Natacha una mujer amargada por desprecio de su marido

Con la camioneta que me compra mi padre para trasladar sus mercaderías del vergel de la feria de abastos, a su negocio, me permite realizar algunas mudanzas y llevar mercaderías que me solicita un supermercado próximo, cancelándomelas a fin de mes.
En estos trámites conozco a una señora muy chocante en su trato, era una señora de un empresario de dinero, pero bastante mayor para ella que tendría unos 35 o 49 años y el no menos de 65 años, era ella muy petulante y presumida por su posición social. Se llamaba Natacha.
Cada semana tenía que ir a dejarle la mercadería que solicitaba al supermercado para su sustento de la casa. Su vanidad no la dejaba conversar demasiado conmigo, a pesar de decirme que me solicitaba a mí al supermercado, por que era muy educado en mi trato.
Un día al llegar no esta la asistente que me recibía siempre y sale ella, en sus ojos se notaba que había llorado o estaba llorando…, me dice tú sabes donde van las cosas, cuando termines te cancelo. Dejo las mercaderías y le comunico que quien me cancela es el supermercado, me mira diciéndome es verdad, con estas preocupaciones me olvidaba eres joven ¿cuantos años tienes?..., 18 años, digo…, eres honesto para ser tan joven…, también se observar, conversar y callar, digo. Me mira sorprendida y dice ¿qué quieres decir?..., solo observo, ¿por que esta llorando? si desea me lo conversa y a lo mejor descarga su pena y alivia… me mira sorprendida diciéndome eres muy joven para entenderme…, veamos digo…, se muerde los labios y me dice júrame que callaras lo que escuches…, si digo, soy un caballero y se escuchar y callar.
Respira fuerte y casi murmurando me dice, me case joven con Edgardo, el era viudo y yo necesitaba salir de mi casa por que mi padre era borracho y traía hombres borrachos a casa y yo corría peligro, varias veces fui manoseadas por estos y como trabajaba en al local de él y este me piropeaba, un día me ofrece que me vaya a vivir con él …, le digo que soy decente y no una puta, lo que él me dice no pienses mal, te llevaría como mi esposa casada y con papeles…, vi mi solución y me case con él, es 22 años mayor que yo, nos casamos y yo tenia 21 años, el viudo con 43 años y dos hijos de 19 y 17 años que estudiaban en la capital. Nuca hemos tenido hijos, él no los deseaba, pero lo malo de ahora es que está enfermo y llevo mas de un año sin conocer macho y soy mujer joven, necesito mis devaneos sensuales y empotradas a mi vagina…, por eso lloro, ustedes los hombres son malditos y si me meto con uno lo hablan en las reuniones y todos se enteran… estoy deseando que me reconforten y me consuelen tonificando mi atractivo cuerpo.
Vi que estaba desesperada, me acerco a ella diciéndole, de mi no temas, ni una palabra sabrán de mis labios, la abrazo y acaricio llevándola a un sofá cama, saqué toda su ropa, sacándome también las mías, ella observaba mi cuerpo y al fijarse en mi pene me dice este era el doble de veces más grande que el de mi marido, me harás sufrir, tienes que hacerlo con compasión, no dude en introducirlo su entrada vaginal , era provocativa, pero estrecha, la cabeza de mi pene era rosadita, del tamaño de una pelota de golf la miraba temerosa mientras ella me hacía un gran sexo oral, tu pene se me asemejaba el de un caballo, me dice, nunca había tenido un pene tan grande en mi boca hasta se me dificultaba metérmelo en ella, pensaba en la mujer que la soportaría entrando en su matriz, yo, porque no se mi gran vagina no es como para responderle a este súper macho, me va a doler estaba acostumbrada a ese diminuto pene de mi marido… Trato de ensartarla y siento como comienza a ingresar este devastador pene y sus carnes vaginales las cuales son desmembradas, desgarradas con mi empotramiento en sus entrañas, gritaba, gemía y llorisqueaba al ser entendida como ningún otro hombre se las había abierto, si le dolía, pero a su vez sentía el placer de ser rústicamente satisfecha por este miembro devastador, se excitaba, le hacía sentirse repleta, llena su matriz con ese pene y eso que no ingresaba toda todavía, cuando por fin lo acomoda toda dentro de mi cavidad sexual meneaba mi trasero en forma grosera por la pasión de sentirme plenamente embutida y este pene me empujaba mis paredes del útero mas allá donde no había mas espacio, gritaba y sacudía estresada por este mástil de carne y músculos en mi vagina, pensaba que si otra mujer lo soportaba, yo porque ella no tenía una gran vagina con que responderle. Como me satisfacía y como zarandeaba vehementemente mi cuerpo, gemía y suspiraba desesperada ante cada penetración, era un chico de 18 años, pero que manera de dotarlo la naturaleza si me agobiaba con cada entrada y salida de su pene en mis entrañas, el pobre sofá donde me tenia recostada apareándome crujía y chirriaban sus patas antes tan duras empotradas.
¡Dios mío! Como gozaba mi marido no me satisfacía ni la cuarta parte que me colmada este macho. Mis piernas lo estaban apresando por detrás de su trasero cada arremetía de él eran gemidos y gritos míos, Me satisfacía completa de pronto siento que mi cuerpo se acelera y me llega un orgasmo como nunca me había llegado uno, patalee en el aire, grite groserías en la pasión de mi entrega, luego siento como este semental me comprime y me rellena de semen mi matriz, cuanta leche si me sobrepasa la capacidad de mi vagina y esta escurre hacia mis piernas mojándomelas toda, lo abrazo entusiasmada y le susurro a su oído que seré muchas veces de él, cuantas veces él lo desee, soy su hembra.
Besándolo apasionadamente mientras él soltando mi mano posó las suyas directamente en mi espalda apretándome hacia él. Yo lo abracé fuertemente y él empezó lentamente a bajar sus manos hasta llegar a mis nalgas las cuales apretó firmemente mientras no paraba de besarme, con gran habilidad lamía mis duros pezones y metía su mano bajo mi falda buscando mi concha la cual rápidamente encontró. Sin parar de lamer mis pezones y senos, con sus dos manos y hábilmente recorrió mi cuerpo y bajó sus manos pasaba sus dedos por mi rajita mientras yo enloquecida agarraba su cabello fuertemente no paraba de bombearme y yo no pude resistir más, me agarré fuertemente al sofá arañándolo al enterrar mis uñas en el forro de este y con un gemido le hice saber a mi amante que había llegado a un nuevo orgasmo, pero él no se detenía y continuaba insertándome su pene duro en mi hoyito a la vez que lamía mis senos, me giro y el quedo debajo yo me senté a lo jinete sobre su cintura, él amasaba mis senos mientras yo saltaba sobre su miembro enterrándolo hasta el fondo de mi sexo. Tras un par de minutos, empecé a hacer movimientos circulares sobre su pene y nuevamente me llena de semen a la vez que me llega otro orgasmo. Era joven este macho, pero poderoso.
Ahora cuando le llevo sus mercaderías trata de que en casa este ella sola y si no aguantamos hasta la otra semana.