...“Sin embargo tienes que hacer algo para mantener el puesto”.
Ella se calló y al parecer comenzó a adivinar lo que seguía.
-“Ingeniero, no me pida ser su amante. Yo se que tiene esposa e hija”.
-“No, no, no te iba a pedir eso”.
-“¿Entonces?”.
-“Simplemente quiero que me dejes probar de la leche que tienes ahí”.-Le dije apuntándole a las tetas.
La secretaria puso cara de sorpresa...
Relato
En la empresa donde trabajaba me moría de aburrimiento, creo que estaba en una rutina total respecto a las obligaciones y los quehaceres cotidianos.
Mi esposa viajaba seguido por razones de trabajo, dejándome solo por algunos días que no pasaban de la semana.
Ocurrió algo trágico uno de esos días de rutina. Todo empezó cuando no llegó mi secretaria, algo extraño porque en dos años apenas se había atrasado un par de veces y con justificación, de faltas ni hablar, nunca las tuvo.
Lo raro era que le llamábamos al celular y sonaba apagado, en su casa no respondían.
Luego de unas horas en la extrañeza de la situación, aparece una de las funcionarias, amiga suya, diciendo que había tenido un terrible accidente y que estaba en terapia intensiva con pocas esperanzas de sobrevivir.
Todos nos quedamos fríos, apenas la noche anterior se había quedado hasta algo después de la hora de salida para acabar unos informes.
Fuimos a visitarla y desgraciadamente murió al día siguiente.
Yo no salía de mi consternación, más tuve que resignarme y buscar su reemplazante.
Ante el anuncio del periódico aparecieron varias candidatas con diferentes perfiles. Algunas enviaron sus hojas de vida al correo corriente y al electrónico de la empresa.
Se hizo un montón para revisar, de manera que decidí ir filtrando de acuerdo a la foto. Sí, como lo leen, a expensas de provocar la ira de mi esposa, decidí tener una secretaria de buena presencia.
De todas me quedé con unas 15, a las cuales mandé llamar con cita para las mañanas de los dos primeros días de la semana entrante.
Aparecieron con buena apariencia todas, bien trajeadas, bien arregladas y en fin, con sus mejores galas.
Hasta que apareció Ángela, en su hoja de vida decía tener 22 años, con buenos estudios y experiencia regular en una empresa parecida a la de mi rubro.
La verdad en persona estaba más linda, tenía una carita bien simpática, buen cuerpo y lo que me asombró más fueron sus senos. Puuuuuuucha, que grandes y perfectos los tenía; la blusa que se puso le favorecía para resaltarlos.
Luego de entrevistar a las 15, me quedé con ella. En persona la llamé diciéndole que había sido aceptada y que debía presentarse al día siguiente.
Así lo hizo, esa mañana se apareció formal de nuevo y yo le di las instrucciones para que empiece.
Me encantaba la mujer, estaba linda y sus tetas ya me estaban enloqueciendo; bueno a toda la oficina por lo visto.
Cuando volví en mí mismo, me puse a pensar que ese fin de semana iba a llegar mi mujer y que no iba ser sencillo explicarle la presencia de Ángela en el trabajo. Finalmente, me dije a mí mismo que ya se me ocurriría algo para calmarla.
Me di modos para llamar a Ángela en cualquier momento para darle instrucciones, incluso por razones que tranquilamente podía decirle por el intercomunicador.
Mi mirada se centraba en sus tetas; se las miraba de rato en rato de reojo.
Pronto pasó algo inesperado; al principio creí que estaba viendo mal, pero al verle más de cerca noté que en su blusa, a la altura de su pezón había una mancha como de líquido.
Supuse que en el baño al mojarse se la había hecho; pero no, no podía haber sido eso.
Armándome de valor, con el riesgo de herir su integridad le dije:
-“Ángela, tiene una mancha en la blusa”.
Ella se miró y se puso de “todos los colores” por la vergüenza.
-“Hay ingeniero, disculpe. ¿Me permite retirarme?”.
-“Claro, adelante”.
Se salió rápido de la oficina seguramente al baño.
Me quedé pensando al respecto y luego de analizar el asunto llegué a la conclusión de que era leche lo que manchó su blusa. De manera que era casada y encima “recién parida”.
Me molestó la idea, porque no había sido sincera en decirme.
A los pocos minutos le llame por el intercomunicador.
-“Señorita Ángela, ¿ya solucionó su problema?”.
-“Si ingeniero,”.
-“Entonces venga para acá un momento”.
Sin responder entró a la oficina.
-“Dígame ingeniero. ¿Algún otro encargo?”.
-“Señorita Ángela, se que resulta incómodo para usted. Pero como su jefe, le pido que me explique el detalle de la mancha en su blusa”.
Se quedó callada un momento, presa de la vergüenza.
-“¿Qué quiere saber?”.
-“Es obvio. ¿Cómo pasó?”.
Se calló un momento y habló:
-“Lo lamento por no habérselo dicho. Tengo un bebé de 5 meses, aún le doy de lactar y esa mancha era de leche. Le ruego me disculpe y no me despida”.-Habló en tono implorante.
Yo me quedé en silencio un rato y sólo atiné a decirle.
-“Supongo que su esposo no sabe que usted oculta su maternidad aquí”.
-“Ingeniero, soy madre soltera. El padre de mi hijo se fue a otro país. Por eso necesito trabajar”.
Por alguna razón sonó como “música para mis oídos” el que me diga que era madre soltera.
-“Retírese Ángela, luego hablamos”.
-“Pero ingeniero, necesito saber si me va despedir”.-Dijo casi lagrimeando.
-“No Ángela, no te preocupes”.
A partir de ese momento me entraron deseos sobre las tetas llenas de leche de Ángela.
Con mi esposa habíamos tenido una hija hace dos años y pues no le caía bien la idea de darme a “compartir” su leche con la bebé. Una sola vez a mucho insistir, me dejó que le chupe por corto tiempo.
De esa manera me entró la obsesión por chupar la leche de mi secretaria.
Luego de meditarlo, la llamé y le dije.
-“Mira Ángela. Yo no soy tan inhumano como para despedirte sólo porque tienes un bebé”.
-“Muchas gracias ingeniero. Le agradezco con todo el alma”.-Respondió emocionada.
-“Sin embargo tienes que hacer algo para mantener el puesto”.
Ella se calló y al parecer comenzó a adivinar lo que seguía.
-“Ingeniero, no me pida ser su amante. Yo se que tiene esposa e hija”.
-“No, no, no te iba a pedir eso”.
-“¿Entonces?”.
-“Simplemente quiero que me dejes probar de la leche que tienes ahí”.-Le dije apuntándole a las tetas.
La secretaria puso cara de sorpresa.
-“Pero ¿cómo me va pedir eso? Yo amamanto a mi bebé, cómo le daría esa misma leche a un hombre que ni siquiera amo”.
-“Mira. Piénsalo. No te voy a despedir si no accedes, pero si lo haces puedo darte algo más aparte del sueldo. Por ahora puedes retirarte”.
Así sin decir algo más se salió. Algo me decía que en cualquier momento podía volver pero no a “amamantarme”, sino a renunciar al cargo. Más no lo hizo, esa tarde se pasó “al vuelo” y nos fuimos cada uno a casa.
Fue la fortuna del caso que hizo que mi mujer me llame esa misma noche para decirme que se quedaba una semana más y que estaría recién el siguiente fin de semana de regreso.
A la mañana siguiente, para mi fortuna de nuevo, Ángela llegó puntual y como siempre bien arreglada. Mi duda era si le tocaba el tema o esperaba alguna insinuación.
Me saludó normal y yo también. Hasta esa mañana no pasaría nada.
Ya a media tarde, por el intercomunicador me llama y me dice si podía darle unos minutos. La verdad juraba que estaba entrando a renunciar.
-“Ingeniero, quiero hablarle un momento”.
-“Seguro, siéntate Ángela”.
-“Es sobre lo que me pidió ayer”.
-“Ahmm, ¿a qué te refieres con exactitud?”.-Le dije en clara intención de “hacerme al loco”:
-“A eso, a eso de que le de a probar la leche de mis pechos”.
-“Aaaa, sí sí. ¿Qué tienes que decirme?”.
-“Quería preguntarle si en verdad me va reconocer aparte de lo que gano”.
-“Seguro. No pondría en juego tu honra sin darte algo a cambio”.
-“Algo más. Quería saber si necesita vérmelos totalmente descubiertos o bastaría que le de el pezón”
-“Mira, si te sientes más cómoda sin que te los mire por completo. Así será, me bastará con chuparte los pezones”.
-“Bien, entonces cuando desea que le permita succionar mis senos”.
A la sola pregunta sentí que mi verga se enduraba.
-“¿Puedes darme una prueba ahorita?”.-Le dije.
En eso se levantó, se fue a asegurar bien la puerta y se aproximó. Se dio la vuelta, desabotonó su blusa y a volverse, oh sorpresa; llevaba un sostén de maternidad. De esos que tienen un cierre para que salga el pezón y no se descubra toda la teta.
Bueno, liberó el pezón y se acercó.
De a poco fui acercando mi boca hasta que llegué a él.
Comencé a chupar y rápidamente salió leche. En cantidades pequeñas como para un bebé siempre. Le succioné un buen tanto, hasta quedarme con el sabor.
El punto era que me excitó mucho el asunto. No podía contener el deseo de quitarle todo el sotén, comerle la otra teta más y luego desnudarla y tirármela en el escritorio.
Más, me aguanté. Y simplemente llegamos a eso. Al poco rato me aparté.
-“¿Conforme ingeniero?”.-Preguntó ella.
-“Si por ahora. Ya puedes irte”.
En eso se volvió a dar la vuelta, al parecer se limpió con un kleenex y se cerró la blusa luego de acomodarse el sostén.
Fue una verdadera tortura cuando llegué a mi casa esa noche; terminé haciéndome una gran paja pensando en mi secretaria y sus sabrosas tetas. El haber bebido su leche me había encendido como nunca antes me había pasado con otra mujer. Estaba obsesionado no sólo con chuparle esos jugosos melones, sino con tirarme a la “dueña” en toda forma.
Luego de una noche llena de pensamientos, a la mañana siguiente nos saludamos de lo más normal. A media mañana vino:
-“Ingeniero, vengo a consultarle sobre el momento en que le voy a dar lo que usted sabe”.
-“Por la tarde Ángela, no te preocupes”.-Le dije y le guiñé un ojo.
Lo que Ángela no sabía, era que había hecho instalar en la computadora de la secretaria, un software “espía” que me permitía observar todo lo que se hacía; los programas que se utilizaba, los mensajes que se enviaba y en fin, cualquier cosa que se tecleaba ahí, yo podía ver.
Esa mañana se me ocurrió espiar lo que escribía Ángela. Tenía acceso a internet y aunque no estaban instalados programas de chat, sí se podía entrar a Facebook o al msn mediante el correo.
Al principio, nada de interesante, pues redactaba una carta y revisaba correspondencia. Yo me entretuve también con mis obligaciones; hasta que después de un buen rato observé que se comunicaba por el msn Messenger de su correo con una tal Madeleine. Su charla más o menos decía así.
Madeleine: Hay amiga, no me digas que te resulto medio verde tu jefe.
Ángela: Si pues, aunque no creas me pidió darle a chupar mis senos ni bien supo que aun amamanto a mi hijo.
Madeleine: No me cagues amiga, Y le permitiste????
Ángela: No me quedo de otra.
Madeleine: A poco te amenazo con votarte???
Ángela: No. Si mas bien me dijo que no pasaría nada si no accedía.
Madeleine: Entonces te dejaste mamar porque te gustó el tipo seguramente.
Ángela: Bueno, no te voy a negar que esta nomas guapo y que me excitó el que succione mi leche. Pero mas que todo dice que me va dar un dinero extra por el favor..
Madeleine: Hay amiga. Ojala sepas lo que haces. Debes tener en cuenta que hay riesgos.
Ángela: No, no. Si me los lavé muy bien al llegar a casa. No le daría a mi bebe mi pezón lleno de la saliva y demás “recuerdos” del jefe.
Madeleine: No me refiero a eso. De seguro el te va pedir mas. A poco creiste que se conformara con las tetas nomas???? Es cuestión de tiempo a que te pida meterte el polvo.
Ángela: Lo se. Hoy será el segundo dia que le de. No se si me pedirá algo mas. De paso que le doy con el brasier de maternidad.
Madeleine: Comooooooo??????????? Encima solamente tuvo acceso a tu pezón???. Por favor amiga, ningún hombre se conforma con tan poco.
Ángela: Lo se, pero voy a continuar hasta que el de el siguiente paso con las propuestas.
Madeleine: Te piensas acostar con el???? No que casado? Amiga, ni bien su mujer sepa de ti, estas jodida. Tal vez ahí si pierdas la pega.
Ángela: Es cierto, pero como te dije. Esta nomas guapo y me ofrecio dinero.
Madeleine: Hay amiga. No es bueno venderse, ten mucho cuidado. Eso nomas te puedo decir.
Ángela: Gracias chica. Ya te estaré contando como me va.
No podía creer lo que había leído. Definitivamente ese software era una maravilla. Ahora ya sabía qué pensaba Ángela sobre mí.
Vinieron montones de ideas a mi cabeza. Pensaba en dónde la iba a llevar. Si de repente en mi misma casa; pero tenía vecinos re-chismosos. En definitiva, sí o sí me iba a tirar a Ángela y eso me excitaba.
Esa tarde alrededor de las 16:00 le llamé y le dije que “se aliste” para darme su leche. Estaba que ardía de la excitación. Ángela como siempre dándose la vuelta se dispuso a desabrochar la blusa, liberar el sostén y por el cierre sacar el pezón.
De inmediato me paré, me acerqué detrás de ella y me paré a sus espaldas. Ella instintivamente quiso cubrirse y cerrar la blusa.
-“No lo hagas”.-Le dije acercándome a su oreja.
Ella se quedó quieta.
-“No sabes cuánto me encendió el haberte chupado la leche ayer. No creas que no me quedé con las ganas de tener todo tu cuerpo”.- Continué diciéndole al oído.
-“Ingeniero yo…”
-“Shhh, tú sólo déjame seguir”.
En ese momento la tomé de la cintura (me mantuve detrás de ella), y comencé a subir las manos hacia sus tetas; cuando ya iba a llegar me detuvo.
-“Espere. Usted pidió solamente chuparlas, no tocarlas”.
-“Angelita, no te sientas mal. Permíteme disfrutarte”.
Por fortuna, cedió y ya no presionó mis manos hasta que la tomé de ambas tetas. Qué deliciosas las tenía; enormes, rígidas. Pronto comencé a besarle el cuello y las orejas. A lo que percibí que ella había cerrado los ojos. Se estaba dejando llevar por la pasión. Pronto, con maestría, desabroché su sujetador y liberé del todo sus enormes tetas y se las comencé a acariciar.
Pronto sentí algo de humedad, oooooh; había soltado algo de leche; lo que creo que avergonzó un poco a Ángela quien quiso hacerme soltar.
-“No te preocupes muñeca. No sabes cuánto me enciende saber que tienes lechecita en esos lindos senos”.
Lentamente la hice dar la vuelta y deslizando mi cabeza, llegué a sus tetas y le comencé a mamar. De las dos, saqué una cantidad importante de leche que me tomé hasta la última gota.
-“Ingeniero, me está excitando por demás que me chupe. Ya no puedo más, creo que deseo…”
No lo pensé dos veces, aflojé el cinturón y liberé mi “hambriento pene erecto”.
Ángela al verlo, puso una mirada lujuriosa, lo tomó con la mano y lo comenzó a acariciar. Ahí yo comencé a besarla apasionadamente en los labios.
Pronto mi mano llegó a su entrepierna por encima de la falda, la cual se la subí lentamente sin que ella ponga resistencia.
Pronto empecé a darle “estocadas” a su calzón en el posible nivel de su vagina.
-“Sólo esta tela nos separa de la gloria muñequita”.-Le dije.
-“Lo se”.-Dijo ella en tono de excitación. No lo pensó más y se lo comenzó a quitar hasta quedar con la vagina libre.
Era lo máximo. La tenía con las tetas libres, la falda subida y ahora la concha a mi disposición.
La hice sentar en el escritorio y de frente me puse entre sus piernas.
En ese momento, con los dos dirigiendo la vista a mi pene erecto, se lo coloqué en la entrada de su vagina.
-“¿Lista preciosa?”.
-“Si. Por favor, ya quiero ser suya”.
Poco a poco lo empujé hasta que entró todo.
Ángela gimió al sentir cómo la penetraba. Yo sentí un calorcito delicioso al entrar en ella.
Me mantuve unos segundos en su vagina cuando se la metí toda y recién comencé a sacar y meter.
Mientras lo hacía, comencé a chuparle de nuevo sus lindas tetas, a besarle la boca. En fin, no quería desperdiciar ni un momento ese cuerpazo.
Le tuve que pedir a Ángela que disimule los gemidos porque alguien podía oírlos. La verdad ella estaba extasiada y lo disfrutaba al máximo.
Pronto sentí llegar mi orgasmo.
-“Ángela voy a terminar. ¿Puedo eyacular tu vagina sin riesgos?”.
-“Adelante. Me dijo el médico que no puedo quedar embarazada en esta etapa”.
Por alguna razón confié en ella y descargué chorro a chorro mi ardiente semen dentro de su vagina.
-“Que rico ingeniero. Puedo sentir su leche”.
-“Estamos a mano Ángela. Tú me diste la tuya, ahora te di la mía”.
Ella sólo sonrió. Terminó agitada por el placer del polvo que le metí.
Esos días fueron de dedicación “carnal”. Tiraba con Ángela en la oficina, en los moteles y en todo lado. Lo interesante era que aunque a veces no llegábamos a hacerlo, ella me daba sin que yo le pida sus tetas para que le lacte. Una vez me dijo que le dolían cuando se “llenaban” y que era un alivio poder descargarlos un poco.
Para mi fortuna, era placentero para mí. Sin embargo mi esposa llegó a los pocos días y fue cuestión de unos más hasta que se enteró de la presencia de Ángela en la oficina.
Pronto les contaré, cómo Ángela se ganó la confianza de mi esposa. Al punto de que ella (mi esposa) le confesó que tenía la fantasía sexual de hacer un trío conmigo y otra mujer. De más está decir con quién cumplió esa fantasía; tema del siguiente relato que mi amigo Charly quiera publicar.
...“Sin embargo tienes que hacer algo para mantener el puesto”.
Ella se calló y al parecer comenzó a adivinar lo que seguía.
-“Ingeniero, no me pida ser su amante. Yo se que tiene esposa e hija”.
-“No, no, no te iba a pedir eso”.
-“¿Entonces?”.
-“Simplemente quiero que me dejes probar de la leche que tienes ahí”.-Le dije apuntándole a las tetas.
La secretaria puso cara de sorpresa...
Relato erótico enviado por charly_bo el 18 de February de 2013 a las 00:00:01 - Relato porno leído 58845 veces
Yo con voz súper aventada y sexy le dije, ¡Esta va a ser mi respuesta! Inmediatamente me subí lentamente mi falda, note claramente como con forme le iba enseñando mis piernas su verga empezó a crecer dentro su pantalón, ya estaba que reventaba de lujuria, yo me quite mi calzón dejándolo a su vista mi zona vaginal.
Relato erótico enviado por Anonymous el 25 de September de 2009 a las 17:28:08 - Relato porno leído 50740 veces