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Un placentero trío, en contra de mi voluntad, y algo más.

Relato enviado por : Narrador el 01/08/2016. Lecturas: 11759

etiquetas relato Un placentero trío, en contra de mi voluntad, y algo más.   Trios .
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Resumen
Cuando mi marido Juan, y yo decidimos tomarnos una vacaciones, en la vieja casona de la hacienda de su familia, la verdad es que no nos llegamos a inmaginar nunca, que algo así nos fuera a suceder.
Lo cierto es que de la hacienda, nada más quedaba el nombre, la vieja casona, y un sin número de hectareas abandonadas. Y aunque paresca raro, a lo único que le ha dado un constante mantenimiento, por parte de la familia de mi esposo, es a la vieja casona, ya que es ideal para hacer fiestas, ya que aparte de las cinco habitaciones, tambien tiene cuatro baños dentro de la casa, un patio de cemento con dos baños, una parrilla para hasar carnes, además de una buena piscina.



Relato
Como más nadie de la familia, se le ocurrió acompañarnos, Juan y yo nos fuimos solos, y al poco rato que llegamos, por pedido de mi marido, me quité casi toda la ropa, por lo que andaba practicamente desnuda tanto dentro como fuera de la gran casona. Así que cuando comenzói a caer la tarde, Juan jugando conmigo terminó de quitarme, las bragas y el sostén, con la excusa de que así, aparte de que le gustaba más a él, me veía mucho mejor. Y la verdad es que el andar desnuda libremente, me agarada mucho. Tanto que cuando un antiguo peón de la finca se acercó a la casa, para hablar con mi marido, yo ni me preocupé por su presencia, ya que fue el mismo Juan, quien lo hizo pasar a la sala, sabiendo que yo estaba del todo desnuda. Lo cierto es que al pobre hombre, se quedó en silencio, con la boca bien abierta, y por poco se le salén los ojos de sus orvitas, viendome detenidamente, completamente desnuda, y despreocupada ante su presencia. El tipo lo que buscaba según me comunicó despues mi esposo, era a ver si podía trabajar cuidando la propiedad, y limpiando los alrededores de la casa. Despues de que se marchó aquella persona, mi marido dandoselas de jodedor, comenzó a recriminarme en broma, el que yo no me hubiera ni tan siquieras tapado mi depilado coño, con mis manos. A lo que yo le respondí, que él responsable había sido él por no havisarme que traería un ligón, a la casa.
Despés de eso, como me encontraba tomando el sol, a pleno medio día, en medio del patio, y al lado de la piscina, Juan sin aviso previo, me saltó encima con todo y ropa, y tras darme unos cuantos besos, a la fuerza, sacó de su pantalón su erecto miembro, y de yo no haber estado de acuerdo, se podría decir que practicamente me violó. Cosa que tanto a él como a mi nos encanta hacer, por el sin número de placenteras sensaciones, que ambos disfrutamos. Así separando mis piernas a la fuerza, con sus manos, mientras que yo intentaba evitar sus labios, finalmente mi marido me penetró, cosa que me excita tanto, que por lo que he escuchadoi a mis amigas, a diferencia de otras mujeres, el sentirme sometida a la fuerza por mi marido, me hace disfrutar de un orgasmo, mucho más barbaro, y caliente.
Así que mientras Juan me comenzó a penetrar, yo salvajemente comencé a mover mis caderas, sintiendo como su duro miembro entraba, y salía de mi coño. Bueno lo cierto es que tanto él como yo lo disfrutamos, y mucho, hasta que ambos quedamos tendidos sobre la tumbona donde yo tomaba el sol. Juan al rato se levantó, yo permanecí tal como me encontraba tomando el sol, hasta que después de un buen rato tuve la sensación de que alguien me estaba observando. Y aunque me incomodé un poco, la verdad, es que cuando decidí ponerme de pie, fue porque ya había tomado mucho sol. Tanto mis nalgas como mis senos, practicamente se encontraban del mismo color que mis muslos, y brazos. Sin las palidas marcas, que dejan los trajes de baños, o los biquinis.
Yo al regresar a la casa y después de darme una buena, y refrescante ducha, le comenté a Juan que seguramente aquel peón se quedó viendonos, mientras teníamos sexo. Ya que me daba la impresión, de que seguramente, alguien nos había estado observando. Juan se puso a reir diciendome, pobre tío, seguramente se hizo más de una puñeta, mientras nos miraba. No es que eso a mi me importase un bledo, pero al escuchar a mi marido decirle de esa manera, me ha causado tanta gracia, que hasta me inmaginé al pobre tipo, con los pantalones en los tobillos, jalandose como un loco, su cosa, una y otra vez, mientras nos miraba, oculto quien sabe donde. Al salir de la ducha, tras secarme, y con ganas de que mi marido continuase follando conmigo, decidí seguir completamente desnuda. Así que aparte de preparar algo para almorzar, y arreglar alguna que otra cosa dentro de la casa, seguí sin ponerme nada de ropa, así que cuando comenzó a caer la tarde, Juan fue al pueblo y trajo unas cuantas cajas de cerveza, las que comenzamos a beber, mientras ambos, en el patio disfrutabamos de aquel bello atardecer. Bueno de eso a que mi marido volviera a besarme, pero de manera más calmada, no pasó mucho tiempo. Y así, mientras comenzó a oscurecer, para mi sorpresa, las luces del patio y la piscina se encendieron de manera automática. Lo que no impidió para nada que Juan continuase besandome, y acariciandome por todas partes. Pero de momento al levantar la mirada, me doy cuenta de que un hombre, alto, moreno, de cuerpo atletico, como si fuera ficiculturista, nos observaba detenidamente, de pie a poco metros de donde nosotros nos encontrabamos. De inmediato se lo hice saber a Juan, quien con calmada voz me dijo, no te preocupes Indira, que es una sorpresa que te tenía reservada. Yo me quedé estupefacta, al tiempo que trataba de cubrir mi cuerpo desnudo, con una pequeña toalla que casualmente había llevado, con la idea de usarla para secarme, si es que decidía meterme en la piscina. Fue cuando mi marido actuando, de la manera que a él le encanta actuar, cuando quiere tener sexo a lo bruto conmigo. Me arrancó la pequeña toalla de un solo jalón, dejandome totalmente desnuda, frente al estraño visitante. Casi de inmediato Juan me saltó encima, y separando mis piernas, con una mano, mientras que con la otra me sujetaba las manos me dijo. Ahora voy hacer que se cumpla, una de tus más locas fantasias. Yo la verdad es que me quedé petrificada, no del sust, sino de la impresión, ya que al tiempo que Juan se colocaba sobre mí y me sujetaba, vi con asombro como aquel tipó, sacaba su miembro del pantalón. Yo la verdad es que no sabía que hacer, aparte de tratar de soltarme de las manazas de mi marido. Pero mientras más luchaba por soltarme como que a él le era más facil el controlarme, al punto que a los pocos segundos, ya me estaba comenzando a penetrar, mientras que aquel tío, con mirada lujuriosa, dirigía su miembro a mi cara. Fue cuando Juan me dijo, no te resistas, cariño. Para comenzar dale una buena mamada. Yo a todas estas, continuaba reistiendome, tratando inutilmente de evitar que aquella cosa fuera introducida dentro de mi boca. Hasta que aquel mismo tipo, me ha tomado por mi cabello, y jalandomelo hacía atrás me dijo. Vamos no te hagas la dura, que estas loca por tragarte mi verga. Así que a pesar de mi negativa a participar, finalmente me di por vencida, y separando lo más que pude, los labios de mi boca, deje que aquel hombre introdujera su verga dentro de mi boca, para aun en contra de mi voluntad ponerme a mamar, su parada verga. Mi marido y yo habíamos hecho muchas locuras, como el obligarme a que otras personas nos vieran teniendo sexo, o de igual forma, intercambiar parejas con algunas parejas conocidas, pero a solas, es decir cada uno en una habitación diferente. Pero jamás pensé que se atreveria a obligarme a que tuvieramos un trío con un completo desconocido, por lo menos para mí. Ya comenzaba yo a disfrutar de todo lo que mi marido me estaba haciendo, al tiempo que resignada a mi suerte, me dedicaba a mamar el miembro de aquel tío, cuando sin que yo pudiera opinar o decir nada, mi marido le comentó a aquel tipo, te gustaría darle por el culo, a lo que sacando su verga de mi boca, de inmediato la respuesta fue que si. Yo me asombré, no es por nada, he practicado sexo anal un sin número de veces con Juan, pero jamás en mi vida pensé, que mi marido le llegase a ofrecer mi culo a un estraño.
Yo en medio de ellos dos traté nuevamente de soltarme, pero más adentro de mi coño, Juan enterraba su verga, y cuando comencé a sentir el duro miembro de aquel tipo, penetrando mi esfínter, el grito que pegué, era más bien de miedo que de dolor. Cosa que lejos de detenerlos a los dos, como que los excitó muchisimo más, ya que a los pocos segundo, sentí por mi coño, como la verga de mi marido me penetraba hasta bien adentro, empujando mi matriz completamente, al tiempo que podía sentir, como dentro de mi adolorido culo, la verga de aquel salvaje me entraba una y otra vez. No se si sería el que Juan se pusiera a chuparme los pezones, de la manera en que lo estaba haciendo, o si el que aquel tipo me sujetase con sus fuertes manos, pero la verdad es que me sentí competa y totalmente violada, lo que en mi caso, es algo que me excita tremendamente, tanto que de un momento a otro, fui yo la que moviendo mis caderas, procuraba sentir más y más dentro de mi tanto la verga de mi marido, entrando y saliendo de mi coño, como la de aquel tío, rompiendome el culo. Yo en medio de mi lujuria, disfruté despúes de eso de multiples, y humedos orgasmos. Y cuando finalmete ellos se llegaron a venir respectivamente dentro de mi culo y mi coño, me sentí la mujer más dichosa del mundo, a tal grado que apenas Juan y su amigo, sacaron sus vergas de mi cuerpo, sin pensarlo, y de inmediato me dediqué a mamarsela a su amigo, y cuando nuevamente se encontró en condiciones de penetrarme, lo volvió hacer pero por mi coño, mientras que Juan me ponía a mamar su mustia verga. Así estuve, dejandome dar por el culo y el coño, cuando no estaba mamandole sus verga a ellos dos. Yo quedé hecha una piltrafa, tirada en la tumbona al lado de la piscina, mientras Juan y su amigo se fueron a seguir bebiendo al pueblo. Yo me paré riendome, de lo que me había sucedido, la verdad es que la sorpresa que me había dado mi marido me había encantado, y justo al lado de la piscina agarré una manguera y retirandome hacía los pequeños arbustos que están cerca comencé a expulsar lo que tanto mi marido como su amigo me habían dejado dentro, por un corto rato me lavé el tanto el coño, como el culo, introduciendo el pico de la manguera, y luego expulsando todo. Hasta que entendí que ya estaba lo suficientemente limpia como para secarme e irme a dormir, pensando en que me diría Juan al siguiente día.
Fue cuando ya estaba por entrar a la casa, que volví a sentir la rara sensación, de que alguie llevaba un largo rato observandome. Así que me di la vuelta, y observé detenidamente los alrededores, y fue cuando lo vi, era aquel peón que al medio día había pasado por la casona a pedirle trabajo a mi marido. Aunque él quizás juraba que yo no lo había visto, cuando lo señale y dije. Ven aquí, salió como si fuera un zombi de entre las matas, era evidente que tenía su miembro completamente erecto, y no dejaba de verme deseoso de comerse mi coño. Fue cuando me prococó tirarme en la tumbona, y decirle. Quiero que me mames el coño. Aquel tipo se arodilló frente a mi y sin más ni más se ha dedicado a darme una tremenda mamada a mi coño, como nunca antes la había disfrutado. Me chupó los labios de mi vulva, y la pepa de mi clítoris hasta hacer que yo estallase de placer, para luego apenas, y pude tomar un respiero nada más decirle que me lo metiera. Esa noche aquel humilde peón no tan solo me produjo una tremenda satisfacción al enterrarme su parada verga por mi coño, sino que tambín lo invité a que me diera por el culo, tras mamar su verga. AL siguiente día Juan me dijo que no sabía como se le había ocurrido, hacerme eso, que lo perdonase, que no lo volvería hacer jamás. A lo que yo le dije que lo perdonaba, pero que la experiencia en realidad, después del susto que me llevé al principio la había resultado bien placentera, y que si él en un futuro quería repetirla, que lo hiciera. Pero además le pedí que nos hicieramos cargo de aquella vieja casona, y que deseaba remodelarla, para que volviera a ser lo que era, con lo que Juan estuvo completamente de acuerdo, además le dije que seguramente iba a necesitar a uno o dos peones que me ayudasen a darle mantenimiento. Cosa con la que mi marido también está completamente de acuerdo....

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:34) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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