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Ponte el Delantal

Relato enviado por : toronjaverde el 26/05/2014. Lecturas: 3381

etiquetas relato Ponte el Delantal   Dominacion .
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Resumen

Narrativamente creativo.

Alba comenzó con algo que no podría controlar y nunca pensó que ocurriría.

Adrián convierte a Alba en un objeto de placer.

El morbo nunca fue mayor.

(...)"-Adrián, por favor, nada de videos… Por favor…" (...)




Relato

CAPITULO I

 

-En ese momento me dijo: “Ponte el delantal”. Yo… yo ya no tenía idea que iba a pasar después…

-El delantal… ¿Sólo el delantal?

-Sí… doctor… Novoa. Usted entiende.

-Alba, a veces tratamos de recordar si, efectivamente, pudimos hacer algo para evitarlo. No te castigues a ti misma.

-Ohm, es que… o sea… Dios…

-Y bueno… ¿Te pusiste el delantal?

 

 

 

Ya suficiente tenían con tener que hacer entrevistas a sujetos inencontrables. La universidad tenía que programar el examen de las materias más complejas esa misma semana. Y la fiesta organizada por el centro federado en una casona vacía. Todo la misma semana.

-La mierda de semana se nos viene – comentaba Adrián a Pietro-. Ambos alumnos y víctimas de la tempestad académica.

-Y a la mierda con todo en la fiesta, dijo Pietro.

-No, idiota, nos jugamos todas las fichas en el examen, replicaba Adrián.

-Yo no me juego nada en el examen. Me juego todo en la fiesta. Van todas las flacas, imbécil. Todas. Desde la puta de Fabiola hasta Albita la culona virgencita. Pietro mantenía su punto.

 

Estaba cantado el destino de esa fiesta. El lugar era alejado. El alcohol era abundante. La edad era apropiada. Los reparos eran nulos. La época era liberal. El sexo era inminente. La fecha era el jueves.
Para maldición de los estudiantes, el examen era el viernes. La mierda de semana era pesada.

 

-Estoy llevando catorce condones, dijo Pietro.

-Eres un iluso de mierda, yo llevo algunos nada más, pero porque estoy yendo con Fabiola, dijo Jair, novio de Fabiola.

-¿Y el santo de Adrián? No me jodas que está estudiando. Hasta Alba está yendo temprano para disfrutar bien esta fiestita, decía Pietro.

-Esta estudiando el recontra pavo. Y me dijo que se regresa de la fiesta en el primer bus también. El que regresa a la 1am.

-Ya fue, Jair. Suerte con Fabiola esta noche. Reza porque no se aloque demasiado y contigo no lo baste.

-Cállate, imbécil.

 

CAPITULO II

 

-¿Qué tanto pasó en la fiesta, Alba? ¿Dices que fue el origen de todo?

-Es que… o sea… Yo no tomó alcohol, doctor. De hecho, o sea… Yo no era bisexual, ni siquiera había pensado nunca así en una chica.

-Tuviste relaciones con hombres y mujeres en la fiesta, entonces…

-No o sea… sí. Pero todo fue por Pietro. Estábamos haciendo apuestas… Jair estaba completamente dormido, borracho, y no sé como Fabiola me animó a ponernos a jugar con Pietro, ni siquiera me parece atractivo, me parece un cerdo.

-Repito… Tuviste, entonces, relaciones con Pietro y con… ¿Fabiola dices?

-No relaciones o sea… nos besamos los tres y Pietro nos estaba tocando. Yo no hubiera permitido eso sobria. Incluso me quería ir. Adrián se fue temprano…

-Adrián se fue temprano…

-Sí, doctor, Adrián se fue temprano, me dijo para irnos juntos, en el bus que regresaba a la universidad a la 1am, pero me quede…

-¿Cómo se entero Adrián de todo, entonces? ¿Pietro le contó?

-Supongo que le contó, pero hay otro detalle.

-¿Cuál, Alba?

-Parte del juego, era con… una cámara, mi cámara…

 

 

 

Al examen llegaron todos tarde. Todos menos los que no llegaron.

Fabiola encabezando la lista de los ausentes, aquellos quienes, de seguro, se estaban preparando para llevar el mismo curso el siguiente semestre. Pietro, ni llegó al examen, ni nadie está seguro si llegó a su casa.

El examen estaba en pleno desarrollo. La concentración de algunos alumnos como Adrián era remarcable comparado a las caras de resaca e incertidumbre de los otros.

Adrián parecía tener el examen bajo control y, en general, su vida universitaria bajo control. Alba, por otro lado, estaba en una crisis tremenda.
Alba estaba desesperada. Ella era becada y su beca, como todas, implicaba un récord de imbatibilidad en los cursos y con las pocas horas de estudio, y la cabeza en el desenlace de una borrachera. Estaba por perder todo.

La cercanía inmediata de los asientos hizo que Alba notara la seguridad y desarrollo sólido del examen y del gesto de Adrián; y que Adrián notara la desesperación e incertidumbre en el gesto de Alba.

Alba se comió el orgullo y susurró una súplica, nunca antes experimentada en su vida académica y, tal vez en toda su vida.

-Adrián, disculpa que te lo pida, pero es urgente. Necesite me pases las respuestas de la segunda parte. No tengo ninguna. Si jalo esto, pierdo mi beca y pierdo todo, Adrián, por favor…

-Alba, te van a escuchar, nos van a ver y nos van a cagar a los dos…

-Adrián te lo ruego, te estaré eternamente agradecida, por favor, yo sé que tienes las respuestas…

-Pásame las fotos que se tomaron ayer, las más sugerentes…

-¿¡Qué!? ¿De qué estás hablando? ¿Quién te dijo?

-Cállate, nos van a escuchar. Alba pásame las fotos desde tu celular al mío y de la misma manera te paso las respuestas -sentenció Adrián.

-Adrián… por dios… esas fotos las voy a borrar…

-Quedan veinte minutos de examen…

La desesperación nubló la mente de Alba. Ella sabía que pasaba en esas fotos y estaba regalando una intimidad en la cual nunca imaginó estar. Por otro lado, perdía, absolutamente todo en la universidad sin las respuestas.

Alba le envió un mensaje de texto a Adrián diciendo: “Las ves y las borras” y adjuntó las fotos.

Adrián le contestó con las respuestas que Alba tanto quería. Automáticamente, se paró, entregó su examen y se fue. Alba se quedó completando su examen y salió. No vio a Adrián ese día de nuevo.

 

 

CAPITULO III

 

-Conocía a Adrián, desde hace como dos años. Era callado y en verdad no éramos muy cercanos. Era medio raro, pero era simpático. Creo que tuvo una novia, nunca la conocí igual…

-Alba, en ningún momento de esos dos años tú le mostraste algún indicio de tener interés en él, entonces…

-Ohm, no. Supongo que no. O sea no hablábamos casi nada. Yo en verdad pensé que lo de las fotos iba a quedar ahí. Hasta me pareció algo divertido mandárselas, nunca se lo dije, obvio…

-¿Divertido?

-O sea, él era callado y pensé que todo quedaría ahí, nunca pensé que podía suceder todo lo que pasó luego…

 

 

Alba dormía en su cama, luego de aquel extraño día y se despertó al recibir un mensaje de texto a las 4am. Era Adrián y decía: “Ven a mi casa”. Alba no respondió, pero su mente recordó la posición en la que estaba con respecto a Adrián y su posesión de las fotos. Sin embargo, se desprendió de todo pensamiento negativo. Ella repetía en su cabeza que Adrián era un buen tipo, debe ser una broma.

Era sábado y reinaba la paz y la inactividad en la casa de Alba. Fue la misma paz e inactividad la que derivó en aburrimiento e hicieron que Alba respondiera al mensaje de texto de Adrián. Le dijo: “Hola Adrián, ¿supongo que podría ir a tu casa a conversar un rato no?”.
Casi inmediatamente Adrián replicó: “Ven rápido”.

Alba, convencida de que no podía ser nada malo, fue hacia su casa, que quedaba a unos quince minutos en bus. Fue con un vestido corto, propio del verano. No quería provocar a Adrián, pero tampoco quería morirse de calor, aunque bastaba la contorneada figura de Alba para provocar a cualquiera, aun más en aquel vestido.

Adrián recibió a Alba en la puerta de su casa a la hora acordada.

-Pasa Alba, siéntate. Disculpa por ser tan escueto en los mensajes de texto. Necesitaba un favor urgente.

-Ohm, dime Adrián ¿qué fue?

-Alba, siéntate acá porfa –dijo Adrián señalando un mueble más cercano a él.

-Bueno, ¿qué fue?

-Es más o menos simple. No pude dormir al ver las fotos que me mandaste. Quiero comprobar que ese cuerpo en verdad sea tuyo. Porfa, levántate el vestido.

-¡Adrián! ¿Qué te pasa? Te dije que vieras esas fotos y las borraras, no puedo creer qué estás diciendo, ¿es una broma no?

-Levántate el vestido o esas fotos dejarán de ser un secreto…

-Adrián, no sé que mierda estás hablando. Yo me voy de aquí, no se ni para qué vine.

-Alba, escucha, es simple la cuestión. Si no haces lo que te digo, que es un favor muy chiquito, voy a pasarle las fotos a todos los de la universidad, incluyendo al novio de Fabiola… El buen Jair, ¿no tiene idea no? A Fabiola no le gustará saber que compartiste esas fotos…

-Adrián, lo que estás haciendo es un delito…

-Prefieres entonces que se enteren…

-La puta madre, Adrián, eres un enfermo.

Alba se paró, con el mismo gesto del día del examen, desesperación e incertidumbre. Hizo el amago de irse, pero no salió. Adrián la miraba con una sonrisa. Sabía que no se iría.

La tensión tuvo a Alba cinco minutos en silencio, parada, entre irse y sufrir las consecuencias o quedarse en manos de un irreconocible Adrián.

-Adrián, no puedo permitir que eso suceda, ¿qué mierda quieres que haga? No puedo creer que esté haciéndote caso.

-Primero, quiero que te tranquilices y me hables con respeto. En tu posición no te conviene molestarme. Levántate el vestido y enséñame esas piernas, que ya me estás cansando.

Alba seguía parada. Dudó y tembló. Y en ese estado se levantó despacio el vestido, agarrándolo fuertemente con ambas manos dejando ver primero unas bronceadas y trabajadas piernas de adolescente y unos segundos después unas pequeñas muestras de su ropa interior. Blanca como imaginó Adrián.

-¿Qué esperas? Sigue subiendo…

Adrián contemplaba muy complacido lo que veía.

-Al parecer sí eres la de las fotos. Vaya putita que fuiste ese día. Súbelo más…

Ya se comenzaba a ver el ombligo de Alba y Adrián contemplaba deseoso esas piernas y aquellas bragas blancas que creaban un marco precioso.

-¿Ya está? ¿Me puedo ir? –titubeó Alba.

-¿Ves ese mueble? Quiero que te voltees y te pongas a cuatro patas en el mueble, enseñándome ese culito. Ni se te ocurra dejar caer el vestido.

-Adrián eso es denigrante…

Adrián no tuvo que decir nada más y Alba ya estaba acomodándose en el mueble enseñándole aquellas nalgas en tal sugestiva posición que la erección de Adrián era bastante notoria sobre su pantalón.

-Creo que los dos sabemos qué sigue. Ese vestido está estorbando. Quítate el vestido.

Alba había entrado en un estado donde solo aceptaba las palabras de Adrián. Quería que esto terminara lo más rápido posible. Total, no le era tan desagradable la idea de que alguien contemple su figura.

Adrián, extasiado por la gloria del momento, comenzó a tocarse ahora afuera del pantalón. Sacó su pene para que Alba lo viera y supiera de qué se traba el momento.

-Albita querida. Acércate.

Alba se acercaba y Adrián la corrigió. Debía acercarse caminando a cuatro patas. Ahora sin vestido, en ropa interior.

-Saca tu lengua y lame –ordenó Adrián.

-Ohm, Adrián, dios, yo nunca he…

-Saca tu lengua y lame el pene, Albita. No me importa si nunca lo has hecho. Hoy eres mi putita y tienes que obedecerme. Si no, ya sabes que está en juego.

La torpeza e inocencia de Alba al lamer el pene no hacían más que excitar más aun a Adrián. Era lo que él quería someterla. Y la participación proactiva de Alba le hacía creer que ella también lo estaba disfrutando.

Adrián tocó con delicadeza la piel de Alba, mientras está descubría a lamidas su pene. Cuando acercó su mano al pubis de Alba, se dio cuenta lo mojada que estaba Alba.

-Tienes el coño mojadísimo, Albita. Eres una putita y lo estás disfrutando. Dime que eres mi putita.

-Adrián, yo…

-Dímelo.

-Soy tu putita.

CAPITULO IV

 

-¿Cuánto tiempo más te pidió que le hagas esos favores sexuales?

-Eso fue lo más extraño, pasaron algunos pocos minutos más, me dijo que me vistiera y me vaya.

-¿Así nada más?

-Bueno doctor… Me pidió que me quite las bragas y se las diera, pero una vez que ya estaba vestida. Él quiso que me vaya sin calzón caminando. Fue muy incómodo, mi vestido era algo corto.

-Alba, el perfil de ese sujeto es poco común. Generalmente los chantajistas sexuales atacan más violentamente a sus víctimas…

-Doctor, él…

-¿Qué?

-Él… esa noche me mandó a mi celular varias fotos. ¡Eran las fotos de ese día! Él había grabado todo en video, tenía una cámara escondida en alguna parte de su sala, donde fue el primer encuentro. Él… me engañó, me dijo que todo terminaría ahí. Me mintió…

-Alba ¿qué le respondiste?

-Me obligó chantajeada a mandarle un video diciendo “Soy tu putita”. ¡Me tenía amenazada!

-¿No te obligó a ir a su casa de nuevo?

-Me obligó… Me obligó a…

 

 

 

Alba derramó unas lágrimas en el baño. Antes de grabarse en el espejo el mensaje de video que Adrián le había pedido. Estaba en una situación donde no había vuelta atrás. Era inimaginable la vergüenza y el dolor que le causaría la difusión de esas imágenes. Solo comparable a la vergüenza y humillación que le producía estar con él.

Ya había comenzado la semana y Alba no recibía más mensajes de Adrián. Hasta que llegó el martes y recibió un escueto, como solían ser, mensaje que decía: “Jueves 7pm mi casa, mismo vestido, sin bragas”.

La orden era clara y no podía fallar. El jueves llegó y Alba cumplió su parte.

-Pasa, Albita, siéntate aquí y espérame un momento.

-Adrián, por favor, nada de videos… Por favor…

-Desde ahora te vas a dirigir a mí como “Amo”, y con respecto a los videos, yo hago lo que quiero y tu solo eres mi perrita.

-Adrián… yo…

-Alba, obedece o tu vida se va a la misma mierda.

Alba se comió el orgullo y comenzó a ver la situación con otros ojos. Iba a tratar de ser una buena “perrita”. La única manera de salir de aquel lugar sin una vida destruida.

-Sí, amo –cedió Alba.

Adrián subió y bajó las escaleras trayendo una pequeña tela. Era un delantal.

-Perrita, desnúdate y ponte el delantal. Y te estaré esperando en el jardín. No demores.

-Amo, yo…

-Ponte el delantal.

En ese momento, Alba ya no tenía idea de lo que podía pasar.

Demoró en desnudarse y ponerse el delantal. Tuvo todo tipo de pensamientos existencialistas donde ella se convertía en un objeto, perdiendo su calidad de humana libre y cediendo a ser la “perrita” de Adrián.

Alba se mojó con esa idea.

Cuando Alba llegó al jardín, casi completamente desnuda, de no ser por el delantal. Se dio una tremenda sorpresa. Había tres personas en el jardín, esperando por ella. Alba tenía una combinación entre susto, morbo y ansiedad por imaginar que podía pasar con tantas personas.
Una de las otras personas era Pietro. El asqueroso Pietro con quien se divirtió en la fiesta, la raíz que le causó todo este nuevo mundo de “perrita”. La otra persona no la conocía, pero se veía mayor.

Alba no podía esperar más para recibir su primera orden.

Todos contemplaban la belleza de Alba y su mirada inocente en ese rol tal sexual y ese traje tan pequeño. Adrián la mandó a traer unos bocaditos de la cocina.

Todos se quedaron contemplando su culito al verla voltear. Todos los piropos subidos de tono y demás frases que denotaban su posición en este escenario no se hicieron esperar.

-Perrita, apúrate con esos bocadillos, que esta noche será un poco larga –amenazó Adrián.

-Ya voy, amo –repetía Alba en su perfecto rol.

-Nos gustaría que nos bajes el pantalón, uno por uno y comiences a hacer eso que aprendiste la otra vez conmigo. Esta vez nos la vas a chupar bien. Y te vas a comer todo lo que salga –la sentencia de Adrián era clarísima. La noche de Alba sería larga.

Alba comenzó por Adrián como era de esperarse, mientras los otros dos jugaban con su cuerpo. Los senos de Alba eran sobado y pellizcados por debajo y por encima del delantal mientras ella perfeccionaba su felación al jefe de aquella banda, Adrián.

El tercer integrante de esa banda de caballeros, de nombre Nicolás, grababa todo con una cámara. A Alba ya no le importaba nada.
Alba se sentía un objeto de deseo, fruto de la dominación. Era una excelente esclava y se esforzaba por satisfacer a sus amos, especialmente a Adrián quien la sumergió en el mundo de la dominación. Era la perrita perfecta.

Adrián eyaculó en la boca de Alba, y Alba por primera vez en su vida saboreó el semen.

-Trágatelo todo, perrita.

-Sí, amo. Gracias.

Era cuestión de tiempo hasta que uno de los dos, Pietro comenzó a penetrarla. Subida en una mesa, el marco fotográfico del escenario mostraba a Alba en éxtasis siendo penetrada, también por primera vez y saboreando el pene de su tercer amo, Nicolás.

La rotación de posiciones fue una constante en la noche.
Eran ya las 12 de la noche y la última salpicada de semen por parte de Pietro escapó en parte de la boca de Alba, cayendo al jardín.

-Lame el piso, perrita, no desperdicies una gota de semen –ordenó su amo Pietro.

Alba ya no era la misma, nunca volvió a ser la misma. Lamió el semen caído en el jardín mientras Nicolás le decía: “Sonríe a la cámara”.

La noche terminó es una frase que suele finalizar con algún detalle alguna candente experiencia. Pero esa noche nunca terminó.

 

CAPITULO V

 

-En ese momento me dijo: “Ponte el delantal”. Yo… yo ya no tenía idea que iba a pasar después…

-El delantal… ¿Sólo el delantal?

-Sí… doctor… Novoa. Usted entiende.

-Alba, a veces tratamos de recordar si, efectivamente, pudimos hacer algo para evitarlo. No te castigues a ti misma.

-Ohm, es que… o sea… Dios…

-Y bueno… ¿Te pusiste el delantal?

-No

-¿Y te fuiste a tu casa? ¿Cumplió su amenaza de las fotos?

-Mi amo cumplió con su palabra.

 

 

 

 

                                                                                                                                             Piero Suárez Caro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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