Lo cierto es, que la que comenzó con las bromas pesadas, fui yo, pero jamás pensé que ellas se atreverían hacer algo, que me llevaría a mí, hacer realidad mi fantasía de adolescente.
Relato
Como ya les dije, fui yo la que comenzó con las bromas, a una de las chicas de la residencia le hice un corte en V invertida, por la parte trasera de su falda, desde luego que sin que ella se diera cuenta. Por lo que caminó por casi toda la universidad mostrando sus planas nalgas, y sus ridículas pantis rosadas de Hello Kitty. A otra un día que estaba usando unos lindos y ajustados pantalones blancos, pero cuando se fue a sentar, le coloque una almohadilla de tinta roja oscura. Cuando se levantó al final de la clase, daba la impresión de que le había bajado la regla, y ella no se había dado cuenta. A otra de mis amigas le puse un fuerte diurético en su refresco, por lo que sin darse cuenta se orinó toda. Y así creo que les hice pesadas bromas, a la mayoría de mis compañeras de residencia.
Hasta que finalmente, por la manera en que yo me reía de todas, y de paso, como fui la única a la que no le pasó nada, mis amigas se dieron cuenta, de que yo era la causante de todos sus dolores de cabeza.
Hasta que durante un viernes, varias de ellas me invitaron para ir a bailar a un pub. Al principio no pensé aceptar, con la excusa de que no tenía ropa. Pero una de mis amigas me prestó su vestido favorito, que aunque me quedaba un poco pequeño, me lo puse.
Finalmente acepté, aunque siempre pendiente a que no me hicieran alguna pesada broma a mí. Estuve tan, y tan pendiente a cualquier broma, que no le puse mucha atención a lo que me estaba bebiendo.
Cuando me desperté me encontré en un bar de mala muerte, rodeada por un montón de tipos que ni conocía, y lo peor de todo era que las muy desgraciadas, mientras estuve sin sentido, se vengaron poniéndome unas ridículas mayas negras, ajustadas a mi cuerpo con un liguero. Además se quedaron con mi cartera, y me dejaron una ridículamente chiquita. La verdad es que por la manera en que estaba vestida, parecía, y olía a puta barata, ya que al parecer me vaciaron un frasco de perfume barato encima de la ropa.
Aun algo afectada, por lo que había bebido, me dieron unas fuertes ganas de orinar, dando uno que otro tras pies pude llegar al baño, y es que me encuentro cuando fui a orinar, que también me habían quitado mis pantis.
Para colmo de males, el corto, y ajustado vestido tipo tubo hecho en licra de color rojo, que me habían prestado, me quedaba tan, y tan ajustado, y corto, por no decir que pequeño, que nada más por el solo acto de respirar, sin yo quererlo, mostraba gran parte de mis nalgas. Además como también me dejaron sin sostén, mis tetas prácticamente estaban al aire. Ya que si jaloneaba el vestido hacía abajo para que no se vieran mis nalgas, prácticamente mis tetas se quedaban al aire. Además de un par de zapatos de tacos súper altos, que estaban matándome los pies. Ya en el baño también me di cuenta de que me habían maquillado de manera extremadamente exagerada. Tanto que nada más por el maquillaje, cualquiera diría que yo era una puta barata, ¿se lo pueden imaginar?, para colmo de males lo único que tenía en la pequeña cartera que me dejaron, fue un pequeño frasco de un hediondo perfume, de pachuli.
Cuando salí del baño, sentí que los ojos de todos esos tipos, los tenía clavados entre mis nalgas. En ese instante pensé, agarró mi cartera, salgo de este antro de mala muerte, detengo un taxi, y que me lleve a la residencia. Pero ya de regreso a la mesa donde me había despertado, apenas me senté llegó el mesero entregándome un trago, el que por la gran sed que tenía en esos momentos, de inmediato me llevé a la boca, no había terminado de tomármelo, cuando el mesero me pidió que le pagara. Yo hice el teatro de buscar el dinero en mi pequeña cartera, aun sabiendo que nada más tenía el pequeño frasco de perfume.
De inmediato me disculpe, y traté de explicarle que no sabía ni cómo había llegado ahí, y que tampoco tenía idea de donde me encontraba, ni de cuando llegué. El mesero se sonrió maliciosamente, y acercándose a mi oreja me dijo. Yo no sé nada de ese cuento chino, lo que sé es que has bebido bastante, y bueno la noche es joven, quizás te encuentre algún cliente, que quiera pagar tú cuenta. De lo contrario, te lo puedo cobrar en especie. O mejor dicho, como dicen ahora, a cambio de servicios profesionales.
Cuando el mesero se retiró, pensé hasta en salir corriendo, pero con esos tacos, y el ajustado vestido rojo, seguramente no terminaba de poner un pie fuera de ese sitio, que de seguro ya me habrían echado mano. Así que mientras mi cabeza me daba vueltas, tratando de explicarme a mi misma que me había sucedido, terminé de tomarme el fuerte trago, que el mesero me había traído. La verdad es que el trago era bien fuerte, cuando de nuevo regresa el mesero con otro trago, el que yo, por aquello de que no lo había pedido, no lo pensaba pagar. Pero al escucharme decirle que no lo había pedido, el mesero me señaló un tío en la barra, como de unos cuarenta años, que no me quitaba los ojos de encima. Y al tiempo que me entregaba ese otro trago, me dijo al oído, ya ese pagó toda tu cuenta. Así que estamos a mano, pero ya sabes, si quieres cuando cierre el bar, podemos hacer algún intercambio de servicios.
Yo me quedé viendo al tipo que pagó la cuenta, y de inmediato este se comenzó acercar. Tomo asiento a mi lado, y me dijo. El mesero me dijo que atrás tiene una habitación, disponible. Al escucharlo yo me quedé sin saber que responder, hasta que el tipo ese me tomó de la mano, el trago me lo bajé de un solo golpe, mientras travesamos el bar, para llegar a la habitación. Yo misma me decía mentalmente, mientras caminaba, bueno no será la primera vez, y seguramente tampoco la última, que estando borracha, te acuestas con un desconocido, pero de inmediato me decía a mí misma, mientras seguía caminando, si pero jamás lo habías hecho como puta.
Al principio comencé a caminar mucho más lenta que el tipo que había pagado mi cuenta, tratando inútilmente, de ajustar el pequeño vestido a mi cuerpo, para que no se me vieran las nalgas. Pero después del tercer o cuarto paso, como que me importó muy poco lo que pudieran ver el resto de los clientes del bar, por lo que seguí caminando de lo más tranquila, muy consciente que ni tan siquiera tenía puestas mis pantis, y que sin mucho esfuerzo de seguro me verían hasta el coño.
Cuando pasamos al lado de la barra, el mesero, le entregó una llave al tipo que pagó mi cuenta, y justo en ese instante, uno de los tipos que estaba sentado en la barra, cuando pasé a su lado, me dio un agarrón de nalgas. Yo me detuve de golpe, y hasta estuve a punto de hasta pegar un grito, más que todo por el inesperado susto que me llevé en ese instante. Pero a pesar de estar sumamente mareada, algo dentro de mí me dijo, que si gritaba, seguramente se iba a formar una pelea. Y después de eso quien sabe que podría pasar. Por lo que únicamente, al momento de detenerme, miré al tipo que me agarró la nalga, y él sonriendo me guiño el ojo, y en un suave susurró me dijo. Te espero cuando termines con él. Yo seguí caminando, ya más que segura que prácticamente llevaba las nalgas al aire, como las putas que hacen la calle para atraer clientes.
Ya en la habitación, en la que solamente había una cama de una sola plaza, una silla, un lavamanos, y un inodoro. Nuevamente pensé en salir corriendo, pero me dije a mi misma que de nada valía, ya que con facilidad el cliente me hubiera dado alcance. Y era muy probable que me hubiera obligado a la fuerza mantener sexo con él. Además en mi situación no estaba en condiciones de ponerme a discutir con nadie. Por lo que de inmediato comencé a despojarme de la poca ropa que tenía puesta.
Pero a medida que me quitaba el pequeño y ajustado vestido, me acordé que cuando adolescente, al enterarme lo que era una puta, y las cosas que hacían, en varias ocasiones, soñaba despierta con llegar a ser una verdadera puta, para acostarme con quien me diera la gana, hasta que después con el tiempo me olvidé de eso. Lo que en parte, y quizás por mi borrachera, me causó gracia, ya que me dije a mi misma, que sin buscarlo iba hacer realidad, mi fantasía de adolescente.
Cuando terminé de quitarme el vestido, únicamente me quedé con las medias de maya de color negro, y el liguero puesto. Resignada a mi suerte me subí a la cama, esperando que ¨mi cliente¨ se terminase de quitar la ropa. Fue cuando él sacando su abultada cartera, extrajo un fajo de dinero, y tras retirar varios billetes, me preguntó ¿No piensas lavarme la verga?, al tiempo que me daba el dinero.
Yo guardé el dinero en mi vacía carterita, y de inmediato me levanté de la cama, y agarrando al tipo de la mano lo llevé a un pequeño lavamanos que había junto con un pequeño inodoro.
Al terminar de lavarle la verga a mi cliente, ambos fuimos a la cama. Él comenzó a manosear todo mi cuerpo, y a chupar mis tetas, al tiempo que su verga se fue poniendo parada, y bien dura. Yo separé mis piernas, y él suavemente comenzó a enterrarme toda su verga.
En esos momentos y mientras movía mis caderas, llegué a pensar, que la vida de puta, no era tan mala después de todo. Así ambos seguimos moviéndonos, él metiendo y sacando su sabrosa verga de mi coño, y yo restregándolo contra su cuerpo, haciendo que yo gimiera de placer, al sentir como entraba, y salía todo su sabroso miembro dentro de mí cuerpo.
Sus brazos me apretaban contra su velludo cuerpo, con fuerza. Mientras que yo no dejaba de mover mis caderas, a mi cliente se le ocurrió que cambiásemos de posición, y tras sacar su sabrosa verga de mi coño, se colocó tras de mí y volviéndome a penetrar por el coño, continuó clavándome su verga, hasta que después de un largo rato, en que yo no paraba de decirle lo rica y sabrosa que sentía su verga entrando una y otra vez dentro de mi coño. Finalmente se vino, dentro de mí.
Luego me dijo, que deseaba que le mamase por un rato su verga, para luego darme por el culo. Yo no pensaba hacerlo, pero apenas sacó un par de nuevos billetes, y me los entregó, ya no tuve excusa alguna como para negarme a cumplir sus deseos, por lo que tras medio limpiar su verga, con un poco de agua, comencé mamársela. En cosa de pocos minutos, ya la tenía lo suficientemente dura, como para metérmela por el culo, lo que hizo sin demora, al mismo tiempo que le dio un buen agarrón a mi coño, con una de sus manos.
Yo la verdad es que me quede, sumamente complacida, aunque con el culo un poquito adolorido por falta de práctica. No bien mi cliente se retiró de la pequeña habitación, yo me senté en el inodoro para lavar mi coño, y mi culo, al tiempo que expulsaba lo que él me había dejado dentro. Aun no había terminado, cuando sin vergüenza alguna el mesero, se asomó a la puerta de la habitación, diciéndome. A fuera ya te tengo otro cliente, que está interesado en acostarse contigo.
Tras haberme lavado bien tanto mi culo como mi coño y boca, después de vestirme, regresé al bar. Yo bien pude seguir de largo, y salir de ese antro, pero como que le agarré el gustito a eso de ser puta, por una noche, así que caminando de la manera más seductora que pude hacerlo, consciente de que todos en el bar, mantenían sus ojos clavados entre mis nalgas y coño, volví a tomar asiento en la mesa, en la que antes había estado sentada. El mesero de inmediato me trajo otro trago, y al entregármelo, me dijo. Es del tipo que te agarró las nalgas, yo agarré el trago, y justo antes de llevármelo a la boca, con el trago en la mano lo salude. Para luego de un solo trago tomarme todo el contenido del pequeño vaso.
Casi de inmediato el tipo, con pinta de galán barato, de telenovelas, tomó asiento a mi lado, trayendo una botella de vodka. Comenzamos a beber, me invitó a bailar, y así estuvimos un buen rato. De cuando en cuando mientras bailábamos me agarraba las nalgas de manera descarada, como diciéndole a los demás, miren que hembra tengo. Así que cuando la botella ya iba por la mitad, me dijo para ir a la habitación de atrás. A lo que yo alegremente acepté.
No bien volví a entrar a la pequeña habitación, me quité el ajustado vestido, quedando de nuevo únicamente, con esas ridículas medias negras de maya, y el liguero sujetándolas. Este segundo cliente no fue tan esplendido como el primero, al momento de darme el dinero. Pero a diferencia de mi primer cliente, no bien había comenzado a metérmelo, cuando se vino rápidamente entre mis muslos.
Yo la verdad no sabía ni que hacer, así que opté por hacerme la desentendida, agarré la única toalla que había en la habitación, y tras haberla mojado en el lavamanos, me dediqué a limpiar su verga, para luego llevármela a la boca. Yo la verdad pensé que aguantaría un poquito más, pero apenas le di un par de chupadas, que se volvió a venir, pero en esa ocasión completamente dentro de mi boca.
Yo la verdad para que él no se sintiera mal, apenas pude comencé a decirle lo buen amante que era, y al parecer eso solo bastó, para que justo antes de retirarse me diera otro billete. El resto de la noche, seguí bebiendo y bailando, dejando que cualquiera que se me acercase me sobeteara el culo, y hasta mis tetas.
Un par de negros, que seguramente eran hermanos, por lo mucho que se parecían, finalmente después de pagarme lo acordado, me convencieron para que fuera con los dos juntos a la habitación, así que mientras uno me daba por el culo, el otro me lo enterraba por el coño.
Ya en la madrugada, mientras me volvía a lavar el coño y el culo. Después de que todos los clientes se habían marchado, entró el mesero a la habitación proponiéndome que me acostase con él. Yo justo había terminado de lavarme, cuando tras darme un trago, le dije. Yo hago lo que tú quieras, pero antes quisiera que me mames el coño. Pensando que quizás me diría que no. Pero él ni corto ni perezoso, de inmediato mientras se fue quitando toda su ropa, me dijo que sí, siempre y cuando me dejara que él me lavase el coño. Yo acepté, y después de que me echó bastante agua y jabón, me sorprendió derramando casi por completo un vaso de vodka dentro de mi coño. Esa madrugada el mesero me dio una tremenda mamada de coño, mientras que yo le mamaba su verga a él.
Cuando a eso de las once del día siguiente salí del bar, y paré un taxi, mis amigas se sorprendieron al verme llegar con el cabello todo alborotado, hedionda a pachulí, y con el maquillaje todo corrido. Hasta el sol de hoy todavía no tengo la menor idea de quién de ellas fue la que me hizo esa broma. Pero ocasionalmente, regreso a ese bar para hacer realidad mi fantasía de adolescente, de ser puta.
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:31) dice:
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