Penetrada bajo la lluvia

Mi nombre es Arisbeth, soy una mujer de treinta y dos años de edad. Les daré una breve descripción de mi físico. Bien pues soy blanca, poseo cabello castaño largo y mis ojos son un poco cafés, me gusta maquillarme, me decoro mis labios con labial rosa y también me maquillo un poco el rostro. A pesar de que soy madre soltera me conservo en forma, luzco un buen cuerpo, unos pezones riquísimos, unas piernas deliciosas y unas nalgas de puta. Les comento que soy una mujer un tanto puta y no me da pena admitirlo, precisamente por eso soy madre soltera desde la universidad cuando por descuido me embarazo el chico que en ese tiempo era mi novio, más bien desde mis años de secundaria me inicie en la vida sexual y perdí mi virginidad desde la secundaria, desde ahí me ha gustado ser una mujer liberal en el sexo, no tengo tabúes religiosos y a cada momento que se me da la gana (por así decirlo) Me dejo coger, claro siempre y cuando sea un hombre que me guste. En fin aunque no logre graduarme formalmente en la carrera que había escogido por causa de mi embarazo, no me va mal pues mis padres que en paz descansen me dejaron ciertos recursos y además trabajo también como gerente de ventas en una tienda de accesorios de computación, en pocas palabras soy vendedora pero me pagan bien, gracias a esto puedo darle una vida signa a mi hija e incluso me doy el lujo de tener empleada domestica. Justo en la tienda donde trabajo conocí a Carlos un hombre guapísimo y muy varonil, el es ingeniero informático, desde que empecé a trabajar ahí hace poco más de tres años le gustaba y me daba cuenta de eso, pero en esa época no nos veíamos mucho, fue sino hasta hace poco menos de un año que ya pudimos trabajar más juntos.

Carlos es un hombre casado pero aun así decidió tener una aventura conmigo, es blanco, alto, muy bien dotada, corte varonil y viste muy bien e incluso tiene auto. Es un hombre perfecto ante mis ojos, ojala estuviera libre para que pudiéramos tener algo formal porque con un hombre como el si me casaría sin pensarlo dos veces, además lo más maravilloso… ¡Es todo un profesional haciéndole el amor a una mujer! En fin ambos comenzamos a coquetearnos, nos dábamos miraditas, poco a poco entre los dos fue naciendo una deseo inmenso, un instinto animal que se fue incrementando entre nosotros pero obviamente en el trabajo no podíamos demostrarlo porque una de las reglas del lugar es que al igual que en las escuelas no se permite relaciones sentimentales entre compañeros de trabajo, así que debíamos ser discretos pero aunque lo ocultábamos nos estábamos quemando por dentro. Todas las noches me masturbaba yo misma, me metía deditos en mi vaginita pensando en que era el pene de Carlos que estaba entrando en mi rajita. Sin duda el destino estuvo de nuestro lado, una noche menos pensada ambos pudimos consumar nuestra pasión aunque no de la manera más cómoda ni de la manera más soñada para ambos pero al fin de cuentas me hizo suya y ese momento jamás lo olvidaré, siempre lo llevara en mi mente, ese momento breve, sólo minutos pero minutos de gloria llenos de pasión y lujuria.

Esa noche de lunes era una noche muy lluviosa, había estado así gran parte del día y la tarde, no era una lluvia intensa pero si una llovizna considerable que mojaba de bueno. En fin ya eran cerca las nueve de la noche y me estaba retirando, en la calle trataba de conseguir un taxi pero por la lluvia ninguno se paraba a recogerme, fue ahí donde Carlos paso su auto frente de mí, abrió la ventana y me dijo que si gustaba me podía llevar a mi casa, lo acepte no por pensar que iba a pesar entre nosotros sino porque ya era algo tarde y además le tenía mucha confianza. De verdad que al subirme a su auto, sexo fue lo único que no pensé en ese instante. Yo estaba vestida esa noche con un traje negro, blusa blanca algo escotada, saco negro y falda negra un poco alta, además portaba zapatillas rojas de tacón alto. Al sentarme en su auto mi falda se subió notablemente, tanto que se veía mí entre pierna y justo eso fue lo que aumento su lujuria, obviamente me di cuenta que mi falda se me había subido mucho pero en lugar de tratar de acomodármela yo misma hice que se subiera aun más y por si fuera poco separe mis piernas dándole una panorámica vista de mis calzones, aparte de eso como estuve en la lluvia mi blusa se había mojado y se podían notar mis pezones. Sin palabras nos dábamos miradas calientes, yo chupaba mis dedos para insinuármele aun más. Fue ahí como se atrevió a poner su mano en mis piernas tocándomelas delicadamente.

Al llegar a mi casa no esperamos un segundo más, tan pronto estaciono su auto y yo abrí la puerta. Ambos entramos besándonos apasionadamente al patio de mi casa, sabía que la niñera estaba dentro y que por cualquier ruido que hiciéramos podía salir pero eso no me importo. Carlos levanto mi falda y con algo de brusquedad me bajo mis calzones totalmente, separo mis piernas iniciando a tocarme mi zona vaginal, yo sentí claramente como la mano derecha de Carlos me acariciaba mi clítoris muy deliciosamente y me introducía sus dedos, yo quería gritar de placer, para protegernos un poco de la lluvia nos fuimos debajo de un árbol de durazno que tengo en el patio de mi casa pero no sirvió porque la lluvia nos estaba dando muy bien y ambos estábamos muy mojadisimos, sentía como las gotas de lluvia caían sobre todo mi cuerpo incluso en mi vagina ya descubierta. Carlos se agacho a chuparme mi rajita por breves minutos pero muy deliciosos, yo mientras veía de re ojo la puerta principal de mi casa para asegurarme que nadie nos estaba viendo. Por fin había llegado el momento anhelado, Carlos separo mis piernas, me retranco bien en el árbol y de un sólo empujón me la metió hasta el fondo, sin duda ayudado con la lubricación de mis flujos vaginales y el agua de lluvia, sentía riquísimo como ese pene suavecito entraba y salía de mi vagina, me estaba llevando al cielo de tanto placer, deseaba con todas mi fuerzas gritar de placer pero no podía, así que sólo me chupaba los labios. Breves minutos me estuvo penetrando vaginalmente para luego me voltio detrás y sentí delicioso en el momento que me introdujo su pene entre mis nalgas, inicio a moverse dentro mi culito, fue un momento tan bello que nunca olvidaré. A los pocos minutos sentí como un líquido caliente inundo mi culo y retiro su pene de entre mis nalgas dejándome con la corrida dentro, al incorporarme de pie sentí como el semen resbalo por mis piernas detrás y se mesclo con el agua de lluvia, ambos nos besamos apasionadamente mientras se vestía y se retiro de mi casa. Yo mientras con mis calzones me limpie el culo, me acomode mi falda y siendo lo más natural posible entre a la casa. Afortunadamente mi niña ya estaba dormida y mi empleada estaba tan distraída viendo el televisor que no se dio cuenta que paso afuera.