Mi esposa simuló estar enfermita, vino el médico y...
Relato
Yaneth es una mujer pública, de exposición mediática, es muy popular ya que es periodista, pasó por varios programas radiales y televisivos. Tiene un perfil social, hace programas de esos en que se tocan temas y problemáticas socioeconómicos, de educación, de pobrezas, con panelistas de esos que saben mucho pero hacen poco.
Sus estudios acreditan la carrera de psicología y demás estudios en comunicación social, tiene mucha influencia y es muy respetada.
Casualmente en estos momentos estoy viendo la tele, este año hace un programa semanal donde habla de la familia, la importancia de mantener los lazos, la fidelidad, la importancia de mantener el vínculo de pareja, sin terceros, habla con una retórica increíble…
Qué cursi… mientras estoy sentado cómodamente en el sillón acariciando el borde de mi vaso de cerveza, la escucho y no puedo evitar sonreírme… no tiene vergüenza! típico caso de ‘haz lo que yo digo pero no lo que yo hago’, si sus miles de seguidores me escucharan la dejaría en ridículo para siempre. Pero para que comprendan vamos a algunos años atrás en el tiempo.
La conocí casi por casualidad, hace mucho tiempo, cuando ambos éramos jóvenes y ella no era famosa, de una belleza inusual, carita redonda y profundos ojos color miel, usaba cabellos largos y en su color castaño natural, boca grande y dientes saltones, alta, más que la media, un cutis trigueño y delicado lleno de hermosas pecas, de una cintura envidiable y anchas caderas, una cola regordeta y saltona que acaparaba todas las miradas y suspiros masculinos, piernas largas de macizos muslos, en esa época sus pechos eran en exceso pequeños, cosa que años más tarde corregiría con unos exagerados implantes, al menos desde mi punto de vista. A pesar de llevar siempre una sonrisa compradora, al hablar con ella de inmediato uno percibía una mujer de fuerte carácter, decidida, que no daba mucho lugar a la discusión.
Tiempo después nos casamos, había y hay todavía mucha química entre ambos, y la comunión en la parte sexual fue algo muy importante para nosotros, verán, no es por alardear pero tengo un pene de más de veinte centímetros, y no crean que es una bendición, la realidad me marcó que la mayoría de las mujeres no se sentían cómodas con un miembro de exageradas dimensiones, fue un chasco comprobar que pasaba mas por un tema de morbos que reales deseos, así había perdido varias parejas porque no funcionábamos en la cama. Pero Yaneth fue mi complemento, para ella si el tamaño importaba y como a mí me había pasado, no había funcionado con otros hombres porque no se sentía ‘satisfecha’.
Nuestro matrimonio es muy bueno, con puntos altos, con puntos bajos, después de más de quince años de convivencia sabemos que es lo que queremos.
En esos años tuvimos que afrontar que jamás seríamos padres, después de continuos fracasos y estudios, concluimos en que ella jamás podría darme un hijo, la naturaleza no se lo permitiría por tener un problema cónico en sus ovarios. La alternativa de adoptar, hasta el momento tampoco fue posible por las trabas legales que existen en mi país.
Aprendimos a vivir con esta situación y a ver el lado positivo de las cosas, entre ellas disfrutar una sexualidad a pleno dado que jamás un pequeño vendría a golpear la puerta de nuestro cuarto.
Y así fue que entre unas cosas y otras un día hicimos realidad nuestra fantasía de meter un tercero en la cama.
Mi primer consejo es que tengan cuidado, cuando se pasa de la fantasía a la realidad, los fantasmas de esos extraños jamás abandonan el lecho conyugal.
Yaneth es en extremo celosa y posesiva, por lo que jamás admitió otra mujer entre nosotros, pero en cambio yo le permití probar con uno y más hombres, una y otra vez. No es una tarea fácil, a mayoría de las veces termina en fracasos, por cuestión de piel, porque no todos los hombres se suben al tren, por inhibición, ó por el motivo que fuera.
Ahora les relataré la más jugosa de nuestras historias, al menos la más excitante que recuerde.
Fue en Febrero del año pasado, habíamos regresado de nuestras vacaciones y Yaneth estaba exquisitamente bronceada, aún estábamos con toda la adrenalina de los días de ocio y fue ella quien tuvo la idea.
Llamé a nuestra clínica y pedí un médico a domicilio, para que viera a mi esposa que estaba en cama con dolores intensos, mientras tanto ella se preparaba para el momento.
Casi una hora después sonó el timbre y fui a recibir al médico, un muchacho bastante más joven que nosotros, de cuerpo atlético, alto y rubio, sabía que ella le gustaría. Lo acompañé hasta el dormitorio donde Yaneth permanecía recostada, con una sábana tapando su cuerpo hasta el cuello. Recuerdo que el médico al reconocerla le pidió un autógrafo, yo me quedé a su lado mientras le ofrecía una silla, y comenzó el interrogatorio
-Que le sucede?
-Tengo dolores en el vientre, y en la espalda, en la zona baja…
-Vómitos? Mareos? Náuseas?
-No… nada de eso…
A todo esto el doc revisaba la garganta y el color de sus ojos, le tomó la presión y se colocó el estetoscopio para escuchar su ritmo cardíaco, fue entonces cuando ella bajó la sábana hasta su cintura, entonces sus pechos desnudos quedaron ante la mirada estupefacta del médico, yo observaba en silencio el tamaño desmesurado de sus siliconas, blancos por la ausencia del sol, con sus enormes aureolas de unos ocho centímetros rodeando sus pequeños pezones. El tartamudeó inconexo ante la sorpresa, dijo que podía cubrirse, tal vez cohibido por mi presencia, por lo que lo tranquilicé y le dije que proceda en confianza.
El ponía con cuidado el aparato, la transpiración corría por su frente y estimo que ya había perdido el control, no podía evitar una pícara sonrisa, Yaneth lo miraba fijamente y eso lo ponía más nervioso todavía.
Pasado el momento el doctor bajó lentamente y revisó con sus dedos, empezando por estómago, hígado e intestinos, pero mi esposa rápidamente tomándolo de la mano lo codujo hacia debajo de la pequeña tanga que tenía, por el pubis aun depilado del verano, cerca del clítoris
-Acá doctor, acá me duele…
Dijo ella haciendo trompita, el no sabía que hace, que decir, me miraba a mi buscando una respuesta y se sorprendía cuando yo le indicaba que siguiera con confianza, a pesar que sentía mi verga dura y la sangre bullir bajo mi piel por la excitación, fue entonces cuando Yaneth dio el golpe de gracia girando sobre sí misma dejando su cola hacia el techo, pasó los pulgares entre sus caderas y los elásticos de la bombacha, bajándola sutilmente. El espectáculo fue maravilloso, irresistible, como una jugada maestra de geometría, las dos esferas enormes y bronceadas que eran sus glúteos contrastaban con un minúsculo triángulo blanco de un par de centímetros que su traje de baño había dejado marcado en la piel.
El doctor solo miraba sin decir palabra, Yaneth comenzó entonces a acariciar el bulto de su amante improvisado, el círculo se cerraba, entonces bajó su bragueta y lo sacó y guau! Los ojos de mi esposa se agrandaron sorprendida, mi verga ya parecía pequeña al lado de esa, gruesa como un antebrazo, cabezona, llena de venas, como un monstruo se fue levantando ante las caricia femeninas, Yaneth mojó sus labios y fue directo a ella, la besó primero y luego trató de meterla en su boca, apenas si podía introducir el glande con demasiado esfuerzo, lo masturbaba lentamente y gozaba con la situación, viendo que era demasiado se limitaba a circularla con la lengua y recorrer el cuerpo tan largo como era y amigos, díganme enfermo si quieren, pero les aseguro que no hay placer más hermoso que ver los labios de la mujer amada apoyados en la verga de un extraño…
El doc ya harto del jueguito pareció olvidarse de mi presencia, prácticamente le arrancó la bombacha y tomándola de las piernas la levantó en el aire con las palabras:
-Vení perra sucia, yo te voy a curar…
Mi amor lo tomó del cuello para no caerse, cerró sus ojos y lo besó apasionadamente perdiéndose en el infinito, solo cuando la fue bajando sobre la verga ella gritó de placer mirando hacia el techo
-Ayyy!!!! que pedazo de verga! por Dios!!!!
-Te gusta? Es lo que querías?
Dicho esto la llevó contra la pared usándola de apoyo mientras la cogía duro, ella gritaba en cada embate y percibí como su boca entreabierta dejaba escapar pequeños orgasmos, uno tras otro al tiempo que el doc estaba lamiendo sus pechos, mordisqueando sus pezones, la cogía a voluntad….
Cambiaron un par de veces de posición, de una forma, de otra, le dio verga para que no volviera a pedir por un largo tiempo, yo seguía inmóvil, como el mejor espectador, mi esposa tenía ya la concha ardida de tanta verga, ahora estaba cabalgando al médico que yacía boca arriba en el colchón, ella movía sus caderas comiéndose toda la enorme verga, con su hermosas ancas ante mi vista y él se concentraba en seguir devorándole los pechos que se bamboleaban como dos grandes campanas, ella misma llevó un dedo a su esfínter y comenzó a jugar en el, luego otro y hasta un tercero, cuando estuvo lista, giró su cabeza hacia mi posición, sacó la verga de su argolla y la apuntó en su culo, lentamente fue sentándose sobre ella, veía en su cara el típico rostro femenino en que se conjuga esa mezcla de dolor y placer, gotas de transpiración rodaban por su piel, jadeos de pasión escapaban de sus labios…
Había logrado su objetivo, su enorme culo lucía majestuoso, pero más impresionaba esa gorda verga destrozando su esfínter, una y otra vez, a todo esto mi verga parecía acabarse en cualquier momento bajo mis pantalones, ella se hamacaba sin cesar, solo yo sé cuánto le gusta el sexo anal. Sacó la verga de ese lugar y volvió a su concha que estaba deseosa nuevamente, volvió a mirarme y me rogó:
-Vení mi amor, te necesito…
No esperé a que lo repitiera, me desnudé rápidamente y me un hice lugar acomodándome a su espalda, abrí sus nalgas con mis manos y su esfínter aun caliente con varios centímetros de dilatación me llamaba a poseerlo, así lo hice, no hace falta que les cuente que entró toda sin ninguna resistencia, hasta el fondo, solo percibí la verga de nuestro amigo que ocupaba el otro lugar. Así le dimos una excitante experiencia de doble penetración, donde nuestro miembros se movían sin parar en el interior de su cuerpo, uno por cada lado, el silencio de la habitación solo era cortado por los gritos de placer de Yaneth que seguí inmersa en un mar de orgasmos.
Detuve el juego porque ya no podía aguantar, cambiamos, ella se acostó mirando al techo, levanté sus piernas abriéndola bien y empecé a darle por su concha, el doc se acomodó cerca de su cabeza y dejó la pija para que volviera a disfrutarla, nuevamente la estaba chupando como loca, desde mi lugar apenas veía su lengua jugando en la enorme cabeza y su mano izquierda acariciando sus testículos, no tardó mucho, el se arqueó de placer, y su cara se transformó, ella aceleró el ritmo y suavemente el líquido blanco comenzó a fluir invadiendo el rostro de mi esposa quien seguí lamiendo con ganas y comenzaba a saborear el esperma. En unos segundos su boca estaba llena de leche y comenzaba a tragar gota a gota, me miraba y me mostraba el trofeo que invadía sus labios, sus dientes, sus muelas, el shock visual fue tan fuerte para mí que en uno de los orgasmos más impresionantes de mi vida le llené la concha hasta rebalsarla.
Nos relajamos, el doctor volvió a su postura normal, sacó su recetario y una birome de su maletín, alcanzándoselo a mi esposa le recordó que aún le debía un autógrafo, mientras ella firmaba le dijo sonriente:
-Creo que ya está curada, no?
-Curada? Esto apenas es un calmante….
Todos terminamos riendo…
Dejo mis recuerdos de lado, vuelvo a la realidad, el programa termina y la cerveza está caliente, en una hora habrá de regresado, tal vez traiga a un amigo…