Me habla de su abierta relación con Reinaldo y de sus otras experiencias anteriores. Y de primera mano aprendo y comprendo la libertad que brinda tener una relación de amistad abierta y sana. Ella me manifestó que una mujer y un hombre tienen libertad y son responsables de la complacencia sexual de cada uno. Así…
Relato
Tengo muy poco tiempo en la universidad y por ende son muy pocas las amigas y amigos que tengo. Normalmente suelo salir con Melgar a quien conocí en la cafetería y de inmediato nos hicimos amigas. Somos muy parecidas tanto física como espiritualmente. Por lo que hemos conversado somos de mente amplia. Básicamente en el sexo. Yo tengo pareja y un pequeño hijo, quiero a mi marido pero no es ni tan joven como yo, tengo veintisiete años, ni asume la vida sexual con amplitud. Por lo demás todo bien. Melgar es una joven mujer de veintidós. Tiene un amigo íntimo, como dice ella, sin rollos. Todo esto lo habíamos conversado y concordábamos en unas cosas y teníamos diferencias en otras.
Un día al calor de un par de cervezas que consumíamos con delicia, surgió la conversación de que “tener relaciones completas significaba realizar sexo oral, anal y vaginal”.
Los argumentamos fueron variopintos, ella que si y yo que dependía. Ella fue muy audaz y descubrió, a través de una treta, que yo no practicaba algunas de las cosas que decía.
- Mira –me dijo- como te mueves cuando eres penetrada por el culito.
Yo contesté ciertas incongruencias y me delaté como no practicante. A partir de ese momento me sinceré con ella y creo que se afianzó mas la amistad. Me contó que ella me entendía perfectamente y que no tenía inconveniente en ayudarme. Es así como nace nuestra relación trinitaria. Me habla de su abierta relación con Reinaldo y de sus otras experiencias anteriores. Y de primera mano aprendo y comprendo la libertad que brinda tener una relación de amistad abierta y sana. Ella me manifestó que una mujer y un hombre tienen libertad y son responsables de la complacencia sexual de cada uno. Así, por ejemplo, me dijo:
- El puede hacerle todo a ella y ella todo a él.
No es que yo lo ignorase sino que era limitado el conocimiento.
Aquella tarde, estábamos reunidas pero, esperaba a Reinaldo. Llegó puntual a la reunión y resultó un ser especial, agradable, simpático y bien plantado. Se apreciaba que su cuerpo estaba “trabajado”, como dicen los jóvenes hoy. Me imaginaba haciendo las cosas que Melgar me había referido. Entre ellas que poseía una buena dotación masculina, y de hecho, se le notaba un buen bulto bajo el pantalón. Antes me había contado mi amiga que tenían planeado una “tarde de diversión” en su apartamento, con jacuzzy y todo. Le contesté que no estaba preparado, ella entendió. Entre las diferente y distintas cosas que hablamos estaba, que no me preocupaba hacer trío, pero que no quería que fuera penetración vulvar. Lo demás todo, pero entendiendo que lo rectal jamás lo había hecho. Me convenció de lo rico y divino que era y de lo bien que lo hacia Reinaldo. Pero aquella tarde no iba a ser. Seria para después, nos despedimos y sentí el atrayente aroma de su perfume cuando me besó en la mejilla. Aquí Melgar dijo:
- Por ahora es en la mejilla, la próxima es en la boca –reímos de buena gana.
Durante una semana estuve pensando sobre la propuesta, no obstante nos reuníamos para conversar. Pero siempre me invitaban, algunas veces relataban alguna sesión y eso me enervaba y morbosamente lo deseaba. Al menos teóricamente, lo sabía todo.
Aproveché un corto viaje de negocios de mi marido por cosas de negocios. Acordamos una tarde-noche para llevar a cabo una de esas divertidas sesiones. Llegó el día y estaba nerviosa me duché y asee todo cuidadosamente, sabía que llegaría hasta donde fuera posible y tomé mucho cuidado con mi culito.
Tomamos unas copas Melgar y yo, sobre todo yo. Estaba eufórica y tenía ganas de acariciarla mas. Lo habíamos hecho pero superficialmente, recuerdo que nos enséñanos lo pechos una vez y fue delicioso tocarlos y dejarme tocar. En esa ocasión me preguntó:
- ¿Cómo tienes tu tesoro?
- Húmeda…o mejor mojada –le dije emocionada.
Aquella noche hice el amor con mi pareja pensando en Melgar. Ya Melgar me había dicho que tenían una semana sin sexo para que acumulara para nosotras. Llegó Reinaldo, contento y alegre. Y al saludarme rozó mis labios, me estremecí. A la media hora partimos rumbo al apartamento de Reinaldo. Sencillo, pero, hermoso y muy sensual. Mi imaginación me llevó a pensar que un olor aromático me recordaba el olor a semen. Tal vez era yo y mi alterado sentido de la sexualidad. Tomamos un trago y nos desvestimos entre caricias entre los tres, caricias como besos por el cuerpo. Reinaldo, tal vez por el tiempo de abstinencia en seguida estaba en guardia. Y por encima de su boxer se dejaba ver algo grande, y mas grande se vio cuando Melgar bajándole suavemente el boxer apareció bamboleándose aquella larga, gorda y tiesa verga. Era como una tercera parte más grande que la de mi pareja, pero mas gruesa. Como correspondía mi amiga comenzó a lamer i chupar, de acuerdo a lo acordado, yo debía esperara y ver, a una señal de ella entraba en acción. Sin embargo no resistí y lo agarré. Era fuerte y rígido pensé en lo que tendría que meterme por detrás. Mi amiga se puso en cuatro y Reinaldo enterró suavemente toda la envergadura, se notaba que estaban acostumbrados.
Me quedé unos momentos ahí, viendo como era cogida Melgar. La verga de Reinaldo se mostraba ante mi y en seguida desaparecía en el cuerpo de mi amiga, quien no paraba de gemir y gritar lo rico que estaba sintiendo.
Me senté sobre el suelo, recargada en el sillón, a un lado de Melgar, quien volteó a verme y con un ademán me hizo entender que quería mi boca, a lo cual me le acerqué y nos fundimos un beso, mientras Reinaldo seguía cogiéndola con fuerza. Ella puso su mano en medio de mis piernas y comenzó a acariciarme, me dejé hacer, a pesar de que por allí no haría nada. Pasó de mi vulva a mi entrenalgas y comenzó a jugar con mi secreto oculto. Sentía extraño pero agradable. Sabía lo que hacia.
Melgar dejó de besarme y clavó su cabeza en el sillón, presionó mas su mano sobre mi entrepierna y comenzó a mover sus caderas con mas fuerza hacia Reinaldo, para enseguida comenzar a sentir su orgasmo en medio de gritos y jadeos, el, impulsado por estas reacciones de Melgar, arremetió con mas fuerza contra ella, se podía escuchar el choque de su cuerpo contra las nalgas de Melgar, y como si se pusieran de acuerdo, cuando ella fue calmando sus movimientos y sus gritos, el también hizo lo mismo con sus movimientos. Agitada y ansiosa pregunté:
- ¿Acabaste…acabaste Reinaldo?
Sus gemidos y encurvamientos lo delataban sin embargo como pudo me dijo:
- No… no…aun no…
Eso fue todo lo que logró decir, mientras seguía cogiendo a mi amiga con movimientos suaves y cadenciosos.
- Ah…ah… aun queda para ti Marlene, -dijo Melgar, con la voz entrecortada y la respiración aun muy agitada-.
- Que mas quisiera, pero no puedo.
- Que te la meta por atrás, -me dijo al oído.
Pensaba en el dolor aunque Reinaldo repetía, sin dejar de menearse con movimientos ondulantes:
- Lo haré con cuidado …con mucho Marlene, -dijo convincente-.
No contesté, simplemente me hinqué al lado de Melgar y bajé mi torso dejando alzada mi grupa, imitaba a Melgar. Reinaldo comenzó a acariciarme las nalgas y en seguida pasó su dedo por mi culito, lo acarició un poco y sacó su arma cárnica y la exprimió y recogió la crema batida blanquecina que habían producido el y ella, y me embadurnó mi entre nalgas. Sentía tibio y suavecito. Relajé mi entrada trasera y el metió, a Melgar su tranca y a mi dos dedos bien mojados, entraron suave y los movió en círculos yo sentía que con cada circulo se me abría mas mi entrada. Yo besaba a mi amiga y excitada y deseosa, le dije:
- Creo que ya estoy preparada.
Me besó con mas fuerza y con un movimiento de su cadera le dio a entender a Reinaldo que comenzara conmigo. Vi salir toda su manguera brillante y goteando y con esa cabeza a reventar. En seguida la dejó caer en mi culito, su peso lo calculé en mas de medio kilo de carne. Mi centro estaba baboso y dejó resbalar su miembro con suavidad yo contribuía con mi meneo. Eso si lo sabía hacer bien por aquello de que quien baila bien culea bien y yo bailaba muy bien. Empezó a meter, sentí una sensación muy rara y un poco de dolor, para en seguida sentir placer. Cuando mi orificio se acostumbró a esa presencia, comencé a mover mis caderas suavemente. Después de unos momentos, el movimiento fue acompasado. El dolor iba redimiendo, pero las introducciones eran mas profundas. Ahora era rítmico dolor y placer …dolor y placer.
Pasaron unos minutos y mi excitación era enorme, movía mis caderas con mi cabeza clavada en el sillón, hasta que ya no aguanté más. Sentí las manos suaves de Melgar acariciar mis nalgas y después abrírmelas un poco más sentía alivio pero entraba mas aquella verga hirviendo. Melgar fue muy colaboradora, me decía:
- Aguanta linda me besaba mis labios fríos por el placer y por ser primeriza.
Volvió a meter su verga Reinaldo y nuevamente me quejé, pero ahora no la sacó, se quedó ahí quieto, mientras Melgar me besaba.
- Sigue despacio… aghhhhh, -le dije a Reinaldo.
Empujó un poco mas y volví a quejarme, era mucho el dolor que sentía. Intentó sacarla, pero se lo impedí, pues me provocaba aun más dolor. Unos segundos y volvió a empujar un poco. Nuevamente la pausa y ese dolor. Cuando mis quejidos cesaron, empujó ahora con un poco mas de fuerza y sentí su cuerpo rozando mis nalgas, indicándome esto que la tenía toda dentro. Sentí mucho dolor y me salieron unas cuantas lágrimas en medio de quejidos. Melgar estaba al lado mío acariciando mi cabello.
- Aguanta preciosa, ya está todo adentro.
Me decía tiernamente y en medio de roces de sus labios con los míos
Mi culo se iba acostumbrando a esa presencia, el dolor disminuía un poco, mezclándose con placer. Comencé a mover mis caderas muy suavemente, de atrás hacia delante, sintiendo esas sensaciones encontradas. Reinaldo me siguió, me dolía, en verdad me dolía, pero también lo disfrutaba, no podía evitar que mis lágrimas siguieran saliendo, y mis quejidos de dolor se mezclaban con gemidos de placer.
Mi frente estaba empapada de sudor, nuestros movimientos ondulantes eran más rápidos. Con ese movimiento ondulante le indico a mi pareja que es la hora del orgasmo. Reinaldo no lo sabía así que con un gemido, le dije:
- Me voy…me voy…coño que rico…rico…
Era un dolor placentero, ya no lastimaba, la excitación era demasiada otra vez. Reinaldo apuró la entrega.
Sentí mi culo llenarse con su líquido caliente y como su verga lubricaba todo el canal, a medida que lo sacaba hasta la cabeza y la puerta del culo y lo volvía a meter suave.
No fui capaz de cumplir lo que acordé. Después de descansar un rato reiniciamos pero ahora después de chupar aquel enorme caramelo le permití a Reinaldo que la metiera en mi hinchada vulva, fue increíble, me llegó tan profundo como nunca antes lo había sentido. Multiorgasmié. Quiero a mi pareja pero aquello era diferente y distinto.
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131231 veces
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Por eso dedica 30 segundos a valorar Tres no son muchos.
manuelmonroe
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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