Lo que le ocurre a una pareja de esposos al subir a un barco mercante en medio de la bahia.
Relato
PESADILLA EN UN BARCO MERCANTE. Capítulo V
Llego la noche, yo seguía en el cuarto encerrada y desnuda atada al cuello con un collar de perro grueso, una cadena y 2 candados. En el frente mis argollas dentro de mis pezones y mi clítoris. Esta cadena también unida a la cadena que colgaba del techo al collar en mi cuello. De repente entro el jefe con 3 más y les indico que me agarraran. Yo no podía ir a ningún lado como estaba atada. El se refería a tomarme para estirar mi brazo inyectarme con droga. Así lo hicieron y sentí como me iba recorriendo ese líquido por mis venas y cambiaba mis alteradas sensaciones quitando el deseo de luchar y entrar en “viaje” como si estuviera soñando.
Luego de terminada la inyección, les dijo con voz autoritaria: pónganle la ropa que les ordene hacer. Conmigo parada procedieron a ponerme unos pantalones jeans de hombres cortadas las piernas hasta lo más alto posible. Solo quedo un hilito de la costura central del pantalón. Me quedaban grandes y no me cubrían casi nada. Luego me pusieron una camisa sin botones absolutamente suelta para cubrir mi espalda. Con mis manos podía agarrar ambos lados y cerrarla de manera que no se vieran mis senos ni la cadena que los unía a mi clítoris.
El jefe dijo prepárenla para que se la lleven. De inmediato uno de ellos me tomo de mis brazos y me los esposo en la espalda muy apretada. Ya la camisa se abría y mis senos se veían al aire. Me esposaron también mis tobillos. Esto hacia que caminara con dificultad pero aunque estaba drogada ellos no quería correr riesgos.
El les dijo: recuerden que a esta puta la están esperando en el prostíbulo “La Perversidad”, en el pueblo. Deben c obrar precios muy altos pues esta puta está demasiado buena y además será para clientes selectos y extremadamente perversos. Con ese dinero cómprenle ropa sexy a ambas putas y traigan al cirujano con ustedes.
Al escuchar eso volvió a mí la sensación de estar perdida, de pesadumbre de inseguridad. Surgieron en mi muchas preguntas ¿de qué me podía hacer el cirujano? ¿Hasta donde podría llegar la sumisión de un esclavo? ¿Hasta dónde podría aguantar? ¿Cómo podría escaparme? ¿Qué había hecho para merecer todo esto? ¿Volvía a mí la preocupación de una enfermedad o de un embarazo? ¿De un hijo que sería una esclava? Pero todo eso desapareció cuando me halaron por la cadena para que caminara. Casi me caí pues tenía las piernas atadas. Caminamos por la proa hasta un barco de emergencia. Allí dentro me ataron las muñecas a la tarima y que sentada con las manos colgando de la parte central de la torre de mando. Mis piernas cerradas y atadas. Nos bajaron lentamente a tocar el agua del mar. De ahí partimos a tierra a un pueblo llamado Azua. Entre el movimiento del barco y la droga que me habían colocado llegue adormilada.
En tierra me soltaron de mis manos volviendo a colocarlas atadas a mis espaldas. Me llevaron caminado a un prostíbulo muy bullicioso. Estando adentro salió el que supongo es el propietario y pregunto esta es la puta que habías ofrecido, la que podemos hacer lo que queramos con ella. Pues me parece muy bien y veo que sean divertido con ella. Ya he hecho los contactos con personas ricas que tienen en sus mentes mucha perversidad asegurándoles que podrán hacer con ella lo que quieran. Pregunto ¿esta drogada? Porque lo que le espera no será fácil. Llevémosla a la habitación del fondo donde nadie oirá sus gritos.
Entramos en la habitación que era bastante grande y tenía una cama con un espaldar grande de acero. De allí me ataron con la cadena que salía del collar que tenía puesto. El dueño del local insistía en que debían dejarme espacio para moverme al antojo de los hombres que pagaban por estar conmigo.
Me quitaron la ropa que tenía y solo me pusieron un panty tipo tanga de encajes rojos. Quede sentada en la cama llorando cuando alguien abrió la puerta de la habitación. Era un hombre de unos 50 años fornido que llevaba un bolso en sus manos. No me dirigió la palabra, me halo por la cadena que uno mis pezones y el clítoris muy fuerte. Me tuve que acercar a él y miro fijamente mis pezones estirados por su halada. No hablo y saco una bolsa plástica de su bulto. Lo coloco sobre mi cabeza y lo apretó con sus manos en mi cuello. Comencé a perder aire y lo golpee lo más que pude para que no me asfixiara hasta que fui perdiendo las fuerzas y solo tocaba sus brazos como si le rogara que no me matara. Creo que perdí el conocimiento, pues cuando desperté me tenía atada de mis brazos al espalda de la cama y mis piernas atadas a la parte posterior en forma de cruz.
Mordió mis pezones ya de antemano adoloridos y grite. Él se molestó y saco una bola como de billar con un protector de cuero y la introdujo en mi boca colocando luego el protector de cuero que me mantendría en la boca. La bola era tan grande que no podía ni mover mi lengua. Comencé a babear porque no tenía el control de mis labios ni mi lengua. Eso le gustaba. Entonces me tiro de mi cadena como si quisiera levantarme de la cama, el dolor era tremendo y solo se oían balbuceos que me salían como sonido de mi boca. Pensé que me iba a rasgar mis pezones y mi clítoris. Ya no soportaba más dolor. No era humanamente posible.
Entonces hablo y me dijo. Me encantas puta. Ahora jugaremos a la vida y la muerte. Yo te pondré una bolsa sobre tu cabeza que no te dejara entrar aire y tú para no morir asfixiada tendrás que lograr sacarme mi leche haciendo contracciones con tu vagina o moviéndote de manera tal que produzca tanto placer en mí que pueda venirme. Si no lo logras mueres asfixiada lo que daría mucha pena siendo una puta tan linda.
Te lo voy a meter hasta el fondo voy a morder tus pezones hasta que sangren y cuando hayas sangrado te pondré la bolsa en la cabeza porque a mí la sangre me excita. Beberla es un verdadero placer. Así que maldita puta haz lo tuyo para que no mueras en el intento.
Tal como dijo me metió su pene hasta el fondo sin ninguna protección y comenzó a moverse violentamente mordisqueando mis pezones. De repente me mordió el lado derecho con toda la fuerza de su mandíbula, sentí el filo de sus dientes y el dolor insoportable que me producía por debajo de mis argollas. Pensé en un momento que perdería mi pezón, entre embestidas y mordidas sentía como él se iba excitando. De repente dice así puta ya está brotando sangre de este pezón y que rica es. Déjame succionarla a mi gusto. Lo sientes puta. Aparto su boca y me apretó ese pezón con su mano y cuando mojo sus dedos de mi sangre me la paso por mi boca. Volvió a succionarla para sacar toda la sangre posible hasta que se coagulara la salida de la cortada. Termino de ese lado y totalmente excitado paso a mi otro pezón. Más excitado que la primera vez con mayor ímpetu me mordió el pezón izquierdo. Parece que esta vez me rompió alguna venita pues la sangre salía con mayor cantidad y eso lo volvió loco sus embestidas eran inhumanas. Luego paso a mis labios dándome una mordida tremenda y de ellos salió más sangre que el chupaba con todo placer.
Entonces me dijo ahora te toca a ti y me coloco la bolsa en la cabeza, cerrando todas las posibilidades de obtener aire. El seguía embistiéndome y yo fui tratando de moverme para agilizar su venida. Como estaba atada los movimientos eran precarios. Comencé a sentir esa sensación de ahogamiento y desesperada inicie un movimiento de contracción vaginal para ver si así lograba que esta bestia se viniera antes de que me asfixiara. Volvió a morder mi pezón derecho más duro esta vez hasta que brotara más sangre y el poder succionarla. Ya casi desfalleciendo sentí como él se venía dentro de mí. Esas embestidas finales fueron tan fuertes que creo que me produjo un desprendimiento vaginal. Pero lo peor era que me estaba asfixiando. El cayó a mi lado agarrando la bolsa plástica y pensé que sería mi fin. Pero el rompió la bolsa dejando que pudiera respirar. Me dijo solo al borde la muerte puedes llegar al éxtasis maximo y hoy eso lo has aprendido tu puta. Se paró, se cambió y me dejo atada. De la puerta me dijo: todo el dineral que pague por ti tuvo su recompensa.
Que de llorando al borde de la cama, seque las gotas de sangre que aun salían de mis labios y me entrega a la pena y vergüenza por la que estaba pasando. No paso mucho tiempo cuando ya abrían la puerta de nuevo.
Entraron 2 mujeres de 45 a 48 años supongo. Una de ellas arrastraba una pequeña maleta. Yo seguía sentada en la cama amarrada en mi cuello por el collar y atada al espaldar de la cama. Una de ellas se sentó en mi lado y me paso su mano delicadamente por mis mejillas dándome un beso. La otra abrió la maleta y comenzó a sacar aparatos sexuales y otros instrumentos raros.
De inmediato deduje que no era bueno lo que me esperaba. Sacó un miembro de goma o plástico muy grande, yo diría que de un ancho de 2 pulgadas y un largo de 0.75 m. El grosor se hacía más ancho a medida que se acercaba a la base. La base era cuadrada para sostener el miembro parado en el piso. Lo coloco en medio de la habitación y le indico a que estaba a mi lado que me llevara a donde ella había colocado el miembro. Ella me tomo de mis cadenas y me llevo al medio de la habitación. Yo sabía lo que querían y también sabía que era imposible eludirlo. Legue al centro y me colocaron parada encima del pene gigante. Me ataron en las muñecas a 2 ganchos que estaban en el techo. Halaron las sogas hasta estirar no muy fuerte mis brazos quedando los mismos hacia arriba.
Luego me aptaron a los tobillos y me hicieron abajarme con las piernas abiertas. Según fui bajando sentí el pene gigante que tocaba mis labios mayores. Quede sentada sobre mis piernas y apoyada sobre el pene con mis dos brazos atados al techo. Tenía 3 puntos de apoyo: las 2 piernas dobladas como si estuviera sentada en una silla pero soportando todo mi peso y el 3ro el pene gigante que asomaba a mi vagina pero que con el sostén de mis 2 piernas no dejaba que me penetrara. Y era que pensaba que con ese tamaño tampoco me entraría.
La chica que me quedaba adelante comenzó a halar las cuerdas que tenía atadas a mis tobillos. Eso hacía que comenzara a resbalarse mis pies hacia delante. Con cada estirón perdía más el equilibrio y mi punto de apoyo pasaba a ser mi vagina y mis dos brazos. Así continuaron estirándome y haciendo que ese pene gigantesco comenzara a entrar a mi vagina produciéndome una sensación de rasgadura. Continuo hasta que mis piernas estuvieron derechas y sin tocar el piso. Ya debía tener más de 50% del pene dentro de mí. Para disminuir el dolor me halaba de los brazos para que el pene no me penetrara más, pero el cansancio hacia que aflojara y cuando mi peso recaía sobre el pene gigante este me penetraba más y más. Lloraba y ellas solo se reían de mí. Decían: ¿te gusta puta? ¿Nunca habías sentido que tu vagina recibiera un pedazo tan grande que tuviera que estirarse al maximo?
Ellas desnudas se pusieron ambas unos penes amarrados a su cintura de color negro y bastante gruesos. Mientras terminaban de colocárselo una a la otra se besaban, se acariciaban sus senos apretándoselos muy fuerte como podía ver. Lo extraño que aun en la posición que estaba verlas a ambas hacerse el amor delante de mí me excitaba. Era la primera vez que aun con un fuerte dolor estaba excitada.
De pronto, ambas se pararon y vinieron hacia mí. Soltaron mis pies y me ayudaron a pararme y sacarme el pene gigante en el que estaba sentada. De inmediato me pusieron en posición de perro y una de ellas me introdujo su pene por el ano. La otra deslizo su cabeza debajo de mí y comenzó a chuparme mi vulva. Eran fuertes los enviones que recibía en mi culo pero esa mamada me estaba excitando demasiado hasta el punto que obtuve un primer orgasmo.
Quede jadeante, mientras ellas continuaban lo que hacían. Tuve varios orgasmos asi como ellas también. Fue lo único placentero de toda la noche.