Desde hace algún tiempo había venido sufriendo de la próstata, además de otros problemas, que de una forma u otra me llevaron a finalmente a ser no tan solo infértil sino que además impotente. Hasta que encontré a mi urólogo.
Relato
Cansado de ir de urólogo en urólogo, sin que ninguno realmente pareciera comprender mi condición, finalmente un conocido mío me recomendó a este doctor, que mantiene su práctica privada, en un pequeño y retirado consultorio a las afueras de la ciudad, a diferencia de los demás urólogos, él me pareció un hombre sencillo.
De manera muy respetuosa pero amena me tomó todo mi largo historial, y pasamos al consultorio para el examen de rutina, aunque le llevé mi historial médico, y todos mis laboratorios, el insistió que no había mejor manera de diagnosticar que la antigua. Como es normal me sentía algo avergonzado, por lo que sin más ni más como era el último de los pacientes despacho a la vieja enfermera que lo acompañaba.
Ya en el consultorio, me entregó la bata, la que después de quitarme toda la ropa me puse, con la abertura por dé tras. Me condujo a la camilla de examen, y lenta y suavemente comenzó a ir introduciendo su dedo embadurnado en vaselina, dentro de mi esfínter. En cierto momento me preguntó cómo me sentía, y le dije que bastante cómodo, a diferencia de las otras muchas veces que otros doctores, me habían realizado dicho examen. Por espacio de varios minutos sentí su dedos entrando y saliendo de entre mis nalgas sin que me produjera molestia alguna, es más aunque me dio algo de vergüenza reconocerlo, le dije que no tenía prisa alguna porque terminase rápido que se tomase todo el tiempo que él considerase necesario. Pasó unos cuantos minutos, explorando con su tacto mi próstata, hasta que finalmente me dijo, por ahora todo se siente bien, pero me agradaría hacerle una exploración más visual por medio de una micro cámara, y tomar la muestra para una biopsia. Como ya todo eso me lo habían hecho en infinidad de ocasiones, le dije que en las copias que yo le había entregado, se encontraban esos resultados, fue cuando me dijo, no es que desconfié de mis otros colegas, pero yo seguramente busco algo que ellos no. Así que planificamos esa exploración para la siguiente semana. Sin enfermera, ni molestia alguna. Confiadamente me quité toda mi ropa, me puse la bata, y me acosté nuevamente en la camilla. En posición de cubito dorsal, cuando el doctor me indico que me colocase boca arriba, y con los pies sobre los estribos. Cuando vi el aparato explorador en sus manos, estuve a punto de negarme a continuar con el examen, pero el Doctor me dijo para tranquilizarme, este es un modelo fabricado bajo mis propias especificaciones, y aparte de obtener una muestra para la biopsia, me permitirá ver parte de su próstata, e intestino, además activará los cientos de miles de receptores nerviosos que tiene en el esfínter, lo que a su vez deberá activar una respuesta en su organismo.
Con semejante explicación no me quedó más remedio que obedecerle, y a pesar de lo grueso y largo de ese aparato, no sentí mucha incomodidad, es más sentí una especie de corriente eléctrica que me recorría toda mi columna vertebral agradablemente, tras introducírmelo completamente, comenzó a sacarlo y meterlo, y fue cuando se dio la respuesta que el Doctor esperaba, mi pene que en mucho tiempo no había tenido una erección se fue poniendo duro, y a la vez una de sus manos me lo agarró, y comenzó a realizar un tipo de masturbación. Yo en la posición en que me encontraba, aparte de disfrutar de lo que el médico me estaba haciendo con esa cosa, eventualmente me vine, sin poder controlarme. Él recogió una muestra, ya que a diferencia de ser un semen blanco, era de color negro, lo que me asustó, hasta que le Doctor me dijo, no se preocupe, que todo eso es normal, lo siguiente que hizo fue agarrar mis testículos y palparlo detenidamente con sus dedos, luego me comentó. Sus testículos presentan varicoceles, así que prepararemos una cirugía para la próxima semana, y su condición debe mejorar.
En efecto el Doctor a la semana me practicó una pequeña cirugía ambulatoria, en los testículos, y a la semana me volvió a ver. Aunque no había vuelto a tener otra erección, cuando comenzó la exploración sentí como nada más por el hecho de acostarme en la camilla, mi pene comenzó a reaccionar. Ya nuevamente acostado boca arriba sobre la camilla y con mis piernas separadas y colocadas en los estribos, mi urólogo comenzó el examen, introduciendo nuevamente su dedo embadurnado en vaselina dentro de mi ano, y a medida que él lo iba moviendo su dedos dentro de mi cuerpo, mi pene continuó reaccionando, poniéndose duro, como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Fue cuando me preguntó, pero en un tono muy diferente al que usaba regularmente al hablarme, diciéndome. ¿Si quiere lo dejamos así, o si lo prefieres te puedo producir un mayor placer? Yo que en realidad estaba disfrutando de lo que él me estaba haciendo, de manera completamente desvergonzada la dije, continué, continué, haga lo que entienda debe hacer, pero no se detenga.
Fue cuando sentí que extrajo su dedo, y casi de inmediato sentí algo mucho más grueso, y cálido presionando mi esfínter, y con una facilidad asombrosa fui penetrado. No me costó mucho trabajo entender que mi urólogo me estaba sodomizando, pero era tanto el placer que me proporcionaba en esos momentos, que sin complejo alguno, disfruté plenamente de lo que me estaba haciendo. Sentía como su pene entraba y salía de mi cuerpo una y otra vez, divinamente yo no pude contenerme y comencé a mover mis caderas, al ritmo que él me imponía, además apretaba mi esfínter cuando sentía que me lo enterraba y lo soltaba cuando lo sacaba. Mi verga estaba bien erecta, y sentí una de sus manos masturbándome, al mismo ritmo que ambos llevábamos, así estuvimos hasta que yo sin poder contenerme solté un gran chorro de semen que cayó sobre mi barriga.
Casi de inmediato mi Doctor extrajo su verga de mi culo, y quedándose de pie, al lado de mi cara en la camilla, coloco su miembro frente a mi boca, el que yo inmediatamente introduje dentro de mi boca, y me dediqué a mamárselo, hasta que se vino, y yo gustosamente me tragué todo su semen. Después de eso, me quedé algo cortado, avergonzado, y a la vez satisfecho con todo lo sucedido. Fue cuando mi urólogo me dijo, no te avergüences de nada, si no te gusto, con no hacerlo nuevamente basta. Pero la cosa es que si me gustó, y en mi vida ni cuando era chico, a diferencia de otros conocidos míos, jamás había tenido ese tipo de relación. Cuando se lo dije a mi Doctor, el me dijo, yo regularmente nunca hago esto con ningún paciente, pero algo en ti me provocó hacerlo, no sé si sería la manera en que tu rostro reflejaba el placer que sentías, o que. La cosa es que como te dije, no mantengo relaciones con ninguno de mis pacientes, pero en tu caso si gustas volver a verme, solamente me llamas y nos arreglamos.
Por lo menos una dos o tres veces al mes, asisto a la consulta con mi urólogo. Al llegar no está la enfermera, y de inmediato me desvisto, y lo demás se lo pueden imaginar….
La doctora es paralizada con una descarga electrica, para luego ser violada...
Relato erótico enviado por chicax el 19 de September de 2004 a las 10:00:00 - Relato porno leído 68288 veces
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narrador
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