Cuando le dije a esas palabras a mis amigas, todas se sorprendieron y escandalizaron. Al grado que apenas lo dije, vi sus alarmados rostros, terminé la oración diciendoles. Por mi marido.
Relato
Pero lo cierto es que, Juan mi esposo desde que se le desarrolló la diabetes, se puede decir que en la cama es menos que un cero a la izquierda, ya que ni ganas de follarme, le dan. Por lo que ya a los pocos meses, en que se le declaró ese mal. Yo comencé a buscar como consolarme, intimamente. De manera bien discreta, al principio, convertí algunos embases plasticos de champu, en mis juguetes intimos, mientras me duchaba. Pero al poco tiempo, eso ya me había aburrido, por lo que en lugar de ir a sex shop, por medio de la red, busqué algunos de esos juguetes. Pero de igual forma, o manera me aburrí de ellos rápidamente, y aunque me es sumamente placentero el introducirlos dentro de mi coño, la realidad es que no me emocionan mucho. Así que me puse a pensar en que hacer, hasta que finalmente llegué a la conclusión, de que la verdad era que necesitaba tener sexo, pero no con algo, sino con alguien.
Por lo que un día tras pensarlo mucho, salí de casa dispuesta a hacer algo, no sabía qué, la verdad es que ni idea tenía de lo que quería hacer, ya que el miedo a que eventualmente mi esposo, familiares, o amistades se enterasen de lo que yo hiciera, en gran medida me paralizaba. Para colmo de males mi coche se encontraba en el taller, y por más llamadas que le hice al mecanico, este no atendía el teléfono. Por lo que en algo frustrada, llamé a la compañia de taxis, y solicité uno para pasar por el taller, y ver personalmente que sucedía. Ya que en innumerables ocasionnes le había dicho a mi esposo que pasara, y su respuesta era. Cuando este listo Pepe te llamará, refiriendose al mecanico. Desde que me monté en el taxi, sentí que su chofer, un tipo de facciones algo ordinarias, como de unos treinta tantos años, moreno, de cabello rizado, seguramente de algún pais de sur america, no perdía ocasión para verme por el espejo retrovisor, cosa que al principio me incomodó un poco, al punto que en varias ocasiones me sercioré de que sin querer, no estuviera dejando que viera algo más. Pero en el trayecto a medida que nos fuimos acercando al taller, de momento como que me dio por hacer una pequeña travesura, y de manera intencional, separé mis piernas, al tiempo que de manera disimulada hice que mi falda se me subiera lo suficiente como para dejarle ver claramente el palido color, de mis bragas, y algo más. Ya que de forma distraida supuestamente, comencé a pasar mis dedos por encima y por un lado de mi vulva, como si tubiera algo escosor en ella. Al tiempo que dirigiendome al chofer le comencé a preguntar algunos detalles de la direcciones por las que pasabamos, por lo que constantemente se la pasaba observandome por el espejo retrovisor del taxi. Mientras que yo haciendome la tonta, continuaba pasando mis dedos por encima de mi abierto y depilado coño, mientras observaba las calles, de manera distraida por la ventana. Pero justo en el momento en que se detuvo, se me ocurrió, pensar que quizás aquel curioso chofer, podría darme lo que tanto yo buscaba. Por lo que en lugar de sacar la cartera para pagarle, a medida que me fui bajando del taxi, le pedí que me esperase, no fuera hacer que mi coche aun no estuviera listo. Justo que llegó a la puerta del taller, y que Pepe sale a recibirme diciendome, que mi auto le falta unos pocos minutos para estar listo, a menos que estuviera muy apurada, y no pudiera esperar como unos quince minutos a que su joven ayudante, lo limpiasen. Ya en ese instante en mi mente forjé un plan, y le dije a Pepe que se tomara su tiempo en limpiarlo, y que además le cambiase el aceite del motor si le hacía falta. Que yo iba a estar, el resto de la mañana, paseando por el Centro Comercial. Sin más, ni más, ante la mirada de Pepe y su joven ayudante, me di media vuelta, y regresé al taxi, indicandole al chofer que tomase la ruta más corta, hacía la carretera vieja. Eso si, sin dejar de seguir hasciendole preguntas tontas, y dejando que viera gran parte de mi coño, si mucho esfuerzo de su parte. Yo no se como el tipo ese no se ha llevado a nadie por delante, a medida que seguía manejando, la verdad es que de manera algo lenta, pero practicamente si despegar sus ojos del espejo retrovisor. Fue cuando ya en la vieja carretera le comenté que tenía una sed barbara, y que se detuviera en algún negocio, para comprarme algo, que me refrescase. Apenas se detuvo me bajé, pedí un par de cervezas, y cuando regresé al taxi, en lugar de volverme a sentar en el asiento trasero, lo hice al frente, dejando mis piernas despreocupadamente y completamente abiertas, y antes de que él fuera decirme algo, le entregué su cerveza, al tiempo que yo me tomaba la mía, como si nada raro pasara. El chofer del taxi, sin decir palabra, se me quedó viendo detenidamente, seguramente tratando de adivinar, cuales eran mis intenciones. Fue cuando se me ocurrió de repente, el decirle. Te apuesto a que no conoces, un buen motel que nos quede cerca? Por unos segundos, el chofer se quedó en silencio, bebiendose rápidamente toda la cerveza, sin apartar la mirada de entre mis abiertas piernas. Para luego, despues de tirar la lata por la ventana, y mientras colocaba su mano derecha sobre mi descubierto muslo izquierdo, me preguntó. ¿Y si conosco un buen motel, que gano? Si el motel es bueno, y nos queda cerca, yo pago la habitación, y después veremos que podemos hacer, una vez que estemos dentro. Más rápido que inmediatamente, ya nos encontrabamos registrando en la ventanilla, de uno de los mejores moteles que hay en la carretera vieja. Sin perdida de tiempo, una vez que detuvo el taxi dentro del estacionamiento, ambos nos bajamos del coche, y mientras él cerraba la puerta del estacionamiento, yo me adelanté un poco, y caminando de la manera más seductora que pude, moviendo mis caderas de lado a lado, entré en la habitación. Ya para cuando el chofer del taxi entró, ya yo me había quitado mi vestido del todo. Estaba de pie esperandolo, unicamente con mi braga y sostén puestos. Cuando él entró y tras cerrar la puerta de la habitación, lo primero que me dijo, fue. Me llamó Juan, al escucharlo decirme su nombre, que es igual que el de mi esposo, mentalmente, me dije a misma, María Veronica, mientras que la semejansa sea unicamente en el nombre, no hay problema. Yo le respondí María, que aquí entre nosotros, en realidad es parte de mi Nombre. De inmediato me tomó suavemente entre sus brazos, y fue cuando comencé a sentir un alto grado de anciedad. Mi corazón palpitaba aceleradamente, como nunca antes lo había sentido palpitar. En mi vida había sentido nada semejante, yo esperaba que aquel tipo fuera más agresivo,quizás eso fue lo que me produjo ese, pequeño ataque de anciedad. Pero cuando colocó sus labios sobre los míos, y yo comencé a chuparselos con fuerza, seguramente se dio cuenta de lo deseosa y necesitada que yo estaba, por ser follada. Juan dejó de actuar de manera caballerosa, y sin dejar de besarme, intensamente, introdujo su lengua dentro de mi boca, mientras que con sus fuertes manos, comenzó acariciar de manera desvergonzada todo mi cuerpo, fue cuando me arracó de un solo tirón, tanto las bragas como el sostén, haciendo que yo me quejase por el dolor, al sentir como se rasgaban mis prendas intimas sobre mi piel, dejandome totalmente desnuda entre sus gruesos, y fuertes brazos. Ya en esos momentos, la ansiedad que llegué a sentir, desapareció por completo. Realmente poco me importó, que hubiera roto, mi ropa intima, o que me quedasen marcas sobre mi piel, lo que yo deseaba intensamente era ser follada, y mientras más rapído comenzara, mejor. Juan no perdío tiempo me llevó hasta la cama, donde practicamente me arrojó, yo me quedé con mis piernas bien abiertas, mientras que él extraía su miembro del pantalón. Y así, de inmediato comencé a sentir como aquel erecto miembro, se abrió paso dentro de mi caliente y humeda vulva. En los pocos segundos que lo llegué a ver, de inmediato lo comparé con el de mi marido, quien por mucho salió perdiendo. Cuando el chofer dirigió su caliente miembro directo a mi depilado coño, y comencé a sentir como me fue penetrando, hasta unas lagrimas de alegría se corrieron por mis mejillas. Yo de inmediato comencé a mover mis caderas como hacía tanto tiempo que no lo hacía, gimiendo y gritando de placer, a medida que aquel buen pedazo de carne, no paraba de entrar y salir de mi vulva. Era una locura, el placer que sentía era algo indescriptible, y como si eso fuera poco, en el momento en que dejó de besarme y de introducir su lengua dentro de mi labios, de inmediato dirigió su atención a mis senos, los que besó, chupó, y mordisqueó, al igual que lo hizo con mis parados pezones. Yo estaba disfrutando de todo lo que Juan me estaba haciendo, chillaba de placer, como una loca. Movía mis caderas, y al mismo tiempo le pedía que me diera mucho más duro. En mi puta vida había sentido nada semejante, y que yo me acuerde, en mingún momento mientras estuvimos follando como locos, se me ocurrió pensar en mi marido. Quizás por lo ansiosa que me encontraba, o quien sabe si por el largo y ardiente verano, que sin querer mi marido había dejado que yo callese, disfruté de manera inusual en mí, de un sin numero de orgasmos, de esos que hacen que una ponga los ojos en blanco, y chille como una perra en celo. Pero aparte del placer que Juan me hizo sentir en esos instantes, mi vagina estaba tan y tan sencible, que cuando él depués de un buen rato terminó por venirse dentro de mi coño, les juro que lo sentí. Yo me quedé tirada sobre la cama, con mis piernas abiertas, aunque agotada, muy feliz de haber pasado por todo eso. Juan se puso de pie, se terminó de quitar su ropa, y regresando a mi lado me dijo, bueno María prepara esas nalgas, pero antes quiero que me des una buena mamada. En mi vida Juan mi esposo, me había hablado así, de la manera en que este Juan lo estaba haciendo. Yo me quedé como pasmada, al tiempo que él tomadome por mi cabello, llevó mi boca, a la altura de su mustio miembro. Por unos segundos pensé en decirle que yo no hacía eso. Pero algo me hizo sentir que mejor que abriese la boca, y de inmediato colocó su adormilado miembro dentro de ella. Yo apenas sentí el sabor de su semen, y de mi mi propia vagina en mi paladar, comencé a chuparselo, al principio de manera lenta, pero poco a poco, fui sintiendo como dentro de mi boca, y a medida que yo seguía chupandole su miembro, este se iba poniendo más y más duro, más y más caliente de nuevo, así como más, y más erecto. Lo que en mi vida ni siquiera mi marido me había pedido, yo en esos momentos hasta lo estaba disfrutando. Al punto que en ocasiones dejaba de mamar su erecta verga, y tal como si fuera un helado de paleta, le pasaba toda mi lengua a lo largo de su grueso, largo y caliente tallo. Hastas que llegaba a su colorado glande, y nuevamente me dedicaba a mamarselo todo completamente, haciendo que su parada verga llegase hasta mi propia garganta. Yo me encontraba de lo más entusiasmada chupandole toda su verga, cuando de momento, y sin aviso alguno la sacó de mi boca, y dandome una ardiente nalgada, me dijo. Ponte en cuatro, que te quiero dar por el chiquito. De igual forma que actué cuando me dijo que me pusiera a mamar su verga, actué cuando lo escuché decirme que me pusiera en cuatro patas, y que para colmo, me iba a dar por el chiquito. Yo me quedé nuevamente como paralizada, y él sin perder tiempo, se colocó tras de mi, y tras ensalivar sus dedos, me los empujó salvajemente por mi culo, para cuando yo vine a reaccionar, comencé a sentir como aquella cosa, dura y bastante caliente, se abría paso dentro de mi apretado esfínter. La verdad es que me dolió, y mucho. Pero al poco rato después de que Juan continuó metiendo y sacando por completo su verga de mi apredado culo, como que poco a poco fui agarrandole el gusto a eso, maxime cuando a medida que él me volvía a enterrar toda su verga, entre mis nalgas, una de sus manos se alojó dentro de mi coño. Apretandome con sus dedos, mis clítoris y arrancandome profundos gemidos de placer. Yo perdí la noción del tiempo, cuando finalmente Juan despues de hacerme disfrutar otra vez de multiples orgasmos con su mano dentro de mi coño, y de saciar sus bajos instintos dandome por el culo. Al momento de venirse, sacó su verga de entre mis nalgas, y tal como si yo fuera una muñeca de papel, practicamente me dio vuelta, y colocó su parado miembro dentro de mi boca. Vieniendose del todo, al tiempo que yo comencé a chuparselo, nuevamente.
Cuando finalmente ambos nos pudimos levantar de la cama, me dirigí a la ducha, me asee, y me bañe. Pero al irme a vestir, me di cuenta de que no podía volver a usar más nunca, ni mi braga ni mi sostén, ya que habían quedado hecho trizas. Por lo que sensillamente, y sin mortificarme por ello, me puse mi vestido sin más nada abajo. Ya saliendo del motel, Juan insistió en volver a vernos, pero le dije que me encontraba temporalmente en la ciudad, y que vivía muy lejos, como para que yo pidiera los servicios de su taxi, pero que para cuando regresara, cosa que hago ocasionalmente, de seguro lo procuraría a él. Además aparte de que pagué la habitación del motel, justo antes de bajarme, vi el importe del viaje en el taximetro, y sin decirle nada, se lo pagué. La verdad es que apenas me bajé del taxi me sentí, como super realizada. Estaba feliz, alegre, contenta. En fin la había pasado bastante bien. Sin el menor cargo de conciencia, ni nada que me fuera a oscurecer mi estado de animo. Pero al llegar a la puerta del taller de Pepe, me di cuenta de que estaban cerradas, y la camioneta de él, no se encontraba. Por lo que pensé en volver a llamar a otro taxi para que me llevase a casa, fue cuando apareció el joven ayudante de Pepe, invitandome a que entrase dentro del taller, que ya el coche estaba listo, y él se había quedado para poder entregarme mi coche, ya que su jefe, Pepe. Había ido a recoger a su mujer que salía del hospital esa tarde. Ya dentro del taller, no se por qué se me ocurrió preguntarle al joven que era lo que finalmente le habían hecho al motor. Él de manera muy diligente, de inmediato lo abrió y mostrandome no se qué cosas, me fue diciendo que las habían cambiado. Pero en ese mismo instante, me di cuenta de que no dejaba de ver mis nalgas. Y aunque el vestido que estaba usando no er a ni muy largo ni muy corto, como que de momento me dieron ganas de hacer un pequeño experimento. Así que cuando el chico fue a buscar las llaves del coche, para prenderlo. Yo de manera discreta me subí la falda de mi bestido lo suficiente como para dejar que me viera no tan solo el culo, sino tambien mi coño. Ademas de eso me incliné sobre el motor, separando mis piernas lo sificiente como para dejarle bien claro que no estaba usando nada de ropa intima. Cuando él regresó con las llave en la mano, se detuvo de golpe, y se quedó viendome con la boca abierta. Mientras que yo lo llamé a mi lado, para que me volviera a mostrar las piezas que habían cambiado. Cosa que hizo de inmediato, pero con la excusa de que estaba confundida, le pedí que se colocase tras de mi para que cuando me las señalara, yo las pudiera identificar facilmente. Y en efecto el chico se colocó tras de mí, y apenas senti ese bulto duro y caliente, presionando contra mis desnudas nalgas, no perdimos tiempo. De inmediato y sobre el guardalodo de mi coche, me di vuelta, y comenzamos a besarnos. A los pocos segundos, sentí sus manos explorando mi coño, y al poco rato sentí su duro miembro peneteando divinamente mi coño. Ahora por lo menos una vez al mes le llevó mi coche a Pepe, para que le haga algo, y ocasionalmente solicito los servicios de Juan el taxista.
me tocaba el culo y me morreaba, mientras yo miraba a mi novio, estaba rodeada por tres hombres manoseándome, pellizcándome, seis manos y tres bocas me buscaban ansiosos...mientras ponía cara de cachonda, aun mas de lo que estaba, mientras miraba a mi novio, abriendo mi boquita y jadeando
Relato erótico enviado por culona69 el 20 de September de 2012 a las 00:19:31 - Relato porno leído 156123 veces
Hola me llamo lupita y como lo dice el titulo soy una madura cachonda y muy puta, me encanta el sexo, me gusta que me traten como a una verdadera puta, me encnta que me la metan por el culo y me coman todo mi trasero.
Relato erótico enviado por madura cachonda el 11 de September de 2013 a las 01:05:30 - Relato porno leído 154100 veces
Desde hace más de seis meses, que Antón mi marido, se encuentra preso, y la verdad es que con tres cadenas perpetuas en sus costillas, la única manera de que yo lo vea es, o a través de las rejas, los días de visita, o que él se llegue a fugar, lo cual es un poco menos que imposible. Por lo que comencé a arreglarme para salir a buscar trabajo, en algún restaurante de comida rápida. Fue cuando mi primo, mi hermano, y Darío el hermano de Antón, pasaron a visitarme a casa…
Relato erótico enviado por Narrador el 05 de February de 2015 a las 00:20:40 - Relato porno leído 70436 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:26) dice:
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