, tentadoramente me hicieron voltear la mirada, para ver que sucedía. Por un buen rato me quedé embelesado observando todo, y ni me di cuenta que los otros dos tipos que me acompañaban se habían marchado. No me acuerdo si fue el Cojo o el Moco, quien me hizo una seña con la mano para que me uniera al grupo, dentro de mí comencé a sentir algo bien raro, deseaba sentir el contacto de la piel de mis amigos contra la mía, disfrutar de su olor, de su sudor y que ellos disfrutasen de mi a la vez.
Así que sin mucha prisa me desvestí completamente y después de eso a medida que fui avanzando hasta el grupo comencé a sentir sus manos agarrando mis nalgas y mi miembro, pero no me detuve hasta que finalmente llegué a esa cosa que parecía una hamaca, se encontraba vacía, y a su alrededor en el piso del granero, varias parejas de mis amigos mantenían lujuriosas relaciones sexuales, al que no le daban por el culo le mamaban su verga, o se besaban y acariciaban intensamente, sin que nadie dijera nada al respecto. Al acostarme sobre la hamaca mirando hacía el techo del granero, mis nalgas quedaron al aire, mis piernas bien separadas y mi cabeza colgando, casi de inmediato tres de los chicos me saltaron encima, uno me comenzó a besar al tiempo que me apretaba las tetillas, sentía su grueso bigote contra mi boca y lejos de darme asco o repulsión, disfruté del gran beso que él me daba y como su lengua entraba dentro de mi boca divinamente.
Otro de los chicos por un corto tiempo se dedicó a lamer mi culo e introducirme sus dedos, para luego sin demora alguna, a lo bestia penetrarme con su verga de un solo golpe arrancándome un fuerte grito de sabroso dolor. Mi manera de grita a todos llamó la atención, y uno acercándoseme al oído me preguntó ¿Eras virgen, verdad? A lo que mientras me corrían lagrimas por mi rostro, le respondí que sí, y casi de inmediato colocó su verga dentro de mi boca. La que poniendo todo mi mayor esfuerzo me dediqué a mamar, lo que estaba pasando a mí alrededor, era algo inimaginable para mí hasta ese momento. Mientras uno de los miembros del grupo me clavaba salvaje y deliciosamente, convirtiendo ese dolor en algo completamente nuevo y diferente para mí, yo al tiempo que movía mis caderas y mamaba una verga de quien sabe quién, por otra parte le estaba haciendo la paja a otro de los chicos de la pandilla, mientras que el mismo Cojo se dedicó a mamar mi febril verga como un desesperado.
Esa noche me han clavado por el culo, un sin número de veces, al igual que yo también me clavé a un par de mis compañeros, mamé no sé cuantas vergas, y también me mamaron la mía otras tantas. En fin fue la primera orgía pero no la última en la que he participado en la pandilla. Cuando ya a eso de las cuatro o cinco de la madrugada, me quedé dormido sobre una paca de heno. Cuando desperté, como yo se encontraba gran parte del grupo, vacilándonos entre nosotros nos comenzamos a vestir, y como a eso de las doce del día arrancamos. Después me enteré que esa misma noche, yo también había pasado mi iniciación.
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 97981 veces