La joven aparentada unos treinta años y no era una chica que llamara la atención, de estatura normal, calculé un metro sesenta, de rostro un tanto oval y ojos color miel, cabello castaño lacio, con raya al medio, apenas pasando los hombros, tenía unos toques de rubio de peluquería muy a la moda. No era un rostro feo, pero tampoco demasiado bonito, tal vez su nariz, no sé, como dije, solo una chica más entre tantas.
Relato
XIOMARA
Venía de terminar mi relación de años con la que había sido el amor de mi vida, ella tenía solo quince y yo le llevaba un par de años cuando nos unimos producto de un embarazo no deseado. Llegó Amalia, nuestra única hija y tras muchos años excelentes de pareja poco a poco la situación se fue desbarrancando.
Con casi cuarenta años en mi espalda pusimos fin a una historia en la cual en la última década habíamos vivido una situación de amor y odio, con peleas y separaciones, con reencuentros e ideas de empezar de nuevo, de repente dormíamos bajo distintos techos, en distintas casas, de repente lo hacíamos en la misma cama, de día nos insultábamos con la misma pasión en que en la noche hacíamos el amor. Creo que pueden entender como son estas cosas cuando dos personas insisten en una relación que ya está agotada.
En fin, una pequeña introducción para que sepan que en esos momentos mi cabeza no estaba en condiciones de empezar una nueva aventura, un nuevo romance cuando aún tenía las heridas abiertas en un libro en el que escribía el epílogo.
Por lo tanto, no pensaba en las mujeres, tenía demasiados problemas en los que enfocarme, honestamente, la única mujer en mi mundo vacío era mi hija, ya mayor, que los fines de semana pasaba por casa a desayunar y charlar un rato.
Aun trabajaba de empleado en una zapatería, en la zona céntrica de la ciudad, a unas cuadras del departamento que alquilaba luego del divorcio.
Una mañana como cualquiera entró ella y dio en suerte que yo la atendiera.
Buscaba unos zapatos de fiesta, en negro charol con finísimos tacos de unos quince centímetros, con apliques de stras a los costados, nos saludamos por educación y fui por su pedido trayendo además algunas otras opciones.
La joven aparentada unos treinta años y no era una chica que llamara la atención, de estatura normal, calculé un metro sesenta, de rostro un tanto oval y ojos color miel, cabello castaño lacio, con raya al medio, apenas pasando los hombros, tenía unos toques de rubio de peluquería muy a la moda. No era un rostro feo, pero tampoco demasiado bonito, tal vez su nariz, no sé, como dije, solo una chica más entre tantas.
Vestía un vestido un tanto holgado a la rodilla por lo que no dejaba notar mucho sus curvas, pero si adiviné que casi no tenía busto, y hasta percibí a vista un sostén de esos armados que muestran más de lo que hay.
Como suelo hacer, por cortesía cambiamos algunas palabras, le dije mientras se miraba al espejo con los zapatos puestos con libreto de vendedor
Tu novio te verá muy bonita con esos zapatos, son muy elegantes…
Ja! no tengo novio… hace un tiempo que estoy solterita… no me gustan los compromisos…
Ella rio e hizo un gesto como que no buscaba hombres en ese momento, cruzamos algunas otras palabras, se midió diferentes modelos y en algún punto preguntó
Son todos bonitos, no sé por cual decidirme… tu cual le regalarías a tu esposa?
Ja! no me hables… no tengo esposa, ya no… pero si quieres saber mi opinión, lleva cualquiera, porque da lo mismo, lo bonito es lo que está por encima de los zapatos…
Xiomara, a esa altura sabía su nombre, se tentó de risa con mi tonta adulación improvisada. Y palabra va palabra viene, me dijo que no sabía para que compraba zapatos si al fin de cuenta no tenía a quien presumírselos, en fin, mientras tomaba sus datos de la tarjeta de crédito terminé invitándola a cenar. Tenía su nombre completo, su dirección, teléfono, que más?
Dado que en la zona céntrica donde yo vivo están los mejores lugares para cenar y ella por su parte vivía un tanto alejada, quedamos en que yo haría las reservas y ella tomaría un taxi hasta mi departamento.
Nos despedimos con una sonrisa y me quedé observando como caminaba hacia la puerta, sin dudas parecía el tipo de chica que cualquier madre quisiera tenerla como nuera.
Sin pensarlo ese día, de la nada había conseguido una cita.
Llegué a casa a la tardecita, y llamé a un restaurante familiar donde era habitual cliente, un sitio ameno y tranquilo para disfrutar una buena cena, unas copas y un poco de música.
Xiomara llegó puntual, bajé rápido a su encuentro y ahí tuve el primer impacto visual, imaginen este cuadro, parada al otro lado de la gran puerta vidriada, con su rosto un tanto maquillado, con un strapless color oro, habrá tenido diez centímetros de alto, anudado a la espalda, resaltando lo que ya había notado, casi no tenía pechos, sus hombros desnudos con un enorme tatuaje sobre le derecho, su vientre también desnudo, con unos abdominales envidiables y una cintura de ensueño, y eso era lo de menos…
Lucía unas calzas elastizadas, negras y brillosas que se adherían a su piel dibujando la perfección de sus curvas, unas piernas talladas a mano, unas caderas prominentes y un trasero más que generoso de perfectas proporciones, algo que no había notado con el amplio vestido con el que la conocí en la tienda.
El detalle? Lucía los zapatos que se había comprado, los que yo le había vendido
Algunos pensamientos se cruzaron rápidamente en mi cabeza en fracción de segundos…
Esta no era la chica inocente que había conocido en la mañana…
Esta no era la chica perfecta que hubiera querido mamá…
Asumí que en unas horas tendría sexo seguro…
Me di cuenta que no podía llevar a esta mujer al lugar donde había reservado…
Este último punto me obligó a improvisar, como ella estaba vestida no podía llevarla a ese restaurante donde yo era habitual y era conocido, una lugar para familias, así que solo me salió decirle que no tenía reserva, que no había conseguido nada.
Ella no se incomodó y me sugirió un lugar que yo no conocía, pero ella sí. Subimos a mi coche y hablamos en el camino, en verdad ella hablaba y yo escuchaba mientras de reojo me deleitaba con sus curvas.
El lugar era un tanto sombrío y allí ella era una más del montón, un puterío, como solemos decir. Estábamos en una mesa sobre una ventana, a media luz, comiendo unos mariscos, de repente un moreno que pasaba casualmente por el lugar se cruzó con ella y se saludaron efusivamente, como viejos amigos que se sorprenden después de un tiempo de no verse, ella nos presentó y lo invitó a sentarse a la mesa.
Fue incómoda para mí la nueva situación, a mi izquierda la ventana, Xiomara al frente y el negro, como lo llamaba a mi derecha, ellos conversaban recordando anécdotas y poco a poco me sentí al margen, esto distaba de la noche que había imaginado, pero honestamente no sabía cómo manejar la situación.
Era tarde, Xiomara propuso que fuéramos a su casa a tomar unas copas, pensé que el negro nos dejaría pero se pegó a nosotros y se formó un trío improvisado.
Conduje en silencio, el negro en el asiento trasero, Xiomara a mi derecha, sin parar de parlotear pero con una mano sobre mi pierna, muy cerca de mi sexo.
Subimos a su departamento, los tres en ascensor, el negro Xiomara y yo, imaginaba como seguiría la historia y confieso que estaba nervioso, me notaba sudado y hasta incómodo.
Ya en su interior ella nos tomó a ambos por nuestras manos y nos condujo al dormitorio, luego se paró en puntas de pies y le dio un enorme beso boca a boca al negro, luego fue mi turno y sentí su lengua llegar casi a mi garganta. Le pidió a el que soltara el nudo del strapless y en segundos su torso quedó desnudo notando sus aniñados pechos, casi inexistentes, luego sacó sus zapatos y por último esa calza que se resistía a salir y parecía parte de su misma piel.
Tenía una terrible erección, más al contemplar que no tenía ropa interior bajo las calzas, el culo enorme y desnudo, la vagina rasurada y un tatuaje sobre su pubis, donde naturalmente estarían sus bellos, ella se recostó sobre la cama, abrió de piernas y pareció ordenarme
Vos… chúpame la concha…
No iba a negarme ante semejante pedido, me arrodillé al pie de su cama y enterré mi cara en su sexo, me encanta chupar conchas así que me esmeré en la tarea, en esos labios depilados, en su clítoris, en su pubis, bebiendo su jugo, su sabroso jugo que chorreaba hasta su esfínter, su sabor, su olor, exquisito. Acariciaba con mi lengua cada rincón de su concha, enorme y jugosa, sabrosa, el tatuaje del gatito sobre su pubis parecía mirarme mientras me concentraba en darle placer, su clítoris estaba enorme y parecía explotar, lo apretaba suavemente entre mis labios y pasaba mi lengua como un pincel, hacia arriba, hacia abajo, metiendo mis dedos en su agujero para rasgar las paredes internas de su argolla…
Xiomara, a todo esto, se entregaba a mí, pero también le chupaba la pija al negro que se había desnudado, y yo solo veía como lo hacía, comiéndola por completo llegando hasta sus bolas.
Me retiré unos segundos para quitarme la ropa por lo que el negro tomó mi lugar y empezó a cogerla con brusquedad, con ritmo, Xiomara empezó a suspirar, a gemir, a jadear, se acariciaba el clítoris y le pedía que no dejara de ‘meterle toda la verga’, me pidió que fuera a su encuentro y empezó a mamarme la pija mientras yo le apretaba los diminutos pezones.
Estaba hecha una puta, me comía el sexo haciendo las penetraciones en su boca lo más profundas posibles, entrando, saliendo, cada tanto se perdía en el ritmo por la cogida que el otro le daba, pero retomaba su trabajo con la boca ahogándose en su propia saliva, respirando con dificultad, como una golosa que quería todo al mismo tiempo, sentí mi glande acariciando lo profundo se su garganta, y el roce en sus mucosas se me hacía irresistible…
Ella cambió el juego, ella cambiaba a su gusto, solo se puso en cuatro apuntando el culo a mi lado, era mi turno, y otra vez a chupársela al negro.
La tomé por la cintura, sus nalgas se hicieron enormes entonces ante mis ojos, se la enterré hasta el fondo y empecé a moverme en su interior, la cogí un buen rato mientras miraba su esfínter que se abría ante mis ojos, tentador, no lo dudé mucho, apenas lo ensalivé un poco, apoyé mi pija en él y toda para adentro, casi sin resistencia, hasta me pareció sentirlo holgado en su hoyo.
Ella dejó un instante de chuparlo al negro, giró su cabeza hacia donde yo estaba y dijo
Caramba… veo que no pierdes el tiempo… me gustan los hombres así…
Y como si nada, volvió al juego, la empujaba con fuerzas, más lo hacía, más gritaba y se ahogaba con lo que tenía en la boca, su trasero se abría ante mis ojos cada vez que le sacaba el miembro, se me hacía insostenible esa imagen, ella volvió a ordenar
Quiero que me la pongan los dos… vamos uno en cada lado… vamos…
El negro se anticipó y la arrastró consigo, la sentó sobre él y se la enterró en el culo para luego recostarse y abrirla como una flor ante mis ojos, Xiomara estaba ensartada por el culo, con su vagina abierta esperando por mi verga, me sentí incómodo, era algo excitante verlo en muchas películas pornográficas, pero ser parte era otra cosa, el negro me apuró
Vamos amigo, no tendrás otra oportunidad…
Fui por todo, me colé entre las cuatro piernas y le llené la concha, me moví en su interior y sentía como el otro se movía en su culo, ella gritaba como perra y se apretaba el clítoris, la sentí venir, una dos, tres veces, y yo tampoco pude soportarlo, saqué mi pija y la llené de semen, su pubis, su vientre, hasta sus pequeñas tetas…
Me retiré extenuado dejando el plato servido para el negro…
El la giró y la puso acostada boca abajo sobre el colchón, poniendo un par de almohadones bajo su pelvis de manera de dejar levantado su enorme trasero, entonces la cabalgo con una pierna a cada lado enterrándosela en el culo y saltando sobre ella, como si estuviera domándola y Xiomara no dejaba de gritar…
Bastaron algunos segundos para que el también acabara llenándole ahora la espalda y las nalgas de leche caliente…
Estábamos rendidos, sin aire, ella se limpió con las sábanas y dijo
Mientras se recuperan voy por mi amiga…
Yo no entendí, no había nadie más en el departamento, al menos que yo supiera, lo miré al negro como preguntando y el me devolvió la mirada con un gesto de resignación en su rostro, como diciendo ‘está loca’, meneando su cabeza de lado a lado, en forma de negación…
Ella entonces fue sobre sus cajones, abrió uno y sacó a ‘su amiga’ una verga de juguete de más de treinta centímetros, y empezó a masturbarse delante de nosotros metiéndola primero en su concha, luego en su culo, no sé cómo hacía, como se metía todo eso dentro, pero lo hacía, en un agujero, en otro.
Poco después volvimos al juego, el negro, yo y su amiga…
Xiomara parecía no saciarse, era un criatura ninfómana, más y más, solo más. Me encanta el sexo, me encantan las mujeres, pero ella era demasiado, para el negro y para mí, se nos fueron las horas cogiendo y perdí la cuenta cuanta leche me sacó esa noche, pero la claridad de un nuevo día me trajo a la realidad.
En poco tiempo debía presentarme a trabajar, así que un poco a la fuerza terminé con ella, le expliqué y me despedí, tenía que ir a casa a lavarme y cambiarme, y por cierto, iría sin siquiera dormir un minuto, una larga jornada estaba aún por delante.
El negro aprovechó y también se despidió de ella, también tenía sus obligaciones.
Bajamos por el ascensor como extraños, sin hablar, estaba encerrado en mis pensamientos, no hacía ni un día que la había conocido y ya había hecho de todo con ella, incluso un trío, mi primer trío.
Salimos a la acera, había refrescado, se escuchaba el trinar de los pájaros, el negro solo me dijo antes de despedirse
Amigo, no te confundas… ella está loca, de abajo y de arriba… (señalando su entrepierna y su cabeza), aléjate de ella o ella te devorará, ella todo lo devora…
Solo sonreí aprobando su comentario.
Y en poco tiempo comprobaría el por qué sus palabras…
La frecuenté algunas veces más, es que era muy puta en la cama y se hacía irresistible, pero en algún punto se transformó en una pesadilla…
Xiomara apareció en mi trabajo, una, dos, tres, muchas veces, sin saber separar una cosa de otra, ella solo quería coger y coger, pero todo tiene un límite.
Una mañana de sábado sonó mi celular, era temprano, me dijo
Hola bombón! desayunamos juntos hoy?
No… hoy no… hoy viene mi hija…
No importa, quiero conocerla, abrime que estoy abajo…
Ella estaba el pie de mi edificio, casi se me para el corazón y tuve que excusarme con mi hija para que no se cruzaran, no quería que se hiciera a la idea que era parte de mi familia…
Otro día había salido, estaba extenuado y volvió a aparecerse en casa, yo solo quería dormir pero ese trasero me hacía perder la cordura…
Era muy tarde, trajo alguna basura para fumar y no recuerdo más…
Lo siguiente que tengo en mente fue despertarme a las once de la mañana con el sol pegando en mi rostro, estaba en el comedor con una remera y desnudo de la cintura para abajo, fui tambaleando a la pieza, su culo desnudo en primer plano me trajo a la realidad, aun no recuerdo que pasó, ella solo dormía plácidamente y había perdido mi día de trabajo en la zapatería…
Y hoy ando así… divagando, con ella, sin ella, con problemas… económicos, laborales, vivo de noche, duermo de día, me he distanciado de mi hija y Xiomara parece sacarme hasta la última gota de sangre, es que simplemente, no puedo evitarla…
Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato, escríbeme con título ‘XIOMARA’ a dulces.placeres@live.com
Comencé a notar placer, pues su polla restregándose contra mi clítoris me hizo sentir algún que otro espasmo. Mire otra vez a mi marido. El se la estaba meneando mientras veía como me follaba Ramón. Aquello parecía gustarle. Seguro. Ramón tiene un buen cipote y sabía usarlo como debe ser. Yo levantaba mi culo para que penetrara más a fondo......mientras miraba a mi marido.
Relato erótico enviado por coronelwinston el 16 de March de 2009 a las 17:00:00 - Relato porno leído 131283 veces
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Comentarios enviados para este relato
katebrown
(18 de October de 2022 a las 21:14) dice:
SEX? GOODGIRLS.CF
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