Sabrina es el nombre de mi esposa, ella es petisa, de un metro cincuenta y cinco de altura, pero es veneno en frasco chico, es terriblemente bonita, carita redondita llena de pecas, labios carnosos y nariz diminuta, el pelito castaño en corte carre y dos terribles ojazos azules. Su cuerpo es armónico, unas hermosas tetas, una diminuta cintura, un terrible culo redondito como una manzana y unas macizas piernas...
Relato
SABRINA
Sabrina es el nombre de mi esposa, ella es petisa, de un metro cincuenta y cinco de altura, pero es veneno en frasco chico, es terriblemente bonita, carita redondita llena de pecas, labios carnosos y nariz diminuta, el pelito castaño en corte carre y dos terribles ojazos azules. Su cuerpo es armónico, unas hermosas tetas, una diminuta cintura, un terrible culo redondito como una manzana y unas macizas piernas. Además tiene dos cualidades que hacen un coctel mortal para cualquier hombre, por un lado una forma de hablar muy seductora y casi siempre lo hace con doble intención, no le importa que yo esté presente, seduce a cuanto hombre puede, es su forma de ser, lo que se dice una calienta pijas, por otro lado su forma de vestir, siempre provocativa, su vestuario predilecto son pequeñas minifaldas, calzas de licra y pequeños top que apenas tapan sus pechos, en la calle no pasa desapercibida, todos se dan vuelta para observarla y le gritan de todo, a ella le encanta. Cuando íbamos a la playa usaba micro tangas, casi siempre rojas, atrás eran casi un hilo dental y siempre se iba a caminar así, casi en bolas, le encantaba rebolear el orto y que la miraran, sabía que a mí no me gustaba que hiciera eso pero me ignoraba totalmente.
Estábamos llegando a nuestro quinto año de matrimonio y los fuegos artificiales de los primeros tiempos se iban apagando, en la cama solo hacíamos sexo tradicional, casi nada de sexo oral y ni hablar de sexo anal, a pesar que yo sabía que ese culo no era virgen y que varias pijas habían pasado por el, cuando nos casamos el prontuario de Sabrina estaba más cerca de una puta de prostíbulo que de una monja de iglesia, yo lo sabía y lo acepté. Notaba que la relación se hacía distante a medida que pasaba el tiempo.
Por mi lado, me declaro un auténtico mirón, me encanta ver películas pornográficas y tengo una colección de fotos bajadas de internet, ella lo sabía, más de una vez me agarró ‘pegado’ a la computadora y tuvimos discusiones por este punto, a ella no le gustaba.
Un complejo que siempre tuve es mi pequeño pene, con viento a favor cuando está erecto no llega a los doce centímetros, siempre me dio vergüenza, dicen que no es cuestión de tamaño sino de saber usarla, pero siempre sospeché que a ella le faltaban centímetros de carne para ser una mujer completa….
Una vez mientras ella se estaba bañando, descubrí que había olvidado su diario íntimo sobre la cama, en realidad ignoraba que llevara un diario íntimo, y hasta ahora que lo pienso no sé si fue un descuido ó me lo dejó a propósito para que lo viera. No pude resistirme, lo tomé, leí algunos párrafos y confirmé mis pensamientos, añoraba las pijas grandes que se comía antes de conocerme, por suerte parecía aun serme fiel, pero… cuanto tiempo tardaría en ponerme los cuernos?. Lo acomodé como estaba y me fui con la computadora.
Dejé pasar un par de días, y la encaré decidido, le dije:
- Sé que te gustan las pijas grandes y yo no puedo dártelo, también se que te gusta sentirte observada y a mí me encanta mirar… entonces…. qué te parece si te haces coger bien con la condición que yo pueda mirarte?
- Si! me encanta la idea!
No lo dudó ni un instante, el menos hubiera disimulado un poco pensé….
Convenimos en que se busque uno ó dos machos por Internet que estén dispuestos a enfiestarse, dejé todo en sus manos.
Una semana después me dijo:
- Listo!, preparate que el Sábado por la tarde vienen los cuatro…
- Cuatro? - pregunté incrédulo - no dijimos uno ó dos?
Solo respondió con una sonrisa libidinosa…
El Sábado estaba nervioso, ella por el contrario esperaba el momento relajada, era una ‘experta’. Al atardecer mientras se daba una ducha llegaron los muchachos, los recibí, hablamos un rato haciendo tiempo. Los observé, eran musculosos, se notaban sus cuerpos trabajados, me sentí un poco celoso. Fiel a su costumbre, Sabrina salió del baño a recibirlos tan solo con una diminuta tanga celeste, sus pechos al aire como si nada, con su cabello húmedo y un rico perfume los encaró para saludarlos y los besó en la boca uno por uno, no tenía un dejo de vergüenza. Era impactante la imagen, ella descalza y tan chiquitita no llegaba a las tetillas de los machos, parecía una muñequita de juguete. Ellos me ignoraron y cuando empezaban a manosearla, me miró y me dijo:
- Andá a la pieza y esperanos, tengo que preparar la rutina…
Le hice caso, me acomodé en un sillón en el rincón, a un metro de la cama y esperé. Luego de unos diez minutos se abrió la puerta e ingresaron ellos, los cuatro completamente desnudos, no pude evitar mirar sus pijas…. guau! que cosas impresionantes, eran unas gruesas barras de carne de más de veinte centímetros, que pedazos de bestias! No podía creer que la petisa se fuera a comer todo eso, la putona sí que eligió ‘a lo grande’… Se acostaron en la cama uno al lado del otro con las piernas colgando a un costado, mientras se aseguraban de mantener erguidas esas moles, parecían cuatro rascacielos…
Luego entró Sabrina y me dijo:
- Preparate mi amor, te voy a dar el mejor show en vivo de tu vida…
Dicho esto se arrodilló entre las piernas de uno de los muchachos, mientras me miraba, tomo su miembro y lo masturbó suavemente, peló su glande, sacó la lengua apoyándola en la base fue subiendo lentamente hasta la punta como saboreando un helado, lo repitió una y otra vez, luego se concentró en su cabeza y por último, abriendo bien la boca se la metió adentro todo lo que pudo, hasta que le saltaron las lágrimas, estaba enloquecida, la verdad es que no recordaba que a mí me hubiera chupado así la pija alguna vez. De uno a uno fue pasando, como le gustaba chupar verga!!!
- Te gusta mi amor? - preguntó notando que yo estaba al palo y masajeado mi ‘paquetito’.
Cuando se cansó de chupar, acomodó a uno de los sementales boca arriba, se aseguró de darme un buen plano, pasó una pierna a su lado, corrió la tanga y apoyó la pija en su concha, la desproporción entre su culito y semejante verga no dejaba de sorprenderme, sin embargo ella se la fue comiendo centímetro a centímetro y cuando llegó a la mitad empezó a subir y bajar, una y otra vez, su hermoso orto redondito como una manzana se movía rítmicamente, le sobraba pija pensé en un principio, pero noté que en cada embate se comía otro pedacito, y otro y otro más hasta comérsela toda, no podía creer donde metía tanta carne… estaba enloquecida, gritaba como una chancha, pequeños orgasmos salían de lo más profundo de su ser, me decía:
- Sergio, ves? Esto si es coger!!! Qué hermosa pija! Me está rompiendo toda!
Yo tenía una mezcla de sensaciones, excitación y alegría por ella, frustración y celos por mi… así pasó uno a uno, me mostró como sus labios se saciaban y su argolla era penetrada por gruesas vergas.
El ‘siguiente acto’ casi me mata…. Sabrina sacó algo de la mesita su de luz y se lo pasó a uno de los muchachos, no ví que era, estaba intrigado, mi pija estaba recaliente me costaba contenerme. Ella prosiguió, tomó dos grandes almohadones que tenemos para decorar el cuarto y lo puso uno sobre otro, luego se recostó boca abajo, dejando su pecho contra el colchón y sus caderas sobre los almohadones, su culito quedó indefenso apuntando al techo, uno se acercó y tirando le arrancó la tanga para luego abrirle las nalgas, empezaba a entender y no lo podía creer… lo que Sabrina le había pasado era gel lubricante, el loco tomo un poco en sus dedos y empezó a jugar en su culo, lentamente fue untando y dilatando, se acomodó y fue bajando, apoyó la punta de su verga en el esfínter de mi amada y pausadamente fue forzando, Sabrina gritaba como una perra, ‘la va a matar’ pensé, ‘eso no va a entrar en ese agujerito!’. Poco a poco fue cediendo, a medida que se relajaba, su ano se dilataba más y más, hasta que el tipo se dejó caer por su peso y se la metió toda, ella pegó un grito, y agregó:
- Como deseaba tener una pija así en mi culo, dale! dale! rompelo todo…
A todo esto yo había sacado mi pitito y me acababa, solo en el rincón sin importarle a nadie, mientras miraba como le hacían el culo, pensar que en cinco años no me la había entregado nunca. Pasó el segundo, el tercero la tomó con sus brazos musculosos y la levantó como a un papelito por el aire, ella apenas pasaba los cincuenta kilos, así la trajo acercándose donde yo estaba, ella refregaba los pezones contra su pecho esculpido, y se colgó del cuello, sus pies quedaron lejos del suelo, el pasó los brazos entre sus piernas, las levantó una a cada lado y la dejó caer hasta ensartarle la concha hasta el fondo, así la levantaba y la soltaba, como gritaba, mas y mas, bajó una mano a acariciarse su pubis, su clítoris, en eso otro la atacó por detrás, no podía creer lo que veía, tenía dos pijas adentro, una en la concha y otra en el orto, mi muñequita… no sé cuántos orgasmos más tuvo, perdí la cuenta. Así la tuvieron un buen rato, uno parado frente al otro, la levantaban y la bajaban y ella se devoraba ambos miembros al mismo tiempo.
Esto no duraría mucho tiempo mas, a pesar que ellos se iban turnando y descansando ella estaba constantemente con una ó dos pijas adentro, cuando se cansaron de darle la tiraron en la cama como una bolsa de papas, Sabrina se acomodó en cuatro patas, apuntándome el culo y la concha para mi lado, me preguntó si me gustaba lo que veía, mientras se arqueaba y sacaba mas culo todavía, otra vez estaba con mi pitulín duro, la oí reclamar ‘vamos chicos!, mi culo quiere carne’, mientras separaba sus cachetes con sus manos y ofrecía todo lo que tenía, así que otra vez a la carga, de a uno en uno, pasaban una pierna a cada lado y le enterraban la pija en el culo ó en la concha, ella solo respondía con gritos, que puta era…
Su culo sí que no toleraba tanta carne, cada uno que pasaba le quedaba media pija afuera, en un momento uno de los locos le metía y la sacaba la verga y los otros me mostraban como le habían dejado el orto, su esfínter dilatado dejaba un agujero de cuatro ó cinco centímetros que no podía cerrar, el loco siguió así y ella le imploró:
- Quiero tu lechita…
Él le dio y le dio hasta que no aguantó más, sacó el miembro endurecido, apuntó al cráter y largó un chorro de leche que se perdió en la profundidad, luego otro y otro, hasta que empezó a rebalsar, entonces se la metió otra vez hasta el fondo haciendo salir la leche que corrió por los pendejos, por los labios y por su argolla, mientras ella no dejaba de refregarse el clítoris.
Cuando terminó me dijo:
- Viste lo que es una pija! Esto es coger, ahora mastúrbate para mí, me dijo, el show se termina…
Se acomodó sobre la alfombra, a menos de un metro de donde yo estaba, cara a cara, los tres restantes la rodearon y ella comenzó a chupar sus miembros, de uno en uno, ó juntando dos, y hasta los tres ‘quiero leche’ exigía cada tanto, uno a uno se fueron acercando para satisfacerla, ella no sacaba sus ojos de los míos, me quemaba con la mirada, su lengua y sus labios no paraban de moverse. Cuando el primero estuvo listo se arrimó a su cara, ella abrió la boca y le pasó la lengua por la base del glande, empezó a acabar, chorrito tras chorrito fue recibiendo la leche caliente, aún no había terminado de succionar cuando el segundo se le vino encima, este tiraba chorros como una manguera, uno tras otro, ella abría la boca pero era mucho, la saboreaba, parte se escapó por sus cachetes y rodó hacia sus pechos, con sus manos jugaba en ellos haciendo un enchastre. Mientras el último se aprestaba, con sus manos corrió los restos de leche hacia su boca, la abrió y me mostró como estaba llena de líquido blanco, trago todo, ‘que rico!’ dijo abriendo nuevamente la boca y enseñándomela ahora vacía. El cuarto macho también llegaba, le ofrecí mi pija pero obviamente prefirió la otra, de un bocado se la metió todo lo que pudo hasta el fondo de la garganta, le comió más de media verga, el loco se quejaba de placer, ella fruncía el entrecejo y solo exclamaba ‘mmm! mmm!’, el tipo estaba descargando su esperma directamente en la garganta, Sabrina se lo tragaba todo!
La petisa desbordaba de placer
- Puedo cogerte? - pregunté
- Ahora no, vos no querías mirar? estoy exhausta… - fue su respuesta
No aguanté más y terminé acabando en el piso por segunda vez…
Después de ese día, acordamos repetir esta experiencia una vez al mes, prefería compartirla a perderla, el tema es que ella cada vez esperaba más ansiosa ese día y cada vez se alejaba mas de mi lado, así seguimos por dos años, finalmente el desenlace, ella me dejó, se marchó con otro, era evidente que entre ambos había ‘una diferencia’ que yo nunca podría alcanzar, debí suponerlo desde el principio… para mi sigue siendo mi esposa, aun la amo…
Si eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘SABRINA’ a dulces.placeres@live.com
Como mi marido va creando situaciones en las que me convierte en exhibisionista, llegando al grado, no se si planeado o no, llegar a un extremo en que permito que varios de sus amigos me posean, por todas partes de mi cuerpo.
Relato erótico enviado por Anonymous el 22 de January de 2014 a las 21:38:59 - Relato porno leído 219044 veces