Había sido un extenuante viaje desde Pinar del Río y ya el ómnibus en el que viajábamos hacia su entrada en la Terminal de Ómnibus Nacionales de Ciudad de La Habana. Coincidentemente, he conocido en uno de mis viajes por la capital a una joven pareja a la cual, después de varias conversaciones por correo, he convencido de tener sexo por primera vez en un cuarteto. Son jóvenes y hermosos.
Relato
Un sueño hecho realidad
Había sido un extenuante viaje desde Pinar del Río y ya el ómnibus en el que viajábamos hacia su entrada en la Terminal de Ómnibus Nacionales de Ciudad de La Habana. Coincidentemente, he conocido en uno de mis viajes por la capital a una joven pareja a la cual, después de varias conversaciones por correo, he convencido de tener sexo por primera vez en un cuarteto. Son jóvenes y hermosos.
Habíamos quedado en encontrarnos ese día en la Terminal y así sucedió. Mi esposa se adelantó hacia los baños para restaurar su maquillaje por lo que los jóvenes aún no la habían visto, solo la conocían por fotos. Después de saludarnos cariñosamente me senté a su lado y comenzamos una agradable conversación mientras yo no dejaba de observar a la chica, de unos 26 años, piel blanca y cabello rizado, pintado de color rojizo, semejaba la lava de un volcán en erupción, sus labios son gruesos y rosados, combinando perfectamente con unos ojazos de color café que hacían sentir envidia al mismísimo creador. Su cuerpo es esbelto y sus caderas bien delineadas con un culo impresionante, unas nalgas redondeadas y una cintura estrecha que ascendía terminando en unas tetas de lujo, bien moldeadas y con pezones como rocas. El chico por su parte, estaba muy bien dotado, trigueño también, de ojos verdes y con un cuerpo de atleta, sus brazos invitaban a ser acurrucado en ellos y su vestimenta sugería un abultado paquete en su entrepierna.
Abel y Laura –así se llaman los chicos- estaban muy nerviosos. Nunca se habían involucrado en una aventura así, al igual que nosotros, y Laura deseaba que su primera vez de sexo fuera más íntima y romántica, pero Abel la convenció de que esta oportunidad era única y no debían desaprovecharla. Yo observaba la hermosa pareja desde mi asiento y recreaba mis ojos con las deliciosas piernas de Laura y el fino vello que las cubría de la rodilla hacia arriba. Sugería que su pubis sería bien tupidito y caliente. De vez en vez observaba a Abel y sus labios invitaban a darle de mamar una buena pinga, sin dudas que muy pronto mis deseos se harían realidad.
Me cambié de sitio y me coloque al lado de Laura, ella observaba con atención la salida de los pasajeros que recién habían llegado a la Terminal y mientras esto sucedía yo les comentaba algunas cosillas para entretenerlos y de paso deslizaba mi mano por la pierna de ella. Con un gesto muy suave las cerró aun más y me miró totalmente sonrojada, tomé su mano y con suavidad la llevé hacia mi entrepierna donde ya mi pinga estaba muy excitada de solo pensar en aquella hembra desnuda, trató de quitarla pero una ligera presión sobre ella le hizo comprender que no sería así y sus dedos aprisionaban mi pinga sobre el pantalón. Abel nos miró en ese momento y sonrió, también muy nervioso.
Ahí viene –dijo Abel- y así era en efecto. Mi esposa ya salía y con su mirada me buscaba por todos lados, hasta que finalmente nuestros ojos se encontraron, sin embargo sus ojos giraron rápidamente a la derecha donde había una pareja de chicos que la observaba con atención ¿son ellos? -me preguntó- a lo que yo asentí con la cabeza –son hermosos- me contestó. Acto seguido avanzó hacia los chicos y besó a Laura muy cerca de sus labios y a Abel sobre ellos –ambos quedaron estupefactos, enseguida se presentó. Es un placer conocerlos -dijo-. Los chicos se presentaron y en unos pocos minutos ya estábamos en el parqueo de la Terminal esperando nuestro taxi. Mientras esto sucedía intercambiábamos bromas con los chicos y mi esposa los devoraba con los ojos, de vez en cuando acariciaba las nalgas de Laura con una soltura que la chica no salía de su asombro.
Al llegar nuestro taxi, le indiqué al chofer que se dirigiera hacia el Este de La Habana, a una playa llamada Guanabo, donde previamente había reservado una muy cómoda y discreta casa de renta a orillas del mar con una privacidad absoluta. Deseábamos que el sexo con nuestros bellos amigos no estuviera perturbado por ningún incidente. Al llegar, Abel y yo llevamos el equipaje hacia la casa, mientras las chicas daban un recorrido y conversaban animadamente por las áreas exteriores de la misma.
- Al fin solo – dije, al ver partir nuestro taxi mientras escuchaba a mi esposa invitar a Laura para que la acompañara a su habitación. Abel y yo bebíamos unas refrescantes cervezas.
Laura te noto tensa –le dijo mi esposa- al estar a solas en la habitación ¿es que no te gusto? – le preguntó- nuevamente. No sucede nada, y eres muy hermosa –le respondió Laura- es que estoy tensa pues nunca he tenido sexo de este tipo en mi vida, y este momento y tantas personas me ponen nerviosa –contestó-.
Mi esposa se acercó lentamente a Laura, por la espalda de ella deslizó sus manos y acarició el cuello de la chica, susurrándole al oído que estuviera tranquila que nadie le haría daño, mientras tanto sus manos acariciaban los brazos desnudos de la chica que llevaba una fina blusa de tirantes y una minifalda bien corta. Laura comenzó a temblar, esta vez mi esposa había colocado sus dedos por debajo de la fina tela de la blusa y jugueteaba con los pezones, mientras mordisqueaba sus orejas, lamia su cuello, y su lengua la recorría de arriba abajo como si fuera un helado de crema. La volteó lentamente y Laura era incapaz de alzar la mirada. Mi esposa la tomó suavemente por la barbilla y alzó su bello rostro, acercó sus labios a Laura y esta no se atrevía a besarla, entonces su lengua experta penetró los labios de Laura, a lo que esta respondió entreabriendo sus mandíbulas y dando paso a la lengua de mi esposa que ya recorría todo el interior de sus mucosas, jugaba con su lengua y mordía sus gruesos labios. Mi esposa la tumbó en la cama y se colocó entre las piernas de la chica abriéndolas lentamente –Laura cerró sus ojos- y se entregó a las sublimes caricias que estaba recibiendo. Mi chica se arrodilló, observando unos muslos bien formados y el vello negro que los cubría, sus manos expertas comenzaron una suave caricia en el interior de los mismos y bajaba hasta sus rodillas volviendo a subir arrancando gemidos en la chica. Casi no podía contenerse, separó aún más las piernas de Laura y las alzó colocando las mismas en el borde de la cama, ahora se apreciaba una minúscula tanga de color blanco que dejaba escapar los vellos hermosos de esta chica por sus bordes, sus labios vaginales estaban muy bien diseñados y los dedos de mi amor jugueteaban con la fina tela, hasta que finalmente la separó.
Que magnifica vista –expresó mi esposa- al ver la chocha de aquella chica delante suyo y sin poder contenerse más acercó sus labios a las entrepiernas de Laura y deslizó su lengua por los muslos de la chica, lamiendo y mordisqueando suavemente su blanca y fina piel, se acercaba a su chocho y ya sentía el aroma de su nueva presa, por fin su lengua y la vagina de Laura se encuentran, -Laura se contrae- ante aquella caricia e insólitamente separa más sus piernas, mi esposa juguetea con las nalgas de la chica y succiona cada uno de sus labios vaginales arrancando gemidos y contracciones por parte de Laura, que más que gemir sollozaba, de placer. Suavemente su ardiente lengua llegó al orificio anal de la chica que rebosaba de placer, lo succionó lentamente y comenzó una suave caricia de dilatación que combinaba su lengua y sus dedos. El esfínter de Laura fue cediendo y poco a poco uno de los dedos de mi esposa la fue penetrando, Laura gemía, ayyyyyyyy, que ricooooooo, no tan fuerte que me dueleeeeeeeeee y mi mujer obedecía metiendo y sacando su dedito del culito peludito de Laura hasta que finalmente se lo metió todito arrancando un ayyyyyyyyyyyyyyyy coñoooooooooo me voy a venir. En ese justo momento, nuestro Abel se acercó a la puerta del cuarto que estaba aún abierta y observaba atónito como Laura era masturbada por el culo, pero más que eso observaba el culo de mi mujer que estaba totalmente al aire. ¿Te gusta? – le pregunté en baja voz- a lo que él con sorpresa, por verse descubierto, me respondió que sí con una timidez espantosa –será tuyo dentro de muy poco- le dije.
Después supe, por mi esposa, que Laura había experimentado su primer orgasmo anal, se había deslechado con la excelente paja que mi mujer le había propinado por el culo.
Mi esposa se levantó dejando a Laura con el culo desnudo y llenito de saliva, extenuada, y aun con los ojos semicerrados. Mi boca se hacía agua de ver aquel culo, así de rico al aire, y sin poder contenerme me acerqué lentamente y acaricié su clítoris, estaba muy suave, como una pelusilla, sus vellos eran finos y muy negros, cubrían sus labios vaginales y poco a poco los fui separando hasta dejarlos descubiertos, avance un poco más y recorrí su chocho hasta llegar a la ranura mágica que tanto deseaba, pero al separarlos Laura suspiró y me dijo –después que me duche será tuya- ante lo cual decidí esperar para mamar adecuadamente aquel coñito de lujo.
Por su parte, ya mi esposa había avanzado hacia donde Abel se encontraba y le dijo al oído que la acompañara a ducharse, a lo cual el accedió tímidamente. Traje unas cervezas para Laura y para mí, mientras ellos se duchaban, senté a Laura sobre mis piernas y comencé a juguetear con sus pezones, mi boca los succionaba con glotonería, y ella acariciaba mi nuca y entrelazaba sus dedos con mis cabellos.
Abel, ahora de frente a las magnificas tetas de mi mujer, no sabía qué hacer y temblaba de nervios. Mi esposa se dio cuenta de inmediato del comportamiento de Abel y lo atrajo hacia ella, colocando una de sus tetas en la boca de él, y pidiéndole al oído que mamara como cuando era un bebé,
Abel obedecía sin reparos, mientras ella deslizaba sus dedos por la nuca del chico, lo acariciaba, y recorría con sus manos la espalda del joven. Las manos de él ya no estaban tan tranquilas y acariciaban las nalgas de ella, intentaban subir su falda y rozaban su vagina por delante con sus dedos, su boca no soltaba los pezones y ya mi esposa se estaba excitando sobremanera. Lo separó unos centímetros de su cuerpo y se deshizo de la saya quedando en tanga, pero por muy poco tiempo, unos segundos después ya Abel en su desespero la había arrancado y ahora de rodillas mamaba su clítoris, ella gemía ayyyyyyyy, asiiiiiii papitooooooooooooooo, que ricooooooo mamassssssss y Abel, de rodillas, seguía en su mamada hasta que mi esposa lo separó de ella y se arrodilló delante de él. Nunca Abel imagino que la mamada de su vida estaba a punto de producirse. Mi esposa fue desabotonando lentamente el pantalón de Abel, lo agarró por las caderas, y junto con el pantalón descendió su calzoncillo, ahora estaba totalmente desnudo delante de ella. Su pinga era grande, con una cabeza rosada y llena de sangre en todas sus venas y arterias, estaba tan rígida que invitaba a subírsele encima y no bajar nunca. Su vello púbico también era negro, como el de Laura, y sus huevos eran gordos y robustos. La mano de mi mujer los acariciaba como si fueran de cristal y besaba sus huevos sin dejarlo respirar, la excitación de ambos aumentaba aun más y su pinga seguía muy parada. Ahora ella mamaba las tetillas y el suspiraba de placer, sus manos jugaban con sus cojones, y se enredaban en aquel fino vello, masturbaba suavemente la pinga de Abel.
El descenso de mi esposa era una tortura para el chico. Experta y desbocada como un potro salvaje ella acariciaba el abdomen y resbalaba por la cintura de Abel, mientras descendía chupando con sus labios todo lo que encontraba a su paso, hasta llegar a su pinga. Separó un poco su cara y entreabrió sus labios dejando entrar la cabezota de aquel capullo en su interior.
La boca de ella era húmeda y rápidamente el sintió el calor de su saliva, mientras mamaba su pinga, su mano estiraba la piel del rabo de este hasta atrás y de nuevo hacia adelante, mientras que sus labios chupaban la cabeza de la pinga de Abel. Sentía que estaba a punto de reventar, pero no lo soltaba. Apenas unos segundos más y Abel se deslechaba como un caballo en celo, su leche caliente y abundante inundó la boca de ella, comenzó a tragar cada gota, seguía mamando y extrayendo todo lo que podía de aquella deliciosa tranca hasta que finalmente la dejó bien limpia y brillante de nuevo, pero como 20 años son 20 años, en unos segundos ya estaba tiesa de nuevo y ambos entraron en la ducha que sería el estreno definitivo de Abel como hombre -y algo más-. Mi esposa es experta en contar con detalles lo que acontece, y por ella supe que Abel había experimentado placeres nunca antes soñados por él.
Mi querida Laura estaba a cien con mis caricias y ni hablar de cómo estaba mi pinga. Sentada encima de mí besaba mis labios y yo recorría su cuerpo semidesnudo con mis manos. Terminé de desnudarla y le pedí que se hincara de rodillas sobre un cojín que le facilité, así lo hizo. Me desnudé completamente y sentado en el sofá la tomé por su cabeza y la atraje hacia mi pinga, entreabrió sus labios y le coloque mi rabo en su boca. Comenzó una mamada inexperta que tuve que ir guiando mientras que su saliva y su lengua barnizaban mi trozo de carne, lamía mis huevos con dulzura y mi perineo se contraía ante cada lengüetazo de ella, sus ojos me miraban con pasión y casi me deslecho en su boca, pero me contuve y la invité a ducharnos junto con Abel y mi esposa.
Estos dos estaban ya en la ducha, bien calientes, enrollados en un beso ardiente y en un juego de manos incontrolado, sus caricias invitaban a mezclarnos y entramos junto a ellos en la bañadera. Comenzamos a acariciarnos mutuamente y mi mujer sacó un pote de gel de baño y propuso enjabonarnos completamente unos a los otros, era como una especie de juego donde ella hacia una adivinanza y si el otro no respondía adecuadamente le tocaba un castigo que ella impondría. Así comenzamos y la primera de las adivinanzas fue para mí, por supuesto que no la pude contestar y me tocó de castigo enjabonar a Abel. El chico se puso súper colorado de la vergüenza pero no nos quedaba de otra y mi mujer para sonsacarlo aún más comenzó a besarlo en la boca y a acariciar su pinga a lo que este respondió rápidamente, mientras tanto ella me guiñaba un ojo indicándome que podía comenzar. Laura por su parte, acariciaba las nalgas de mi esposa y la vagina de esta, estaba colocada a su espalda. Mi mujer descendió nuevamente mientras Laura cambiaba de postura y se acostaba debajo de ella, mamaba su chocho. La boca de mi mujer aprisionaba la pinga de Abel y yo tenía el privilegio de observar toda la escena, los tres dándose placer, así que tomé mi pote de gel y comencé a enjabonar a Abel que ante la primera caricia respondió dando un respingo hacia adelante, pero la boca de mi esposa estaba haciendo muy bien su trabajo y en unos segundos estaba mansito como un cordero. Mis manos se deslizaron por su espalda, el agua caía sobre sus hombros y el gel hacía rápidamente espuma. Yo sentía sus músculos contraerse ante cada mamada de Carmen y eso me excitaba aun más, sin contar que tenia de frente el chocho de Laura abiertico y listo para ser cogida.
Mis manos seguían resbalando y acariciaban la espalda y la cintura de Abel, descendí un poco más y observé por primera vez sus nalgas, eran velluditas y bien formadas, me excitó mirar su culo y ver su pinga siendo mamada, así que decidí ir más allá y mientras me masturbaba con mi mano izquierda, con la derecha acariciaba a Abel en sus glúteos, solté mi pinga que estaba tiesa como un poste y con las dos manos enjabone sus nalgas, entreabrí sus cachetes de culo y el agua caliente hacia el resto, dilatando sus poros, el jadeaba de placer y decía asiiiiiii, ricooooooo, mamameeeee mamiiiiiiiiii y mi esposa lo mamaba más y más, mis dedos avanzaron un poco y ahora ya lo tenía bien abiertico, su raja estaba coloradita y sus finos pelitos jugaban con la yema de mis dedos hasta que uno de ellos se decidió y avanzó hasta su orificio, suavemente lo fui presionando y el volteo su cabeza, pero no pudo decir nada, mi dedo fue más veloz que sus palabras y en un segundo ya estaba dentro de su culito, solo le quedaba menearse o renunciar a la mamada que mi rica hembra le estaba dando y esto último no era opción para él, así que le ensarte mi dedo en el culo y comencé a pajearlo por detrás, por su ano, era estrechito y caliente, se comprimía, mi dedo al clavarlo notaba su resistencia, pero su esfínter en un rato ya estaba dilatado y ya no era un solo dedo, eran dos y seguía meneándose rico hasta que fueron tres mis dedos en su culo, ya estaba listo para algo mayor. Saque mis dedos al tiempo que mi esposa dejo de mamar su tranca, cambiamos las posturas pues ya era hora de meter mi pinga en algún agujero caliente y tenía tres a mi disposición, todos muy excitados por cierto.
Mi mujer se acostó sobre el piso de la bañadera y atrajo hacia ella a Abel que quedó inclinado sobre ella. Esta pose lo ponía en desventaja respecto a mi pinga y su culito estaba bien dilatado, así que Laura se acercó y lo mamó un poco más, Abel resoplaba de placer ante los lengüetazos de Laura y esta, en cuatro patas también, comenzó a introducir sus deditos en el culito de Abel, era la paja del siglo, mientras él comenzaba a singar el chocho de mi esposa.
La tenía ensartada con su pingo y esta gritaba de placer mientras Abel la clavaba sabrosamente. No pude resistir la tentación de ver a Laura así y me acerque por detrás tipo perrito, ya ella imaginaba mis intenciones, pero estaba tan excitada masturbando a Abel por el culo que no se percato de la clavada que estaba a punto de recibir. Mi pinga se acercó a ella y rozó sus labios vaginales, hice una ligera presión mientras la agarraba por las caderas firmemente para que no pudiera escapar, además el espacio estaba bien reducido. Así le fui abriendo la vulvita y penetrando con la cabeza de la pinga hasta que topé con el techo de su chocho, ahora quedaba menearse rico lo cual fui haciendo hasta que ella empezó a singar de lo rico. Su culo era bello y sus nalgas velludas también, mojadas por el agua lucían fenomenales, mi pinga entraba y salía de su vagina sin dificultad, la metía hasta el fondo y ella gemía de placer asiiiiiii, papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ricooooooo, singame ricooooooo papitooooooooooooooo, así estuve durante un buen rato hasta que ella se vino de nuevo, sentía su leche correr por mi pinga y veía como su cuerpo se iba flexionando y aflojando sus músculos, dejó de mamar a Abel, pero yo aún no me había venido y delante de mi quedaban aquellas nalgas de Abel, preciosas que quería cogerme, me acerque a él que estaba en las nubes singando con mi mujer y ni siquiera tenía que dilatárselo por lo que se lo presente en el agujero anal, presioné y de nuevo un ojete estrecho y caliente, se la empujé de un tirón y solo decía coñoooooooooo suave maricónnnnnnnnnn que me has jodido el culo, pero lo obligue a subir y bajar sus nalguitas y en poco rato era un puto maricón singado por el culo, sentía mi pinga latir y su esfínter abrazar mi pingo, me lo apretaba con cada movida y sus nalgas eran acariciadas por mis manos mientras alternaba y le tocaba los huevos, hasta que lo sentí bombear fuerte, mi mujer gritaba como loca debajo de él pues se la estaba metiendo a ella por el culo también y de pronto se contrajo, sentía como se venía en el culito de ella que recibía aquel lechazo con placer y deseos inmensos de que no acabara, esta contracción de él al venirse hizo que su esfínter apretara aun más mi pinga y de pronto, en dos movidas, me comencé a deslechar en el culo de Abel, el sentía como mi leche bañaba su esfínter y llegaba a sus cojones húmedos. Poco a poco mi pinga fue bajando y la saque de su culo para que mi esposa me la dejara limpia, pero estaba ocupada con Laura en mamarle su culito y Abel se inclinó y me la mamó hasta dejarla limpia de nuevo, pero parada, así que decidí darle por el culito a mi querida mujercita mientras esta disfrutaba con un consolador del culito de Laura, que boca abajo en la bañera era sodomizada por ella. Ambas cogieron lo suyo por el culo, mientras Abel me mamaba los cojones por debajo. En unos minutos lo que quedaba de mi leche roció el ya deslechado culo de mi esposa. Así los cuatro terminamos de darnos una esplendida ducha para salir a conquistar el mundo inexplorado de mi Cuba caliente y hospitalaria, pero eso será otra historia.
Espero que esta te guste.
Besos y abrazos
Tu esposo.
EL ESPOSO DE LETICIA ESTABA FUERA DE LA CIUDAD LO QUE APROVECHAMOS PARA FORNICARLA TODA AQUELLA NOCHE, LE DIMOS POR ELCULO BAÑANDOLE EL ROSTRO DE ESPERMA.
Relato erótico enviado por Anonymous el 28 de October de 2008 a las 00:14:11 - Relato porno leído 98143 veces