Cuando la amistad es sincera y leal, un amigo es capaz de hacer todo por sus amigos, más tratándose de una pareja.
Relato
A las 8 pm comenzaron a llegar. Era una reunión de amigos de la secundaria. Llevábamos casi 18 años de conocernos todos, éramos de la misma generación y del mismo salón. Los más amigos. Esta vez yo ofrecí mi casa porque además sería nuestro V aniversario de bodas; fuimos 11 personas en total. Rocío y su esposo, Daniel y su esposa, Laura y su esposo (ella fue mi primera novia), Saúl y su esposa que iba embarazada y Carlos, mi mejor amigo y confidente, quien llegó solo porque su esposa había ido a ver a su familia a Chihuahua, según nos dijo. Y los anfitriones éramos Claudia mi esposa y yo Martin.
Cada uno llegó con un platillo para la cena, Carlos fue el que trajo el pastel. Nos sentamos en la sala y comenzamos a platicar. Dejé la cámara grabando la reunión, mientras yo preparaba las bebidas para cada uno de nosotros, Claudia sacó la botana y la puso en la mesa de en medio para todos. Estuvimos por espacio de casi una hora platicando y bebiendo. Luego Rocío y mi esposa fueron a la cocina para preparar la cena. Rocío es la mejor amiga de mi esposa, de hecho ella fue quien me presentó a Claudia cuando estudiábamos.
Nos llamaron a la mesa, pasamos y cenamos muy a gusto. En la sobremesa estuvimos casi dos horas platicando pues algunos teníamos más de un año de no vernos. Yo al que veo seguido es a Carlos y mi esposa a Rocío, incluso salen seguido de compras las dos solas. Regresamos a la sala a ver unas viejas películas de nuestras anteriores reuniones y de cuando íbamos a la escuela juntos. Carlos era el que estaba un poco más apartado de nosotros, no entendía por qué. Saúl fue el primero en despedirse pues su esposa estaba cansada y con 8 meses de embarazo era lógico que quisiera descansar. Se fueron. Los demás seguimos tomando y platicando, al poco rato se fueron Daniel y Laura con sus cónyuges, quedando Rocío su esposo, Carlos y nosotros dos.
Rocío ayudó a mi esposa a alzar la mesa y lavar los trastes, en la sala quedamos solo Carlos, Mario el esposo de Rocío y yo. Nos pusimos a platicar de las esposas mientras seguíamos bebiendo. Carlos estaba retraído, como ausente. Mario le preguntó qué le pasaba que porque no tenía el estado de ánimo de otras ocasiones. Carlos respondió:
- No quería que se enteraran para no arruinar la fiesta, pero mi esposa y yo tuvimos un altercado y ella se fue desde hace una semana con sus papás a Chihuahua. Está molesta conmigo.
Se bebió la copa que tenía en la mano de un jalón y se preparó otra. Estuvimos animándole a que la buscara y se reconciliara con ella. Nos dijo que ya había tratado de hablar con ella pero que no quería responderle. Le dije:
- Bueno y porque no vas a buscarla hasta allá con sus padres y hablas con ella, si quieres nosotros cuidamos de tu casa y que tu hijo se venga a dormir con nosotros.
- Eso es lo peor, que se llevó también a mi hijo, -respondió Carlos-
Apuró la copa y se la terminó, se preparó otra. Seguimos hablando con él pero cada vez se mostraba más triste y deprimido. Rocío salió de la cocina con Claudia mi esposa y Mario se puso de píe para despedirse, se retiraban los dos. Se despidieron de Carlos y de Claudia, yo los acompañé a la puerta. Se fueron.
Carlos no quiso que Claudia supiera de su problema con Diana su esposa, así que cambió el tema. Nos pusimos a platicar de otras cosas, por espacio de otra hora. Revisé la cámara, ya había grabado los 120 minutos del casete y se había apagado. Eran ya las 2:15 de la mañana. Claudia daba claras señales de cansancio y sueño, le pedí que se fuera a dormir, Yo acompañaría a Carlos un rato más y después él se iría. Claudia me besó los labios, luego dio un beso en la mejilla a Carlos y se fue a dormir.
Cuando mi esposa se fue, Carlos me contó que el disgusto había sido porque ella lo encontró una noche viendo pornografía en internet mientras se masturbaba. Él trató de explicarle, pero ella se sintió lastimada porque era algo que le ocultaba y le molestaba en gran manera. Se sirvió una copa más. Le pregunté que por qué veía pornografía y me respondió:
- Últimamente ella ha estado fría conmigo sexualmente, si tenemos sexo, pero sin entusiasmo, sin pasión. Entonces yo lo que he hecho es primero excitarme viendo el internet y ya caliente voy y la busco, por lo menos yo me satisfago interiormente.
- Pero… ¿no le has preguntado qué le pasa?
- Sí, pero ella dice que no todo es sexo en la vida. –dijo Carlos-
- Pero si tú le cuentas que tienes necesidades y que deseas satisfacerlas con ella, tal vez lo comprenda…
Carlos pareció guardar silencio, pero realmente se estaba quedando dormido por los efectos del alcohol. Tuve que llamarlo por su nombre.
- Carlos…
- ¿ehhh?
- Te pregunté si le has explicado lo que te ocurre y por qué ves pornografía…
Trató de responder pero no le pude entender, el sueño lo vencía. No lo podía dejar irse así, estaba borracho. Lo llevaría a dormir a la recámara contigua a la nuestra y ahí lo acostaría. Fui a preparar la recámara donde Carlos dormiría. Subí conmigo la cámara de video para guardarla, ya que lo hacía en esa recámara, dejé el tripié de la cámara montado, saqué el casete de la reunión de amigos 2011 e inserté otro casete virgen. Abrí las cobijas, cerré las cortinas, encendí la lámpara del buró y al ir por él pasé a ver a Claudia. Ella ya dormía. Pensé en el problema de Carlos y su esposa y recordé que con mi esposa las cosas son diferentes pues ambos hablamos con confianza, nos contamos todo e incluso fantaseamos juntos. Mi vida sexual con mi esposa no es perfecta pero sí buena. Me acerqué a darle un beso en la frente. Lo hice. Ella sin abrir los ojos me dijo:
-¿Ya se fue Carlos?
Besé sus labios y le dije:
- Duérmete cariño, mañana te cuento.
Claudia cerró los ojos y se giró para descansar. Salí de la habitación y fui hasta la sala por Carlos.
Él estaba profundamente dormido por el alcohol, y se había orinado en los pantalones. Como pude lo tomé por el hombro y lo llevé hacia la recámara. Al ponerlo de pie, soltó el vaso que traía en la mano y este se estrelló contra el piso y se rompió. Después volvería a recoger los cristales.
Caminé hacia la recámara, y como pude entramos. Lo tendría que bañar pues no lo podía acostar orinado. Lo senté en una silla y le saqué como pude los zapatos, le aflojé el cinturón y le quité la camisa. Lo puse nuevamente de pie, y cuando le bajaba los pantalones hasta las rodillas, escuché una voz detrás de mí:
- ¿Qué pasó mi amor? – era Claudia-
Traté de voltear para verla, pero Carlos se me caía, Claudia lo abrazó por la cintura y me ayudó a sentarlo. Le conté la verdad, que Carlos no quería se supiera. Que había tenido problemas con su esposa y lo había dejado, que bebió de más y se quedó dormido pero orinado.
- ¿Qué vas a hacer? – pregunto mi esposa
- Voy a bañarlo, y luego lo acuesto aquí en la recámara.
Lo puse de nuevo de pie para llevarlo al baño que tenía la habitación. Claudia lo tomó por el brazo izquierdo y encajó su hombro debajo de la exila de él. Quedó firme. Fui al baño para abrir la regadera y templar el agua. Tomé la cámara y la puse a grabar, Carlos debía saber la que nos hizo pasar esa noche. Quedó lista. Cuando salí, Claudia ya le había sacado una pierna del bóxer que Carlos traía puesto mojado. Me tomó por sorpresa ver a Claudia de rodillas tratando de sacar la otra pierna del calzoncillo. Yo detuve a Carlos mientras ella le sacó la pierna que faltaba. Quedó completamente desnudo. Carlos tenía una ligera erección, pero al fin visible. Entre los dos lo llevamos al baño. Le pedí a Claudia que lo detuviera mientras me sacaba la camisa. Me la quité. Carlos parecía escurrirse al doblar las piernas para caer al suelo. Claudia le volvió a meter el hombro debajo de la axila y lo detuvo. El agua que salpicaba el cuerpo de Carlos debajo de la regadera fue mojando a Claudia, la bata de dormir que traía se le pegó a los brazos y al cuerpo, sus pezones se mostraban oscurecidos sobre la bata blanca, que no la dejaba moverse. Yo no me había quitado ni el pantalón, ni los calcetines ni los zapatos.
Le pedí a Claudia que lo detuviera un momento. Salí del baño y fui a la cocina por un banco de plástico. Regresé al baño con él. Claudia como podía le estaba enjabonando el pecho. Carlos había colgado su peso en ella. Ayudé a Claudia a enderezarlo. Al hacerlo, Carlos tenía una gran erección. La cual fue notoria para los dos. Claudia sonrió ligeramente disimulando, y meneando la cabeza. Puse el banco detrás de Carlos y como pudimos lo sentamos recargado en la pared. Claudia se hizo un paso atrás y dejamos por un momento a nuestro amigo debajo del agua.
Ella dijo:
- Tenemos que bañarlo, y enjabonarlo, sino va a oler a orines.
- Deja me quito zapatos y ropa y … -dije-
- No, yo ya estoy mojada, además... ¿tú lo vas a enjabonar? –preguntó Claudia-
Sé que Carlos es mi amigo pero jamás había tocado a otro hombre, y me sentía incomodo por ello. Claudia no esperó respuesta mía. Se quitó la bata y quedó en sus prendas de dormir que eran juego de la bata; una diminuta tanga que se metía entre sus nalgas ocultando el delgado hilo que corre por detrás y un pequeño triángulo que apenas cubría su vello púbico, el cual mojado se notaba perfectamente detrás de la tela de la tanga. Traía además un sostén de por sí transparente, que al estar mojado no ocultaba su contenido en absoluto, sus pezones se veían completamente, y la ropa pegada a las grandes tetas que ella tiene me excitaron. Le dije:
- Déjame tomarte una foto así.
Ella sonrió. Fui por la cámara y se la tomé, quería guardar un recuerdo de esa imagen.
Me dijo:
- Ayúdame a pararlo.
Entre los dos lo pusimos de pie, y ella se metió debajo del chorro de agua, junto a Carlos. Se colocó detrás de él y tomó la esponja, la enjabonó y le talló los hombros, luego la espalda, y las nalgas. No me había imaginado nunca a mi esposa en tal circunstancia. Es cierto que una de nuestras fantasías era formar un trío con otro hombre, pero de soñarlo a vivirlo en ese momento, había mucha distancia. Pensé en tomar otras fotos, así, pero no quería invadir la intimidad de mi esposa, así que no lo hice.
Ella introdujo sus dedos entre las nalgas de nuestro amigo, y le frotó con ganas, Carlos solo se movía para los lados, pero su erección creció, su verga apuntaba hacia el techo, casi pegada a su cuerpo hasta el ombligo. Claudia se hincó y le frotó las piernas y los pies. Se levantó ella y pasó al frente. Al ver la erección de Carlos, sonrió y dijo:
- Quien lo viera tan calladito… - y volvió a sonreír-
Me miró ella y yo también sonreí. Volvió a enjabonar la esponja y le frotó el pecho nuevamente, luego el vientre. Por momentos, la erección de Carlos disminuía y se pegaba a la tanga de mi esposa. Claudia no le prestaba atención, pero dejaba que ésta le tocara su triángulo. Luego, al llegar a los genitales Claudia me ofreció la esponja y me dijo sarcásticamente:
- ¿Quieres hacerlo tú?
La miré y menee la cabeza en desacuerdo.
Ella se hincó y dejó caer la esponja al piso, se enjabonó las manos y luego tomó la verga de Carlos entre sus manos llenas de espuma. Le frotó con mucho cuidado, pues Carlos hundió su pelvis hacia atrás en señal de defensa. Claudia le recorrió el prepucio hacia atrás dejando al descubierto el glande, el cual se mostraba erguido y colorado; lo tomó suavemente entre sus dedos enjabonados y lo limpió delicadamente. Empuñó la verga de nuestro amigo y con cuidado le fue recorriendo el prepucio hasta cubrir nuevamente el glande. Luego la tomó y la levantó hacia el techo con una mano y con la otra comenzó a enjabonarle los testículos, Carlos reculó de momento, mi esposa se detuvo, sin soltarlos. Cuando Carlos dejó de moverse, continúo enjabonándolos, ahora con mayor suavidad que la primera vez; se los enjabonó hasta que quedaron cubiertos de espuma, y luego lo giró para que el agua le cayera y los enjuagara; sin soltarle la verga le quitó el jabón a los genitales por completo. Mi esposa le pasó sus dedos enjabonados entre las piernas dirigiendo sus dedos hacia el ano de Carlos, esto pareció gustarle a él, porque abrió ligeramente las piernas para dejarse hacer. La erección de Carlos cobró fuerza, y él se tomó la verga y comenzó a masturbarse. Claudia intentó quitarle las manos de sus genitales, pero Carlos seguía masturbándose. Mi esposa permaneció hincada entre sus piernas, sin moverse, viendo lo que Carlos hacía; él arqueó el cuerpo hacia atrás y arrojó su descarga de semen que fue a caer sobre las tetas de mi esposa. Los dos nos reímos en silencio. Claudia le volvió a tomar la verga y le limpió el semen que quedaba en él.
Mi esposa siguió enjabonando las piernas y rodillas de Carlos luego los pies. El agua se encargó de quitar el jabón. Claudia me miró y dijo en voz baja:
- Creo que ya está listo, ahora a sacarlo y a secarlo.
Busqué la toalla para envolverlo, pero no había ninguna, mi esposa dijo:
- Ve al closet del pasillo y arriba están las toallas grandes, trae la azul.
Fui al closet que dijo mi esposa y tomé la toalla que pidió Claudia. Me quité el pantalón, los zapatos y los calcetines que estaban húmedos, y regresé en calzoncillos. Escuché la voz de Claudia que hablaba:
- No me imaginé que la tuvieras tan gruesa, y que te la iba a conocer en estas circunstancias… -decía Claudia al vacio pues Carlos no podía responder.-
Me asomé sin entrar al baño y en el reflejo del espejo vi que mi esposa estaba jugando con la verga de Carlos, él estaba sentado y con las piernas abiertas. Le había recorrido de nueva cuenta el prepucio hacia atrás, luego con sus dedos le jalaba éste y le volvía a cubrir el glande. Me regresé unos metros hacia fuera de la puerta del baño y le grité a Claudia:
- No encuentro la azul, voy a buscarla…!
Sin soltar la verga de nuestro amigo, me contestó:
- Si no está ahí, busca en el cuarto de lavado, junto a la cocina.
- Voy a buscarla allá –dije-
Me regresé a ver lo que hacía Claudia.
Ella se hincó entre las piernas de él y quedó a la par que las rodillas de Carlos. Le tomó una vez más la verga y le recorrió el pellejo descubriendo el glande, con un dedo le frotó el orificio frontal, luego volteó hacia la puerta como buscándome, pero no podía verme, yo a ella si por el espejo. Se acercó a la verga de Carlos y le dio un beso en el glande descubierto. Volteo de nueva cuenta a la puerta, luego miró la verga de nuestro amigo y se la metió a la boca, con sus labios tomó el prepucio y lo jaló para cubrir el glande. Se la sacó de la boca. Miró de nueva cuenta a la puerta y luego se metió la verga en la boca, esta vez para con sus labios retraer el forro del glande. Ahora ya no la soltó, sino que comenzó a jugar a cubrir y descubrir el glande con su boca. La verga de Carlos se endureció y se levantó en erección. Claudia intentó meterse toda a su boca, hasta que sintió una arcada, se retiró, dejando a Carlos con una gran erección.
Me regresé unos metros y hablando de espaldas al baño grité:
- Ya la encontré, estaba en el cuarto de lavado.
Cuando entré al baño, Claudia estaba de pié frente a Carlos, enjabonándose ella el cabello, entré y le dije:
- Aquí está la famosa toalla azul.
Claudia se acercó a Carlos para que el agua le cayera en la cabeza y se quitara el shampú, no podía oírme, pero noté que Carlos tenía la erección. Yo sabía perfectamente porqué pero no quise decirle nada a Claudia al respecto. Me quité el bóxer y me metí con ellos al agua. Claudia se sacudía el pelo para quitar la espuma, mientras yo le desabroché el sostén y se lo quité, ella con sus brazos se cubrió los senos y me dijo:
- ¡¿Qué haces?!
- Está sucio de semen y hay que lavarlo, -dije-
- Si, pero aquí está Carlos y…
Pegué mis labios a los suyos y la besé. Ella por unos segundos se sorprendió pero me correspondió el beso introduciendo su lengua en mi boca. Luego se apartó.
- No te preocupes está perdido. –dije-
- Pero podría despertar…
- Si no lo hizo después de que lo has bañado, ya no despertó hasta mañana. –añadí- además quería agradecerte por lo que has hecho por mi amigo.
- También es mi amigo, no tienes porqué agradecer.
Ahora ella fue la que me besó, sentir su cuerpo mojado y pegado al mío hizo que mi verga se pusiera dura y erecta, la cual fue a tratar de meterse entre sus piernas; pero la tanga no lo permitía, ella de reojo miró a Carlos dormido y se quitó la tanga, tomó mi verga y la llevó a su cavidad, metiéndosela. Comenzamos a movernos los dos, friccionando nuestros cuerpos, mientras yo lamía sus pezones erguidos. Sentí que me venía pero me detuve y le dije que debíamos sacar a Carlos del agua. Ella quiso seguir cogiendo, pero le dije que mejor en nuestra cama. Me salí de ella y ella salió del agua, encontró que junto con la toalla azul para Carlos yo había traído dos toallas más. Tomó una y se secó, luego salí yo y me sequé con la otra mientras Claudia metía a la lavadora la ropa de Carlos, el pantalón y el bóxer. Cerré las llaves del agua y entre los dos levantamos a Carlos como pudimos. Tomé la toalla azul y le sequé la espalda la cabeza y el pecho a Carlos, mientras que Claudia con su toalla le secaba las piernas. Salimos del baño y llevamos a nuestro amigo a la cama, salimos los 3 del baño desnudos.
Lo sentamos en la silla y Claudia se encargó de secarlo a detalle. Yo recordé que había dejado la cámara filmando, la saqué del baño y la dejé grabando ahora en la recámara, aun quedaban 90 minutos. Saqué la ropa de Carlos de la lavadora que ya había terminado de lavar y la metí a la secadora. Fui a mi habitación por un pijama para Carlos. Regresé. Claudia me dijo:
- Ayúdame a ponerlo de pie para secarlo bien porque está aun húmedo.
Me puse por detrás de Carlos y lo levante de las axilas. Mi esposa tomó la toalla y le secó el vientre, luego con cuidado sus genitales, primero la verga luego los testículos, el miembro de Carlos volvió a ponerse rígido. Por último las piernas y los pies. Ella soltó la toalla y tomó el pantalón del pijama para ponérselo. Cuando iba a hacerlo le dije:
- Espera…
- ¿Qué?...
Me miró extrañada. Y le dije:
- Ayúdame a pasarlo a la cama.
Ella frunció su ceño, más extrañada aun. Pero sin decir nada, lo tomamos por las axilas y lo acostamos. Me llevé a Claudia a un lado y le dije:
- Creo que vamos a poder hacer realidad una de nuestras fantasías, sin temores.
Claudia abrió los ojos como intrigada por lo que le decía, y sin comprender del todo asentó con la cabeza. Carlos permanecía acostado en la cama, profundamente dormido. Claudia había ido a nuestra habitación por otra bata para dormir, la cual se puso, ahora era una negra pero transparente, no traía nada más debajo; la bata cubría de sus hombros hasta la mitad de sus muslos. Le dije:
- Acércate lentamente a la cama, y te quitas la bata muy despacio, luego te acuestas junto a Carlos.
Ella alzó su rostro y me miró sorprendido, y dijo:
- Pero… y si se despierta?
- No te apures, está bien dormido, mira.
Me acerqué y le hice cosquillas en la planta de su pie, el cual apenas si movió.
- Ya ves, no te preocupes.
Yo me coloqué detrás de la cámara y comencé a grabar lo que deseaba. Mi esposa caminó hacia la cama, y se sentó en la orilla, miro el cuerpo desnudo de Carlos, especialmente su entrepierna y se abrió la bata, dejando entre ver los vellos de su pubis, que hacían juego con el negro de su bata. Los pezones permanecieron cubiertos por la prenda. Ella se acercó a él mostrando el triángulo de entre sus piernas. Tomé la cámara y me coloqué detrás de ella. Claudia se puso de rodillas en la cama mirando el cuerpo de Carlos, mientras yo hacía un zoom de su trasero, el cual estaba descubierto por la bata, podía ver en pantalla su culo, y los labios externos de su vagina; luego regresé frente a ella, la bata se había abierto y sus tetas colgaban de su cuerpo, sus pezones apuntaban al cuerpo de Carlos. Le hice la seña que se quitara la bata. Lo hizo sensualmente, quedando desnuda junto a él pero por encima de nuestro amigo. La miré nerviosa. Puse pausa en la cámara y me acerqué a ella y le dije:
- Amor, no te preocupes, no va a despertar, actúa con libertad y déjate ser la que quisieras ser.
- Sí, pero, no sé que pienses tú de mí…
- Nada, creo que te tengo la suficiente confianza y sé que lo que estés por hacer, no es más que un momento que los dos hemos platicado y fantaseado vivir. Lo que hagas será solo sexo, no habrá amor… Por favor, has lo que quieras hacer.
Claudia afirmó con la cabeza, yo regresé a quitar la pausa de la cámara y seguí grabando. Ella acercó uno de sus pezones a la boca de Carlos, y se lo frotó en los labios. Carlos ni se inmutó. Ella acarició el pecho de él con una de sus manos, luego con sus dos pechos buscó rozar los pezones de él, lo hizo, esto provocó que Carlos comenzara una nueva erección.
Le resultaba a ella un poco difícil moverse, por la posición lateral que tenía. Así que pasó una de sus piernas sobre la cadera de Carlos y quedó montada en él. Intentó volver a tocar los pezones de él con los suyos, solo que estaba muy arriba, echó su cuerpo hacia atrás y sus nalgas dieron con la verga de Carlos. De momento ella se quedó quieta, me miró y yo le sonreí; le cerré un ojo y ella me devolvió la sonrisa. Pasó una de sus manos hacia su espalda y tomó la verga de nuestro amigo y la colocó de tal manera entre sus nalgas, que no lo lastimara ella a él. La verga quedó tocando el culo de mi esposa. Ella recargó sus tetas sobre el pecho de Carlos y acercó su boca a la de él. Lo beso suavemente, y se retiró. No hubo respuesta de él. Ella volvió a besarlo mordiendo los labios de Carlos ligeramente, y ella se los entreabrió; intentó introducir su lengua en la cavidad de él, pero apenas pudo hacerlo. Siguió besándolo, mientras que con sus manos acariciaba el cuerpo de él.
Ella se bajó de sobre Carlos, ahora se volteó y se colocó por sobre su pecho, pero dándole la espalda al rostro de Carlos, el peso de ella descansaba en las piernas de mi esposa y no en él. Comenzó a frotar sus pezones en la verga de Carlos. Primero uno luego con el otro y luego ella tomó los dos senos y con sus dos puntas los frotó en la cabeza de la verga de Carlos. Yo tomé la cámara y me pasé hacia atrás de ella para filmar el culo de mi esposa cerca de la cara de Carlos. Mi esposa escurría sus jugos en el cuello de nuestro amigo. Sus labios vaginales estaban entreabiertos, podía ver su color rosado, brillante por la humedad que los impregnaba.
Regresé a filmar por delante ahora me coloque frente al rostro de ella, a los pies de Carlos. Claudia me miró fijamente a los ojos, como pidiendo mi aprobación, a lo que con un sí que hice con mi cabeza consentí en lo que ella quisiera hacer.
Fue bajando su cabeza hasta el entrepierna de Carlos, y con su rostro fue tocando la verga de Carlos, primero fue la frente, luego la nariz, luego las mejillas y por último sus labios. Sin despegar la boca de la verga de él, me miró y sin quitar la vista de mis ojos, abrió sus labios y comenzó a meterse la verga de nuestro amigo en la boca. Primero la punta, abrió sus labios y sacó su lengua, comenzó a lamer la verga de Carlos por lo que sería el glande. La mojó toda con su saliva, volvió a cerrar los labios y se la introdujo aun más. No quitaba sus ojos de los míos. Yo podía ver sus ojos directamente en la pantalla de la cámara; pero preferí hacerlo cara a cara. Ella se hundió aun más la verga de Carlos entre sus labios, ahora ya tenía poco más de la mitad dentro de su boca; sus ojos parecían incendiarse al estarme mirando, el brillo surgía en ellos. No dejó nunca de mirarme. Menos cuando hundió dentro de su garganta lo que faltaba de la verga de Carlos. Sus labios llegaron hasta chocar con el cuerpo de él. Seguía mirándome. Me sentí nervioso. Ella succionaba lo que tenía en el interior de su boca, lo supe porque se formaron unos pequeños surcos en sus mejillas como cuando uno succiona un popote. Comenzó a retirarse, dejando salir poco a poco aquella barra de carne que intentaba ahogar su garganta.
Lentamente fue dejando que la verga de Carlos fuera saliendo de su boca; cuando salió por completo, quedó al descubierto el glande del miembro de Carlos, mi esposa había descubierto el glande con su lengua; la cabeza de la verga de Carlos brillaba, por la saliva de mi esposa y por estar descubierta. Ahora yo no podía quitar mis ojos de los ojos de ella, en su mirada encontré un atisbo de placer por lo que estaba haciendo, incluso en su mirada divisé una sonrisa malévola.
Me guiñó un ojo, rompiendo mi mirada fija en su rostro; sacó su lengua de su boca y con ella lamió todo el contorno del glande de la verga de Carlos; primero por un lado, luego por el otro; con sus dientes insinuó morder el glande que parecía explotar por su color encendido. Luego, volvió a bajarse lentamente y comenzó a abrir su boca poco a poco; fue tragándose la lanza de carne rígida de Carlos nuevamente entre sus labios. Hasta llegar a meterse toda en su cavidad, desapareciéndola. Su mirada permanecía clavada en mis ojos. Los míos se anegaron por la falta de parpadeo, queriendo humedecerse. Apenas por unos segundos, parpadee, una lágrima escurrió por mi mejilla. Ella sonrió levemente. Comenzó a sacarse la verga de Carlos de su boca, de la misma manera en que la había introducido: poco a poco.
Cuando la soltó de sus labios, el prepucio cubría nuevamente el glande de la verga. Mi esposa retenía entre sus dientes la punta de éste, como jalándolo. Luego simplemente lo soltó, haciendo que la verga de Carlos diera un pequeño tirón hacia atrás.
Claudia se sentó en sus piernas, sin oprimir el pecho de Carlos. Cerró sus ojos, los cuales al hacerlo dejaron escurrir una lágrima de cada uno de ellos. Ella iba a limpiarse las lágrimas, cuando le dije:
-Espera-
Me acerqué a su rostro y bebí cada una de las dos gotas saladas que escurrían por sus mejillas, luego la besé, pude saborear el sabor de la verga de Carlos aun en su boca. Con mi lengua limpié el interior de su boca hasta beber del último rincón de ella. Volví detrás de la cámara.
Claudia se giró 180° quedando en la misma posición pero ahora frente al rostro de Carlos. Iba a mover de lugar la cámara para filmar frente a ella pero ahora fue mi esposa quien dijo:
-Espera-
Despegó hacia arriba su cuerpo del de Carlos, y sin levantarse se echó hacia atrás. Pasó una de sus manos por entre sus piernas y tomó la verga de Carlos entre sus dedos. La apuntó hacia su orificio vaginal y poco a poco fue hundiéndosela entre sus piernas. Por un momento se quedó sin mover, yo miré fijamente la pantalla de la cámara; pude ver los jugos vaginales de mi esposa escurrir por la verga de Carlos, mojándola toda, lo que permitió que ésta se hundiera sin dificultad alguna. Ella comenzó a subir y a bajar sus nalgas, haciendo que entrara y saliera aquella barra maciza de carne en sus entrañas. Yo me encontraba a escasos 60 cms de ver como se enterraba la verga de Carlos en su interior; era excitante ver cómo otra verga se cogía a mi esposa. Pronto se vino mi esposa, por primera vez.
Eso era lo que los dos habíamos fantaseado. Claudia deseaba hacerlo con otro y yo verla cogiendo con otra verga. No lo habíamos hecho porque no sabíamos ni cómo ni con quien, pero que mejor que había sido de este modo y con un amigo que los dos queremos mucho. Mi verga estaba que no podía dar más de sí. Dejé a Claudia cogiendo con Carlos y fui a mi habitación por el tubo de gel lubricante de mi buró, lo tomé y regresé. Claudia seguía metiéndose y sacándose el palo de nuestro amigo en su coño.
Tomé el tubo de gel y lo destapé, lo apachurré dejando caer unas gotas en las nalgas de mi esposa. Luego me puse otro poco en dos de mis dedos. Los cuales previamente humedecidos en el gel fui a introducir muy despacio en el culo de Claudia. Ella comprendió. Ya lo habíamos hecho antes, a ella le gustaba ser cogida por los dos lados, claro, uno a la vez, pero cuando comenzamos a fantasear, deseaba dos a la vez, entonces mientras yo se la metía por la vagina, usábamos un vibrador por el culo, lo cual la preparaba, luego cambiábamos, el vibrador en su vagina y mi verga en su culo.
Dejó de moverse. Me coloqué detrás de ella, que permanecía con sus tetas sobre el pecho de Carlos, y fui frotando mi verga en su culo. Poco a poco fui enterrándosela, luego me detuve para que su ano se ajustara a la presión de mi verga, ella fue reculando para metérsela más y más. Hasta que le entró toda. Comencé a moverme, luego ella. Gemía quizás por la incomodidad de sentir dos vergas en su interior, comprendí que no sería fácil moverse así, pero era su fantasía también. Logramos sincronizar nuestros movimientos porque no contábamos con el de Carlos. El calor del culo en mi verga era mayor que el de la vagina en la de Carlos. Lo ceñido del culo también. Claudia comenzó a gemir con más fuerza, tratando de ahogar sus sonidos para no despertar a Carlos. Yo dejé que ella se moviera en mi verga como quisiera para no lastimarla. No sabía cómo sentía. Y no quería lastimarla.
Cuando sentí que me vendría, inicié mis movimientos más intensos. Dentro del culo de mi esposa, podía sentir el choque con la verga de Carlos; eso me excitaba mucho. Quería prolongar el placer de cogerme a mi esposa con otro hombre a la vez, pero era imposible detenerme. Alcancé a proferir una exclamación de satisfacción y me dejé venir dentro del culo de mi esposa. El semen salió en abundancia de mi interior, ella aumentó sus movimientos. Sentí que fueron 4 o 5 los chorros que descargué en su culo y poco a poco fui perdiendo la rigidez, hasta salirme del interior de Claudia, con sus movimientos.
Regresé a la cámara, en pantalla podía ver cómo entraba y salía la verga de Carlos del interior de la vagina de mi esposa, de acuerdo a los movimientos de ella. Que ahora podía hacerlo libremente hacia arriba y hacia abajo. Pude ver como escurría mi semen por el orificio de mi esposa hacia la verga de Carlos. Claudia comenzó a jadear mas fuerte mordiéndose los labios para no gritar. Ella se vino por segunda vez. Pero no dejó de moverse. Siguió haciéndolo como buscando otro orgasmo, el cual no le costó trabajo porque ella cuando se viene una vez puede hacerlo hasta 3 veces, que es lo que hemos logrado entre los dos. Se vino por tercera ocasión. Quiso seguir cogiendo con Carlos, sus movimientos eran frenéticos, hasta que exclamó con un suspiro que me sorprendió. Se había venido por cuarta vez. Yo pensé que era un deseo de placer de mi esposa, pero pronto comprendí que no era por satisfacerse a sí misma. Cuando momentos después se sacó la verga de Carlos de su vagina, y escurría de ella el semen de Carlos, comprendí porque había seguido moviéndose: quiso que él se viniera también, dentro de ella.
Mi esposa se bajó de Carlos y se hincó a un lado de él; tomó su verga entre sus dedos y la llevó a su boca, con su lengua fue retirando el semen de nuestro amigo de su miembro hasta limpiarlo por completo. Mi esposa se come mi semen pues le gusta, pero ahora también el de Carlos.
Apagué la cámara. Ayudé a mi esposa a levantarse y aun con el sabor a semen en su boca, la besé. Claudia se encaminó hacia nuestra habitación, no sin antes sacar la ropa seca de nuestro amigo de la secadora y ponerla en la silla, doblada.
Extraje el casete de la cámara, y guardé el que grabé. Coloqué otro como siempre y cubrí con la sabana y el edredón a Carlos, apagué las luces y fui con mi esposa.
Entró a nuestro baño, dejó la puerta abierta. Ella estaba sentada en el wc orinando, entré cuando se levantaba y me preguntó si iba a usarlo o dejaba correr el agua. Levanté la tapa del asiento y oriné también; mientras, ella se introducía en la vagina, un irrigador con una solución para limpiarse el semen de Carlos en la regadera. Luego se secó con la toalla y al salir del baño me dio un beso, sin decir más nada. Se fue a la cama y se acostó desnuda, estaba agotada que ni se vistió para dormir. Fui a su lado, apagué la luz y le di un beso en su cabello y la cubrí con la sabana. Antes de cerrar los ojos, vi en el despertador la hora: eran las 4:12.
Los dos nos dormimos.
Cuando desperté a las 11:15 Claudia ya estaba despierta; recargada en la cabecera de la cama con su mano tocando mi cabello. Seguía desnuda, sus senos estaban descubiertos por la sabana. Me miró y me regaló una sonrisa. La miré y atraje hacía mí para besarla, lo hice. Se sumió en la cama y recostó su cabeza en mi hombro, me abrazó. Dijo:
-¿qué piensas?
En ese momento solo pensaba en Claudia y lo que había ocurrido durante la noche.
- En ti -dije-
- ¿bien o mal? –preguntó-
- Creo que ha sido la mejor de las noches que hemos pasado juntos… -le respondí-
- A mí también me gustó. –comentó-
Los dos nos miramos, supe que queríamos hablar de lo ocurrido, pero no era el momento adecuado. Ya lo encontraríamos después. Nos levantamos y nos metimos a bañar. En la regadera comentamos que teníamos mucha hambre los dos. Nos vestimos; pensé en invitarla a almorzar fuera de casa. Salimos de nuestra habitación. Grande fue nuestra sorpresa, ambos nos habíamos olvidado de Carlos. Él ya estaba despierto, bañado, y vestido, hasta había preparado el desayuno. Claudia me miró fijamente; pude notar el rubor en sus mejillas. Carlos se acercó como si nada a ella y le dio un beso en la mejilla. Ella se lo devolvió.
Los tres nos sentamos a la mesa. Mi esposa no sabía que decir, solo me miraba. Carlos dijo mientras comíamos:
- Verdaderamente son ustedes mis mejores amigos. Descansé y dormí como hace mucho no lo hacía.
Claudia se sonrojó nuevamente, evitaba ver el rostro de Carlos. Sin embargo le dijo:
- ¿Cómo te sientes?
- Muy agotado, como si hubiera corrido 100 kilómetros…bajo la lluvia -respondió él- y ¿ustedes, qué tal durmieron?
Ninguno supimos responder de momento. Nos miramos y cuando yo iba a hablar, Claudia tomó la palabra:
- Igual que tú, como si hubiera corrido contigo la misma distancia.
Los tres reímos. Terminamos de almorzar, Carlos nos dijo que tenía que retirarse por unos asuntos pendientes. Mi esposa y yo lo acompañamos hasta la calle.
Claudia dijo:
- Debo tomar una medicina.
Carlos añadió antes que se fuera Claudia por su medicamento:
- Creo que ha sido la mejor noche en muchas noches, y eso gracias a ustedes.
- No Carlos, -dije ahora yo- tú nos has regalado la mejor noche como pareja. La hemos pasado muy bien con los amigos, pero más contigo.
- Por ustedes haría cualquier cosa, -dijo Carlos-
- Ya lo has hecho, -añadió Claudia- en verdad lo has hecho…
Mi esposa se acercó a Carlos y le dio un gran beso en la mejilla, mientras ambos se abrazaban. Carlos se subió a su auto, y dijo:
- Como amigo, ¿podría pedirles algo?
Claudia y yo nos miramos, los dos asentimos y entonces yo dije:
- Carlos, siempre podrás contar con nosotros.
- Gracias, lo sabía, por eso quiero invitarlos mañana domingo a desayunar. –dijo, mientras encendía su vehículo-
- Claro que aceptamos, nos vemos en tu casa a las 10:00 am –dije yo-
El auto de Carlos comenzó a moverse y ya cuando se iba alcanzó a decir:
- Ah Claudia, por favor, no te olvides de tomar tu pastilla del día siguiente…
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131202 veces
Si te ha gustado Un verdadero amigo vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.
Por eso dedica 30 segundos a valorar Un verdadero amigo.
turulato
te lo agradecerá.
Comentarios enviados para este relato
kratoslord
(21 de July de 2012 a las 04:05) dice:
espero la continuacion esta xvr el relato alied
(2 de October de 2012 a las 05:47) dice:
excelente y por supuesto esperando la continuación, muy intrigado quiero leer lo que viene sexego
(19 de November de 2012 a las 19:28) dice:
Muy bueno ya me la sobe 3 veces pongan más luster
(19 de June de 2012 a las 03:53) dice:
uuf, muy bien escrito en ritmo y tensión, felicitaciones, escribes realmente bien katebrown
(18 de October de 2022 a las 22:09) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF katebrown
(18 de October de 2022 a las 19:43) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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