Soy un hombre soltero de 29 años, trabajo en una conocida entidad financiera desde hace dos años. Después de las múltiples pruebas que tuve que superar para conseguir el puesto que ocupo
Relato
Soy un hombre soltero de 29 años, trabajo en una conocida entidad financiera desde hace dos años. Después de las múltiples pruebas que tuve que superar para conseguir el puesto que ocupo actualmente, nunca imaginé por las que tuve que pasar para superar el período inicial.
Mi primer destino fue una oficina pequeña, la apoderada (mi jefa) era una mujer de 35 años, con un físico despampanante que ocultaba tras los serios trajes de falda y chaqueta que solía usar. El cajero era un tiparraco a punto de jubilarse, que pasaba la mayor parte del tiempo divagando sobre lo que haría en cuanto dejara la entidad, un muermo absoluto.
Llevaba allí unas dos semanas cuando surgió preparar de urgencia una importante documentación, mi jefa decidió que pasaríamos la tarde en la oficina haciendo el trabajo. Esa tarde pude constatar lo hermosa que era, tenía un tipazo de muerte, ella se quitó la chaqueta y se descalzó, lo hizo tan sensualmente que noté de inmediato el bulto que crecía bajo mi pantalón. Me ofrecí para darle un masaje en los pies y ella dijo que era lo menos que podía hacer (es muy dura y segura de sí misma). Colocó sus pies en mi silla, entre mis piernas, sin cortarse, flexionó ligeramente sus rodillas y me ofreció la imagen de unas braguitas de un blanco inmaculado, llevaba liguero. Me dijo que masajeara sus rodillas y descaradamente apoyó un pie sobre mi polla. La muy zorra me estaba poniendo cachondo, sin mediar palabra yo colé mis manos entre sus muslos y ella me empujó con el pie. Por un momento pensé que me había rechazado pero no, ella subió su pie hasta mi boca, quería que mordisqueara sus dedos mientras con el otro pie seguía frotando mi entrepierna.
Seguimos así durante un rato, hasta que decidí lanzarme a por todas. La llevé en brazos hasta el mostrador de atención al público y allí la tendí, desabroché su blusa y masajeé sus pechos, ¡qué tetas!, redondas, duras, con unos pezones golosos que probé con deleite, le saqué las bragas y me hundí en un coño perfectamente depilado, su clítoris palpitaba pidiendo lengua y se la dí hasta que noté como se corría entre jadeos. Yo estaba a punto de eyacular, pero me contuve porque ella se lanzó como una fiera a comer mi polla, la recorría con su lengua, chupaba mis huevos como si le fuera la vida en ello, la mamada era tan intensa que me corrí en su cara, ella se cabreó porque decía que tenía que correrme en su boca o en su coño, no le gustaba desaprovechar una buena corrida. Me dijo que eso de correrme por fuera no se volviera a repetir. Terminamos nuestro trabajo y cada uno se marchó por su lado como si no hubiera pasado nada.
Los siguientes días transcurrieron con absoluta normalidad, ella me trataba sin ninguna deferencia, todo el trato era entre profesionales. Pensaba que las cosas iban a quedar de esa manera, cosa que lamentaba, porque había sido un polvo increíble. Me llevé una sorpresa el día que me invitó a que la acompañara a una reunión, según ella iba a ser un coñazo. Inmediatamente le dije que sí, pensando en qué después tendríamos ocasión de repetir. Esa tarde pasó a recogerme con su coche, nos dirigíamos a una zona residencial y paró ante una hermosa casa. Entramos juntos a un lujoso salón en el que habría una docena de personas, todos la recibían con agrado y me quedó claro que aquello de reunión coñazo no iba a tener nada cuando tanto hombres como mujeres la besaban en la boca con total naturalidad. Ella me presentó como a un amigo, de inmediato se me acercó una rubia que a modo de saludo agarró mi paquete y metió su lengua en mi boca. Me susurró al oído: ella sólo folla con los mejores, quiero probar lo bueno que eres metiéndola. Entre copas y risas, ví en lo que se convertía aquello, frente a mí había dos tíos desnudando a mi jefa, ella les bajó los pantalones y frotó las pollas una contra otra antes de metérselas en su boca.
La rubia que se me acercó al principio, me presentó a su marido, ella se sacó el vestido y los dos le comimos sus pechos, ella dobló su cuerpo hasta llegar a mi sexo con su boca, el marido se la follaba por detrás mientras ella me comía, cuando el tío se corrió la levantó cogiéndola desde atrás, ella enlazó sus piernas a mi cuerpo y la penetré mientras la levantaba sujetándola por las nalgas. Miré a mi jefa, y es cierto, se tragaba el semen de los tíos saboreándolo.
Mi jefa me ha integrado en su grupo, en el trabajo no hemos vuelto a hacerlo, pero con su grupito liberal, nos reunimos a menudo. A veces voy solo a mirarla follar, es todo un espectáculo.
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 97982 veces