Superioridad Femenina

Estaba en el amplio vestuario del club. Empiezo a cambiarme sacándome primero las

zapatillas, luego el pantalón. Sucede que al rato escucho un ruido algo lejano.

A pesar de eso me bajo el calzoncillo y dejo mi pito y mis huevos al descubierto con

orgullo. Me paro erguido, sin tapar mi vistoso bulto. Comienzo a caminar por ahí

investigando el lugar con el pito al aire, ya que necesitaba airearse un poco. Después de

la gimnasia este había quedado sudoroso y tenía olor a huevos. Es entonces que la veo a

ella. Su sola presencia daba cuenta de la superioridad femenina. Se acerca hacia mí. Yo

aún dejaba mi pene y testículos sin cubrir, ante la lasciva mirada de ella.

Inmediatamente me pongo de rodillas. Casi instintivamente. Ella tenía solo un corset,

dejando su concha y sus tetas desnudas. Poniendo bien en claro que la que me está por

dominar es una mujer. Su concha la tenía justo enfrente de mi cara, entonces, en señal

de respeto y de sumisión del hombre hacia la mujer, le doy un delicado beso a esta. Ella

pone su mano, con sus largas uñas sobre mi cabeza, y dice: - Muy bien . . . Así

me gustan los hombres, abajo y lamiendo, jaja jaja. – Esto me provocó una fuerte

erección en mi pito, lo cual demostraba la naturalidad de la dominación de la mujer

sobre el hombre. En seguida le doy otro beso a su concha, y otro, y otro, cada vez más

cortitos y rápidos. Hasta que comienzo a lamer. Pasando mi lengua en su concha de

abajo hacia arriba, como un perro. Ella reía. Reía de lo patético que es el hombre y

como es humillado por una mujer.

A continuación estaba parado delante de ella, con las manos hacia atrás, mi pito y mis

huevos totalmente expuestos y a su disposición. Esto me daba muchísima vergüenza,

ella lo sabía y por eso me miraba abajo con una sonrisa superadora, disfrutando mi

dominación. Es ahí cuando extiende su mano y la apoya suavemente en mis huevos. Un

escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mis huevos se fruncieron y mi pito se encogió. Lo

fácil que había reducido mi masculinidad! Ahí me pregunta: - ¿Quién es mejor, el

hombre o la mujer? – Y yo, totalmente convencido respondo: - La mujer – Muy bien,

muy bien . . – Dice ella. En ese momento, aún no sé porqué, separo mis piernas

facilitándole la manipulación de mis genitales. Luego, ella toma mi pito con firmeza y

empuja hacia abajo. Yo caigo nuevamente de rodillas. La humillación y la vergüenza

que sentía eran máximas. Su concha estaba de vuelta frente a mi cara. La aprecio un

segundo y nuevamente comienzo a lamerla como un perro. La imagen era clara. Un

hombre sin nada de la cintura para abajo, con su pene extremadamente erecto, de

rodillas ante una mujer semidesnuda orgullosa de la superioridad de su vagina,

lamiéndole la concha desesperadamente. Nada que decir, la mujer es superior al

hombre.