No es que yo sea una persona sumamente puritana, que va, es más se puede decir que soy todo lo contrario. Pero con respecto a participar en un trío, siempre prefería evitarlos. Hasta que se me presentó una oportunidad, que la verdad es que no pude rechazarla.
Relato
Me encontraba de viajes de negocio en la Republica Dominicana, ya de hecho había terminado casi todos los trámites para el traslado de mi empresa, desde Puerto Rico a la Republica. No es por nada, pero la mano de obra, y los incentivos que me ofrecieron fueron únicos, y sumamente tentadores. Por lo que después de evaluarlo fríamente, tomé la decisión de mudar las operaciones a Santo Domingo.
Ese fin de semana me encontraba alojado en uno de sus suntuosos hoteles, recibiendo un servicio de primera, cuando Jenny la hermosa, y bella joven que estaba a cargo de mi estadía en su país, me llamó a mi habitación para recordarme, que a la noche, cenaríamos juntos, pero que además tendríamos la compañía de un inversionista, que al igual que yo deseaba instalar las operaciones de su empresa en Santo Domingo.
Como era cosas de negocios, no me hice falsas ilusiones, ya que desde el principio Jenny demostró ser toda una profesional en su área de trabajo, y aunque no les voy a negar que tuviera ganas de acostarme con ella. Pero su forma de tratarme, y profesionalismo, casi desde el primer momento me dejó bien claro que no llegaría ni a primera base con ella. Además yo soy de los que piensa que negocio es negocio, y jodedera es jodedera, y esas dos cosas nunca se deben mezclar. Claro a menos que se dé la ocasión.
Durante el día visité una clínica de masajes que me recomendó ampliamente, uno de los oficiales bancarios que se encarga de la cuenta de mi empresa en Santo Domingo. Lo cierto es que apenas entré, el trato que recibí fue algo increíble, en lugar de una masajista me atendieron dos jovencitas. Con decirle que yo llegué como a las 10 de la mañana, y salí súper satisfecho, ya a eso de las 2 de la tarde. No hubo cosa que no hiciéramos entre esas tres chicas y yo, ya lo último que disfruté mientras me tomaba un trago, fue a las dos manteniendo una loca sesión de sexo lésbico.
Que de no ser por lo mucho que ya ellas me habían hecho venirme en sus bocas, culos, y coños, yo me hubiera masturbado mientras las veía besándose y acariciándose por todas partes. Es más cuando regresé a mi habitación, caía como un tronco, y me vine despertando ya pasada las siete de la noche, y eso porque Jenny llamó a mi habitación para confirmar la hora de la cena.
Después de un rápido baño, y vestirme adecuadamente, bajé al restaurante del hotel donde Jenny me esperaba con su nuevo prospecto. La idea era que yo le contase de mi experiencia, digo la de instalar mi empresa en Santo Domingo. Lo cierto es que conocí a Donald, que aunque venezolano, procedía de Miami. Y a diferencia mía, su empresa se dedica a los alimentos. El tipo sumamente simpático y carismático, que sin mucho esfuerzo convenció a Jenny para que saliera con nosotros dos, para que conociéramos otros lugares durante esa noche.
Donald, Jenny y yo, fuimos a varios centros nocturnos, bailamos, bebimos, nos divertimos, en fin la pasamos de lo mejor. Hasta que ya pasada la una de la madrugada, me di cuenta de que Jenny estaba ya algo bebida, y por mi parte comencé atacarla, Por lo que a medida que fuimos bailando una bachata, mis manos se fueron deslizando hasta sus paradas nalgas, sin que ella opusiera la menor resistencia.
Luego me di cuenta de que Donald, cuando la sacó a bailar, me imitó. Por lo que decidí que no iba a dejar que el tipo ese se la llevara. Y así entre los dos, seguimos atacándola, bailando con ella, besándonos de manera ardiente, en fin tratando de convencerla cada uno de nosotros de que se acostase, en mi caso conmigo. Mientras que el tal Donald, también la jalaba para su lado. Ya la cosa se estaba poniendo algo incomoda, cuando fue la misma Jenny, la que de una manera picara y muy sensual, nos propuso a los dos que la acompañásemos a su casa. El arreglo era bien simple, el que no aceptase se marchaba, mientras que el que los que dijeran que si, se quedaban.
La cosa es que tanto Donald, como yo gustosamente aceptamos. Y apenas llegamos a la casa de Jenny, seguimos bebiendo, y entre los dos comenzamos a besarla y acariciarla por todas partes. Me imagino que el tal Donald, estaba tan deseoso de acostarse con Jenny como yo. De momento ella extrajo de mi pantalón mi verga, al tiempo que hizo lo mismo con la de Donald. Y con su hermosa boquita comenzó a mamar y mamar de un lado al otro. Dejándome con una ganas tremenda de que siguiera.
Fue cuando Jenny nos dijo, bueno ahora vallan quitándose toda la ropa, no había ella terminado de decir eso, cuando tanto Donald, como yo comenzamos de inmediato a desnudarnos. Al tiempo que ella poco a poco se fue quitando toda su ropa frente a nosotros dos. Quedándose en pantis, únicamente, con sus paradas tetitas, apuntando hacia nosotros, y soltando su larga cabellera negra. Fue cuando Jenny mientras se bajaba sus pantis que nos dijo. Chicos, yo también soy un chico. Si quieren podemos seguir con el vacilón, pero si les molesta que yo también tenga una verga, se visten y se van por donde vinieron.
Lo cierto es que yo no supe ni que decir, mientras que por su parte Donald, como que tampoco. Yo aunque estaba bien excitado, eso fue como si me hubieran echado un balde de agua fría en cima. Pero de inmediato, Jenny tomó asiento nuevamente entre nosotros dos, ya garrando nuestras vergas, comenzó a manipularlas, y en cosa de segundos, ya habían vuelto a entrar en calor. Que nos las mamase casi al unisonó, alternándose entre mi verga y la de Donald, hizo que por lo menos en mi caso tuviera nuevamente una gran erección.
La verdad es que no sé si fui yo o Donald, quien volvió a besar intensamente a Jenny. Lo que si se es que ambos lo hicimos, como que nuestro interés en ese momento era por lo menos darle por el culo, al tipo ese. Y así seguimos, besándola, acariciando todo su cuerpo, en fin, en cierto momento comencé a disfrutar de toda su boca, como se tragaba toda mi verga, al tiempo que Donald, seguramente le estaba dando por el culo.
Lo cierto es que de momento cuando abro los ojos, Jenny me estaba mamando, pero en ese instante el hueco de mi culo, mientras que Donald, me masturbaba, al tiempo que yo a él. No sé, como que en esos momentos, poco me importó lo que Jenny me hacía, o lo que yo le estaba haciendo a Donald. Lo que deseaba era seguir disfrutando de todo esos placeres. Jenny de momento me dijo que deseaba penetrarme, y la verdad es que no tuve la voluntad de decirle que no. Por lo que a medida que Jenny me fue enterrando su parada verga entre mis nalgas, yo estaba mama que mama la verga de Donald. Pero no se crean que yo fui al único, que le comieron el culo esa noche. En cierto momento sentí las nalgas de Donald, que estaban al alcance de mi verga, y sin pensarlo mucho, se la enterré entre sus nalgas. Mientras que él le mamaba la verga a Jenny.
En fin esa noche entre nosotros tres, se puede decir que tuvimos una sabrosa orgía entre los tres. Yo cuando ya fuera Jenny o Donald que me estaba dando por el culo, lo disfruté tremendamente. No les diré que no me dolió nada, porque sería mentira, pero el placer de sentir sobre todo la tremenda verga de Jenny dentro de mí, fue algo único. Como también fue único para mí el ver como Donald me mamaba mi verga al tiempo que Jenny me penetraba.
Cuando nos despertamos al siguiente día ya cerca de las diez de la mañana, Jenny vestida impecablemente como toda una mujer, nos preparó el desayuno, mientras que Donald, y yo a solicitud de Jenny, juntos nos dábamos una ducha. Yo no lo podía creer pero apenas comenzó a caernos el agua sobre nuestros cuerpos, casi de manera instintiva él, y yo nos besamos. La cosa es que ambos terminamos tirados en el piso de la ducha, manteniendo un tórrido 69. Al salir de la ducha, sin hablar mucho, luego del desayuno. Jenny llamó un taxi para ambos. Al llegar al hotel, nos despedimos de manera bien seria.
Como sabrán y comprenderán, no he vuelto a ver a Donald, aunque cada vez que viajo a Santo Domingo, a supervisar las operaciones de mi fabrica, me tomo mi tiempo para visitar a Jenny.
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131394 veces
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narrador
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 20:21) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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